Los resultados del sacrificio del Mesías
9: 13-28
Hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres: Cristo Jesús hombre (Primera Timoteo 2:5 LBLA). Cuando se entiende este versículo, todo el sistema de la Iglesia de Roma se desmorona, porque invalida el papado, el sacerdocio y todo el culto a María.
Otros versículos que enseñan lo mismo son: Juan 14:6; Hechos 4:12; Hebreos 9:15; Primera Juan 2:1; Romanos 8:34 y Hebreos 7:25. Así Cristo, porque Él es tanto Dios como hombre, es el único Salvador, el único Mediador, el único camino a Dios. Ni una palabra se dice sobre María, o un papa, o los sacerdotes, o los santos como mediadores. Sin embargo, el romanismo enseña que hay muchos mediadores, y la gran mayoría de los católicos romanos, si se les pregunta, dirá que su principal acercamiento a Dios es a través de la virgen María, y que solo cuando ella ruega por ellos, pueden entrar en la presencia de Dios.
Sus sacerdotes le restan valor a la gloria de Cristo cuando enseñan que María es mediadora. Sus sacerdotes no tienen derecho a colocarla en una posición tan anti-bíblica. María es presentada en las Escrituras como una sierva del Señor que cumplió su ministerio tal como lo hicieron Juan el Bautista y otros, pero cuya obra cesó hace mucho tiempo. La gran antítesis no es entre Eva y María, como enseña Roma, sino entre Adán y Cristo (Romanos 5:12-21; Primera Corintios 15:21-22, 45-47). La tradición romana ha alterado tanto la imagen de María que se encuentra en el Nuevo Pacto y María que se encuentra en la Iglesia Católica Romana que terminan siendo dos personas diferentes y en conflicto. Los católicos romanos imparciales saben que su iglesia le da el primer lugar a María y que Cristo se mantiene en un segundo plano.
La razón por la que María, los santos o los ángeles no pueden actuar como nuestro sacerdote o mediador es porque no tienen sacrificio, nada que ofrecer en favor de nuestros pecados. Sólo un Sacerdote con un verdadero sacrificio puede servir de mediador entre Dios y el hombre. Sólo Cristo tiene un verdadero sacrificio, y sólo Él puede actuar como nuestro Sacerdote.232
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