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Ven, sígueme,
y te haré pescador de hombres
Mateo 4:18-22; Marcos 1:16-20; Lucas 5:1-11

Ven, sígueme, y te haré pescador de hombres ESCUDRIÑAR: ¿Qué invitaciones les hizo Jesús a esos pescadores? ¿Qué le parece inusual en la respuesta de ellos? ¿Qué conocimiento previo de Cristo cree que tenían? (vea Mateo 4:13 y 17) Imagínese a usted mismo como Simón. ¿Qué está pensando, haciendo, sintiendo en Lucas 5:1-3? ¿Cuándo el Señor le habla directamente a usted en Lucas 5:4? ¿Por qué acepta usted su extraña petición? ¿Cómo tuvo esto un efecto más profundo en Pedro, que la curación de su suegra? ¿Qué está empezando a comprender acerca del rabino de Galilea?

REFLEXIONAR: Espiritualmente, ¿sigue usted preparando las redes? ¿Está abandonando la barca? ¿O está siguiendo con ahínco al Mesías? ¿Está totalmente comprometido? Los apóstoles dejaron su profesión y su fuente de ingresos. Creían que Él proveería para sus necesidades. ¿Hacemos lo mismo nosotros? El Señor le dijo a Pedro: No tengas miedo. ¿Por qué dijo eso? Cuando piensa usted en comprometerse totalmente a seguir a Yeshua, ¿de qué tiene miedo? ¿Por qué? ¿Cuándo y cómo se enamoró de Jesús?

Rescatar a los perdidos es la mayor preocupación de ADONAI. Tanto es así que hizo que Yeshua llorara amargamente por la incrédula Ciudad de David, sollozando: ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te han sido enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos bajo las alas, y no quisisteis! (Mateo 23:37) Dios envió a Su Hijo a la tierra –para predicar, morir y resucitar– con el propósito de salvar a la humanidad del pecado (Juan 3:16). Cristo dijo de mismo: porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido (Lucas 19:10). La evangelización fue la gran preocupación de las congregaciones de Dios después de Shavuot. Ellos estudiaban a los pies de los apóstoles, compartían entre sí y alababan a Dios, gozando del favor de todo el pueblo. Y cada día el Señor añadía al número los que iban siendo salvos (vea Hechos 2:42-47). La evangelización ha sido el latido del corazón de los creyentes fieles desde entonces.

Las formas de la palabra griega traducida como evangelizar, se encuentran más de cincuenta veces en el Brit Hadashah. La evangelización es el eje principal de la Gran Comisión: Id pues, discipulad a todas las gentes, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Mateo 28:19). Si bien algunas personas tienen el don espiritual de la evangelización (Efesios 4:11), todos debemos ser evangelistas. Hacer discípulos es evangelizar, es poner a la gente bajo el señorío de Yeshua el Mesías. Pero, cuando Jesús llamó a Sus discípulos a Sí mismo, también los llamó a llamar a otros.390 Vea Ntd.

Yeshua podría haber cumplido Su misión solo, pero, nunca tuvo la intención de hacerlo solo. Junto con la declaración de que el Reino estaba cerca, continuó llamando a sus apóstoles. En este comentario sobre la vida de Cristo, hago una distinción entre apóstoles y discípulos. Los doce serán llamados apóstoles o talmidim (en hebreo), y los demás que llegarían a creer en Él serán llamados discípulos. Si bien es cierto que los apóstoles también fueron discípulos, no es cierto que todos los discípulos fueran apóstoles.

El concepto de discipulado no era nada nuevo para el judaísmo del primer siglo. Cualquier rabino importante tendría seguidores fieles que serían llamados a un compromiso tanto de seguir como de aprender, de ahí la palabra talmid (singular), que significa aprendiz. El talmid se “uncía” a un rabino y se sometía a él para recibir instrucción. Los rabinos enseñaban que el talmid “estaría cubierto con el polvo de sus pies” porque lo seguiría de cerca. Ser elegido talmid de un rabino importante era un gran honor. Esto significaba más que simplemente transmitir información, también implicaba una relación personal cercana con el rabino. La palabra halajá se suele traducir como el camino que uno recorre. La palabra se deriva de la raíz hebrea hei -lámed -kaf, que significa ir, caminar o viajar. Por lo tanto, el objetivo de un talmid sería duplicar y perpetuar la halajá. La sabiduría de la Torá y la halajá eran transferidas al talmid después de años de enseñanza y formación en el trabajo, para que un día tuviera sus propios talmidim (plural). NTD

Aquí Jesús llama a Pedro y Andrés a la halajá, o ministerio de tiempo completo (Felipe y Natanael no se mencionan, pero se da a entender que también fueron llamados). Entonces Yeshua añade dos talmidim más, Santiago y su hermano Juan, quienes también dejaron su próspero negocio de pesca para seguir al Señor y dedicarse por completo al ministerio. En ese momento había siete talmidim.

