Pablo va a Jerusalén a pesar de las advertencias
21: 1-16
57 dC
Pablo va Jerusalén a pesar de las advertencias ESCUDRIÑAR: ¿Cómo podría Pablo estar interpretando de manera diferente estas advertencias a como lo hacen sus amigos, en los versículos 4 y 10-13 (vea 20:22-23)? ¿Por qué no escucha sus consejos? ¿Cómo les va a los compañeros de Pablo en este viaje? ¿Está usted impresionado con el coraje de Pablo? ¿O cree que fue un tonto? ¿Por qué? Para Pablo esto es “¡Jerusalén o fracaso!” ¿Cómo se compara eso con la determinación de Yeshua en Lucas 13:31-33?
REFLEXIONAR: En su opinión, ¿Pablo tomó la decisión correcta de ir a Jerusalén, a pesar de que personas piadosas a través del Espíritu le instaron a no ir? ¿Por qué si o por qué no? ¿Cuándo usted ha tomado decisiones en contra de los deseos de personas que admiraba y confiaba? ¿Qué pasó? En retrospectiva, ¿fue acertada su decisión? ¿Explíquelo? ¿Cuál ha sido su lucha más reciente y más seria con Dios? ¿Qué sospecha usted que sucedería si se sometiera totalmente a Su voluntad y Su camino? ¿Es eso lo que lo frena? ¿Cómo es eso?
La primera etapa del viaje: Así, después de separarnos de ellos, zarpamos con rumbo directo a Cos, y al día siguiente a Rodas, y de allí a Pátara (21:1), vea el enlace, haga clic Cj – La despedida de Pablo a los ancianos de Efeso. Con esto finalizó oficialmente el Tercer Viaje Misionero. “Nosotros” zarpamos con rumbo directo a Cos, una pequeña isla a 64 kilometros al sur de Mileto. (vea Bx – La visión de Pablo del hombre de Macedonia: Una mirada más cercana a los pasajes “nos y nosotros” y los pasajes marítimos).
…al día siguiente nosotros navegamos a Rodas, una isla más grande al sureste de Cos, y de allí a Pátara, un puerto marítimo de Licia en la costa sur de Asia Menor. Debido a que el primer barco hizo tantas escalas, los misioneros viajeros buscaron un barco que fuera directamente a Fenicia con la esperanza de ahorrar tiempo. Y encontrando “nosotros” un barco que cruzaba hacia Fenicia, nos embarcamos y zarpamos. Al avistar Chipre, dejándola a babor, navegábamos hacia Siria, y arribamos a Tiro, porque el barco tenía que descargar allí la mercancía (21:2-3). El barco era mucho más grande. Su ruta los llevó al sureste hasta el centro del Mediterráneo oriental. Cuando avistamos Chipre, pasándola por la izquierda, continuamos navegando en el viaje de aproximadamente 644 kilómetros hasta la provincia de Siria (que incluía a Israel). Nosotros desembarcamos en Tiro, que era el puerto de entrada a la provincia de Siria. Habiendo hallado a los discípulos, permanecimos allí siete días, y ellos aconsejaban a Pablo por el Espíritu que no subiera a Jerusalén (21:4). Pero, para consternación de ellos, el barco atracó en Tiro durante siete días para descargar. ¿Alguna vez ha notado con qué frecuencia ADONAI tiene una bendición en las paradas no programadas en su camino? Dios tenía una bendición esperando a Pablo y a los demás en la parada de ellos no programada.487
Nosotros buscamos a los discípulos y permanecimos allí siete días fortaleciendo a los creyentes. Había creyentes en Tiro ya en 11:19 como resultado de la dispersión después de la lapidación de Esteban (11:19). Seguían diciéndole a Pablo a través del Espíritu que no pusiera un pie en Jerusalén (21:4). Algunos creen que el Espíritu Santo prohíbe a Pablo ir a Jerusalén, pero el texto no dice eso. Por el Espíritu en este contexto significa que el mensaje del Espíritu se refería a lo que le sucedería a Pablo cuando pusiera un pie en Jerusalén. Entonces el Espíritu Santo no le prohibió a Pablo ir a Jerusalén, fueron los creyentes en Tiro quienes alentaron a Pablo a no ir. Lo amaban y temían por su seguridad. Sin embargo, Pablo tuvo que ir (19:21, 20:22: 21:14).488 Además, en ninguna parte de las Escrituras se sugiere que Pablo haya pecado por ir a Jerusalén. Después de que llegó allí declaró: Yo, con toda buena conciencia me he conducido para con Dios hasta este día (23:1b). Sería difícil ver cómo podría haber dicho eso si simplemente hubiera pecado deliberadamente contra ADONAI.
Pero cumplidos aquellos días, salimos hasta las afueras de la ciudad acompañados por todos, con sus mujeres e hijos, y después de orar puestos de rodillas en la playa, nos despedimos unos de otros y subimos al barco, y ellos regresaron a sus casas (21:5-6). Esto fue similar a la experiencia de Pablo con los ancianos de Efeso en Mileto (20:38). La referencia a la oración no es casual. Todos estaban plenamente conscientes del peligro que enfrentaba Pablo en Jerusalén. Entonces Pablo y Lucas abordaron el mismo barco que los llevó a Tiro, y los creyentes de Tiro regresaron a casa nuevamente.
Segunda etapa del viaje: Nosotros, completando la navegación desde Tiro, arribamos a Tolemaida; y luego de saludar a los hermanos, nos quedamos con ellos un día (21:7). Tolemaida, conocida en Jueces 1:31 como Aco, estaba a unos 40 kilómetros al sur de Tiro. Pablo, que nunca pierde una oportunidad ministerial (Efesios 5:16), inmediatamente buscó a los creyentes en esa ciudad. Luego de saludar a los hermanos Pablo y sus compañeros se quedaron un día, quizás nuevamente estando atado al horario de su barco. La iglesia de Tolemaida, como la de Tiro, probablemente había sido fundada por quienes huyeron de Jerusalén tras el martirio de Esteban. (11:19). El cuidado de Pablo por ellos no fue poco porque él no había fundado la iglesia de ellos; esta era su preocupación por todas las iglesias (Segunda Corintios 11:28).489
Y la tercera etapa del viaje: Al día siguiente salimos y fuimos a Cesarea, y entrando en la casa de Felipe, el evangelista, el cual era uno de los siete, posamos con él (21:8). Llegaron Cesarea Marítima, 48 kilómetros al sur de Tolemaida. Fue una importante ciudad portuaria, ciudad romana y residencia oficial del procurador, donde vivió Poncio Pilato y donde vivieron Félix y Festo en el libro de los Hechos. Entramos en casa de Felipe, el evangelista, que era uno de los siete diáconos, y nos quedamos con él (vea Az – La Buena Nueva llegan a Samaria). De hecho, Felipe pudo haber sido una de las fuentes de Lucas cuando comenzó a recopilar información sobre la primera comunidad mesiánica en Jerusalén. Y éste tenía cuatro hijas doncellas que profetizaban (21:9). Lucas presenta cinco cameos (breve aparición de una persona) de importantes mujeres creyentes en una variedad de roles que asumieron (vea Bd– Señales y milagros siguen a Pedro: Una mirada más cercana a Lucas, la mujeres y el ministerio). Quizás fue entonces cuando Felipe reveló los hechos sobre él y Esteban, que Lucas incorporó más tarde en Hechos 6-8.