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Andando junto al mar de Galilea vio a dos hermanos: Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, que echaban una jábega en el mar, porque eran pescadores (Mateo 4:18; Marcos 1:16). El mar de Galilea, es un hermoso cuerpo de agua, a casi 200 metros bajo el nivel del mar, de 21 kilómetros de largo y 13 kilómetros de ancho, en realidad es un lago interior (Lucas lo llama el Lago de Genesaret y Juan lo llama el Mar de Tiberíades). En un momento dado, el historiador judío Josefo informó que había unos 240 barcos que pescaban regularmente en sus aguas. Cuando lo visité en octubre de 2023, justo antes de que estallara la guerra, mi congregación mesiánica hizo un paseo en barco por el mar de Galilea. No hay nada como adorar en el mar de Galilea. Para hacer el paseo con nosotros, haga clic aquí . Sucedió que al agolparse la multitud sobre Él para oír la palabra de Dios (Él estaba de pie junto al lago Genesaret), vio dos barcas ancladas en el lago, pues los pescadores habían salido de ellas y lavaban las redes (Lucas 5:1-2).

Vio a dos hermanos: Simón llamado Pedro (hebreo: Kefa) y su hermano Andrés. Como Simón era uno de los nombres más comunes en la Palestina del primer siglo (veremos otros cuatro Simones en Mateo 10:4, 13:55, 26:6, 27:32), este era el apodo con el que nuestro Señor solía identificarlo (y especialmente para distinguirlo del otro Simón entre los Doce). Ellos estaban echando una red al mar porque eran pescadores (Mateo 4:18b; Marcos 1:16b).

Simón era un hombre sencillo y sin educación, que conocía a Yeshua de su encuentro anterior durante el verano, mientras él y otros estaban pescando el pez tropical “musht” en los manantiales de agua mineral caliente de la costa cerca de Tabgha (también llamado tilapias de San Pedro). En ese momento, Jesús había llamado a Simón y su hermano Andrés para que se unieran a Él mientras predicaba por toda la gran Galilea. Si bien Pedro inicialmente había aceptado el llamado de Cristo como talmid, también tenía una esposa y una suegra a las que cuidar. Pero ahora El Nazareno estaba de vuelta, de pie frente a su barca.391

Al agolparse la multitud sobre Él para oír la palabra de Dios: vio dos barcas ancladas en el lago, pues los pescadores habían salido de ellas y lavaban las redes. Subiendo a una de las barcas, la cual era de Simón, le rogó que se alejara un poco de la orilla, y, sentado, enseñaba a las multitudes desde la barca (Lucas 5:1b-3). La multitud era tan grande que no había suficiente espacio para que el Mesías se dirigiera al pueblo. Los pescadores, estaban lavando sus redes de la arena y las piedras con las que el trabajo de una noche así, las atascaría. Jesús siempre está enseñando desde una posición sentada, que es la postura de un rabino. Las multitudes comenzaron a encontrarlo en aquellos días en que predicaba. El sol de la mañana temprano reflejaba la superficie del lago e iluminaba toda la escena.

Cuando cesó de hablar, dijo a Simón: Boga hacia lo hondo, y echad abajo vuestras redes para una captura (Lucas 5:4). Pedro era un pescador experimentado, que conocía las costumbres de los peces. La pesca se practicaba normalmente de noche, pues era entonces cuando los peces subían de las profundidades para alimentarse en la superficie del agua. Los peces permanecían en la superficie mientras oscurecía, pero cuando pasaba la noche y salía el sol, los peces volvían a descender a las profundidades del lago. Los que se dedicaban a la pesca sabían que era inútil intentar pescar durante el día.392

Pero Pedro estaba exhausto y desanimado. Había estado despierto durante veinticuatro horas seguidas, navegando en su pequeño bote por el lago y arrojando sus redes una y otra vez. Probablemente le dolía la espalda por inclinarse sobre la borda para recoger sus redes. Había estado entrando y saliendo del mar interior una y otra vez, sin éxito. Necesitaba beber y comer, necesitaba dormir un poco. Pero, sobre todo, necesitaba pagar sus impuestos, y esa noche de pesca infructuosa no le ayudó.393

Pero respondiendo Simón, dijo: Maestro, después de bregar durante toda la noche, nada hemos pescado; pero en tu palabra, echaré abajo la red (Lucas 5:5).

Entonces Simón le respondió: Maestro, después de bregar durante toda la noche, nada hemos pescado. ¿Tiene usted alguna red gastada, mojada, vacía? ¿Conoce la sensación de una noche de insomnio, de fracaso? Por supuesto que sí. ¿Qué ha estado buscando?

¿Solvencia? “Mi deuda es un yunque alrededor de mi cuello…”
¿Fe? “Quiero creer, pero…”

¿Un matrimonio feliz? “No importa lo que haga…”
Dice usted: He trabajado duro toda la noche y no he pescado nada.” Ha sentido lo que sintió Pedro. Se ha sentado donde se sentó Pedro. Y ahora Jesús le pide que vaya a pescar. Él sabe que sus redes están vacías. Él sabe que su corazón está cansado. Él sabe que nada le gustaría más que darle la espalda al desastre y llamarlo a esto una vida. Pero Él insta: “No es demasiado tarde para intentarlo de nuevo”.
Veamos si la respuesta de Pedro no nos ayuda a formular la nuestra.394

Simón pensó que sabía más sobre pesca que Yeshua. La experiencia de Pedro le decía que echar las redes durante el día sería inútil… pero en tu palabra, echaré abajo la red (Lucas 5:5b). Siendo un talmid obediente, el echó abajo sus redes.

Y cuando hicieron esto, encerraron una gran cantidad de peces, y se rompían sus redes. E hicieron señas a los compañeros en la otra barca para que vinieran a ayudarles. Y fueron y llenaron ambas barcas, hasta tal punto que se hundían. Al verlo Simón Pedro, se postró a los pies de Jesús, y dijo: ¡Apártate de mí, Señor, que soy hombre pecador! (Lucas 5:6-8). Al ver el milagro de ambas barcas, llenas de pescado fue suficiente para convencer a Simón Kefa que estaba en presencia del Santo de Dios. El efecto sobre el impulsivo Pedro fue instantáneo. Cuando Simón Pedro vio esto, cayó de rodillas ante Jesús y dijo: ¡Apártate de mí, Señor, que soy un hombre pecador! Como Isaías, Simón expresó su indignidad, la cual uno debe sentir en presencia de lo divino.

Si nos comparamos con otra persona, siempre podemos encontrar a alguien peor que nosotros. Así que no lo haga, lo único que obtendrá será un mal fruto. La única comparación que deberíamos hacer es con el modelo absoluto de Jesucristo. Él es nuestra audiencia de Uno. Cuando hacemos esto, nuestra única conclusión puede ser la misma que la de Pedro. Somos pecadores en verdad.

Porque a causa de la captura de los peces, el asombro lo había dominado a él y a todos los que estaban con él; e igualmente a Jacobo y a Juan, hijos de Zebedeo, los cuales eran socios de Simón (Lucas 5:9-10a). Jesús le ofreció una palabra de consuelo, dijo a Simón: No temas, desde ahora serás pescador de hombres (Lucas 5:10b). Ven, ésta parece ser una de Sus palabras favoritas:

Y venid después y estaremos a cuenta, dice YHVH: Aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; Aunque sean rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana (Isaías 1:18).

¡Si alguno tiene sed, venga a mí y beba! (Juan 7:37b).

Venid a mí todos los que estáis trabajados y agobiados, y Yo os haré descansar (Mateo 11:28). Todo comienza con un tirón en el corazón. Esto no quiere decir que nuestra fe no tenga sentido, pero, para la mayoría de nosotros, seguir a Jesús es como enamorarse. Se ha dicho que “admiramos a las personas por razones; las amamos sin razones”. Sucede simplemente porque son quienes son. Yeshua dijo: Y Yo, cuando sea levantado en alto de sobre la tierra, a todos atraeré a mí mismo (Juan 12:32). Sí, seguimos al Mesías por lo que Él dijo – Sus palabras son importantes; pero también lo seguimos por todo lo que Él es.395

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La obediencia de Sus Talmidim fue instantánea. Y ellos, dejando al instante las redes, lo siguieron (Mateo 4:20; Marcos 1:18). La obediencia es la chispa que enciende el fuego de la pasión. Pedro al final, pescó a hombres y mujeres. ¿Recuerda lo bien que lo hizo en Shavuot? La respuesta del Señor a Pedro fue ciertamente significativa. Cerca de tres mil almas fueron salvadas y bautizadas después de su primer sermón (haga clic en el enlace y vea el comentario sobre Hechos An Pedro habla a la multitud en Pentecostes)! Simón estaba pescando según las instrucciones del Mesías.

Una serie de cualidades que hacen a un buen pescador también pueden ayudar a hacer de él un buen evangelizador.