Los profetas y profetisas, como emisarios, fueron designados especialmente por Dios en la iglesia. Se distinguían de los creyentes individuales. Ellos complementaban el ministerio de los emisarios (Efesios 4:11), funcionando exclusivamente con una congregación local particular, mientras que los emisarios tenían un ministerio más amplio. En contraste con los emisarios, cuya revelación doctrinal fue fundamental para la iglesia (Hechos 2:42; Efesios 2:20), el mensaje de los profetas fue más personal y práctico. A veces ellos recibían nueva revelación de ADONAI sobre asuntos que luego serían cubiertos en las Escrituras. El objetivo principal de su ministerio, sin embargo, fue la confirmación o explicación de la revelación divina existente, muy parecido a los predicadores y maestros de la Palabra de hoy (vea el comentario a Primera de Corintios Dl – La Palabra que Edifica).
El aspecto revelador del don de profecía cesó al cerrar los oídos de los emisarios al completar las Escrituras. El aspecto no revelador del ministerio de estímulo doctrinal y práctico de los profetas ha sido asumido por los evangelistas, pastores y maestros. De hecho, en las últimas cartas que escribió Pablo, las cartas pastorales, no se refiere a profetas en absoluto; en cambio, la enseñanza debía ser realizada por los ancianos (Primera Timoteo 3:2; Tito 1:9).490 Estas cuatro profetisas tenían el don de profecía (Primera Corintios 11:5); sin embargo, ellas no podían usar el don durante el culto público (Primera Corintios 14:33-35). El lugar donde usaron este don fue en su hogar, como lo deja claro el versículo 8. Durante su estancia se dio otra profecía de gran interés.
Al permanecer nosotros allí varios días, bajó de Judea un profeta de nombre Agabo, el cual vino a nosotros, y tomando el cinto de Pablo, se ató los pies y las manos, y dijo: Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán los judíos en Jerusalén al varón de quien es este cinto, y lo entregarán en manos de los gentiles (21:10-11). Un profeta que había recibido revelación directa de Dios llamado Agabo (11:27ss), de Judea, era un profeta confiable porque ya había sido autenticado por una profecía anterior realizada en 11:27-18. Pero aquí Agabo dio otra profecía. Él vino a nosotros y realizó un acto simbólico como lo hacían los profetas en el TaNaJ (Primera de Reyes 11:29ss; Isaías 20:3ss; Ezequiel 4:1ss). Él tomó un trozo largo de tela que Pablo lo usó como cinturón, se ató las manos y los pies y luego explicó el significado de sus acciones. Se necesitarían muchos años para que esas manos se desataran. Aquí Agabo simplemente estaba confirmando lo que el Espíritu Santo había dicho antes: ahora mirad que yo, constreñido por el Espíritu, voy a Jerusalén sin saber lo que me ha de suceder allí, excepto que el Espíritu Santo, de ciudad en ciudad, me asegura que me esperan prisiones y tribulaciones (20:22-23). Sin embargo, su prisiones y aflicciones le dieron la oportunidad de testificar a las turbas, a los reyes, a los judíos, al Gran Sanedrín y a los gentiles.
La escena que siguió fue emotiva. Cuando oímos estas cosas, tanto nosotros como los de aquel lugar, le rogamos que no subiera a Jerusalén (21:12). El amor y la preocupación de ellos por Pablo les hizo, en vista de su inevitable captura, tratar de disuadirlo de arriesgar su vida. Pero Pablo respondió: ¿Qué hacéis llorando y quebrantándome el corazón? Porque no sólo estoy dispuesto a ser atado, sino también a morir en Jerusalén por el nombre de Jesús, el Mesías (21:13). La profecía de Agabo fue divina, mientras que el impulso fue meramente humano. Y como no se dejaba persuadir, desistimos, diciendo: ¡Hágase la voluntad del Señor! (21:14). Esta no fue una renuncia fatalista, sino una confianza confiada en la voluntad soberana y perfecta de Dios (Primera de Samuel 3:18; Mateo 6:10; Lucas 22:42).
Luego vino la cuarta etapa del viaje: Y después de estos días, hechos los preparativos, subíamos a Jerusalén. También vinieron con nosotros algunos de los discípulos de Cesarea, llevando a un tal Mnasón, chipriota, antiguo discípulo, con quien fuéramos hospedados (21:15-16). Jerusalén, a unos 80 ó 95 kilómetros de distancia, según la ruta que eligieran. Un cálculo aproximado del viaje de Filipos a Cesarea significó que Pablo llegó a la costa de Israel aproximadamente dos semanas antes de la Fiesta de Pentecostés o Shavuot. Así, después de muchas semanas de viaje y suspenso, y a pesar de terribles advertencias, Pablo llegó a su destino. Sería una exageración llamar a esto la “entrada triunfal” de Pablo en Jerusalén. Pero al menos su cálida recepción lo fortaleció para soportar los gritos de la turba: “Fuera con él” (21:36), unos días después.491
De hecho, es difícil resistirse a la conclusión de que Lucas ve un paralelo entre el viaje de Jesús a Jerusalén, que es prominente en su evangelio, y el viaje de Pablo a Jerusalén, que describe en Hechos. Por supuesto, el parecido está lejos de ser exacto, y la misión de Jesús fue única; sin embargo, la correspondencia entre los dos viajes parece demasiado estrecha para ser una coincidencia.
Primero, como Jesús, Pablo viajó a Jerusalén con un grupo de sus discípulos (Lucas 10:38 y Hechos 20:4ss).
En segundo lugar, al igual que Jesús, se le opusieron judíos hostiles que conspiraron contra su vida (Lucas 6:7 y 11, 11:53:54, 22:1-2 y Hechos 20:3 y 19).
En tercer lugar, al igual que Jesús, Pablo hizo o recibió tres predicciones sucesivas de sus sufrimientos (Lucas 9:22 y 44, 18:31-32 y Hechos 20:22-23, 21:4 y 11), incluida su entrega a los gentiles (Lucas 18:32 y Hechos 21:11)
En cuarto lugar, como Jesús, Pablo declaró su disposición a dar su vida (Lucas 12:50, 22:19, 23:46 y Hechos 20:24, 21:13).
En quinto lugar, al igual que Jesús, Pablo estaba decidido a completar su ministerio y no dejarse disuadir de él (Lucas 9:51 y Hechos 20:24, 21:13).
En sexto lugar, como Jesús, Pablo expresó su entrega a la voluntad de Dios (Lucas 22:42 y Hechos 21:14).
Incluso si no se pueden insistir en algunos de estos detalles, Lucas seguramente pretende que sus lectores imaginen a Pablo siguiendo los pasos de su Maestro cuando estaba decidido a subir a Jerusalén (Lucas 9:51).492
El tercer viaje misionero de Pablo estaba completo, ya que comenzó después de una visita a la iglesia (comunidad mesiánica) en la Ciudad Santa (18:22) y ahora termina allí. Su misión griega también estaba completa. El no regresaría a las iglesias que había iniciado. Lucas había preparado bien a sus lectores para esta realidad. Pablo había dejado claro el hecho en su discurso a los efesios. ancianos (20:25). Los propios presentimientos de Pablo (20:22ss), y los de los creyentes en Tiro y Cesarea nos han preparado para los acontecimientos que están a punto de desarrollarse en Jerusalén. Pablo ya no daría testimonio como un hombre libre en el resto de Hechos. El estaría encadenado, pero las cadenas no podrían atar a su testimonio, de hecho, su testimonio sería aún más audaz. 437
Señor has dejado claro el contraste. Porque los que viven según la carne, tienen la mente en las cosas de la carne, pero los que viven según el espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque la manera de pensar de la carne es muerte, pero la manera de pensar del espíritu, es vida y paz; porque la manera de pensar de la carne es enemistad contra Dios, pues no se sujeta a la ley de Dios, porque tampoco puede. Así que, los que están en la carne no pueden agradar a Dios (Romanos 8:5-9). Que nosotros queramos sólo lo que Tú sabes que es lo mejor. Que no sólo permitamos hacer lo que quieras con nosotros, sino que también consideremos un gozo seguirte a Tí.494
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