En primer lugar, un pescador debe ser paciente, porque sabe que a menudo lleva tiempo encontrar un banco de peces.

En segundo lugar, un pescador debe tener perseverancia. No se trata simplemente de esperar pacientemente en un lugar, con la esperanza de que algún pez aparezca finalmente. Se trata de ir de un lugar a otro, y a veces de regreso, una y otra vez, hasta que se encuentran los peces.

En tercer lugar, los pescadores deben tener un buen instinto para ir al lugar correcto y arrojar la red en el momento justo. La mala elección del momento oportuno ha hecho perder muchas capturas, tanto de peces como de personas.

Una cuarta cualidad es el coraje. Los pescadores, sin duda los del Mar de Galilea, a menudo se enfrentan a peligros considerables de tormentas y diversas calamidades.396

Pero, ¿usted sabe que hay otro pescador? ¿El diablo también es pescador? El Rabino Saulo/Pablo nos lo dice en Segunda Timoteo 2:26, cuando dice: Dios puede conceder al pecador la oportunidad… de revertir a sus sentidos para que vuelvan en sí, y escapen del lazo del diablo en que están cautivos a voluntad de él. Satanás también tiene su anzuelo en el agua. Si bien es cierto que ADONAI está pescando su alma, esa antigua Serpiente también está pescando su alma con un anzuelo cebado con las cosas de este mundo (1 Juan 2:15-17). Usted podría decir que el anzuelo del Señor es la cruz. El Hijo de Dios murió en esa cruz por usted. Este es el mensaje del Padre para usted hoy. Por cierto… ¿en el anzuelo de quién está usted hoy? Está en el anzuelo de Dios o en el anzuelo del Adversario.397

Hay solo dos opciones.

Y después de arrimar las barcas a tierra, dejando todas las cosas, lo siguieron (Lucas 5:11). Es importante entender que esta no fue la primera interacción del Señor con Pedro, Andrés, Santiago o Juan (vea Bp Los discípulos de Juan siguen a Jesús). Ellos ya habían sido llamados a la fe y el rabino de Galilea ya tenía una relación con ellos.

Y pasando de allí adelante, vio a otros dos hermanos: Jacobo (o Santiago), el (hijo) de Zebedeo, y Juan su hermano, que remendaban sus redes en la barca con su padre Zebedeo. Y los llamó (Mateo 4:21; Marcos 1:19). Cuando el rabino galileo llamó a los dos hermanos, eran hombres duros y cascarrabias, como joyas en bruto. Tenían poca educación, poca visión espiritual y tal vez, poca formación religiosa. Ellos estaban en una barca con su padre Zebedeo, preparando sus redes, una tarea rutinaria pero vital en el negocio de la pesca.

Aunque su apellido era Zebedeo (o Zavdai), que en hebreo significa “don de Dios”, Yeshua más tarde les daría a estos dos celosos hermanos el apodo de Boanerges, que significa “hijos del trueno” (vea Marcos 3:17). Jesús los llamó como había llamado a Simón y Andrés.

Enseguida los llamó, y dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, lo siguieron (Marcos 1:20; Mateo 4:22). En su caso, algo así como el precio del discipulado se indica por la ruptura de los lazos familiares: el abandono del negocio de su padre. La mención de los jornaleros puede implicar que Zebedeo era rico. Pero Juan, el autor humano inspirado, también puede ser incluido para indicar que al dejar a su padre para seguir a Jesús, Santiago y Juan no lo dejaron completamente solo en su negocio de pesca. Pero el énfasis está puesto en su respuesta inmediata a la llamada de Cristo.398

Como Simón Pedro (Kefa), el profeta Isaías, también tuvo una revelación del Señor que lo doblegó, dijo: ¡Ay de mí, muerto soy! ¡Yo, hombre de labios inmundos, que habito en medio de un pueblo de labios inmundos, he visto con mis ojos al Rey, a YHVH Sebaot! (Isaías 6:5). Sin embargo, el toque de un carbón ardiente del altar de bronce lo limpió de sus pecados y lo liberó de toda culpa. Una vez purificado, Isaías pudo escuchar el clamor del corazón de ADONAI: Entonces oí la voz de Adonay que decía: ¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros? Y dije: ¡Heme aquí, envíame a mí! (Isaías 6:8).

Dios anhela llamarnos a cada uno de nosotros, tal como llamó a Pedro y a Isaías. Al permitir que ADONAI nos inunde con Su amor, también nosotros escucharemos el llamado al discipulado. Sabremos que no somos dignos de tal honor, pero también sabremos que, a través del arrepentimiento (1 Juan 1:8-10), podemos ser capacitados por el Espíritu Santo para ser pescadores de hombres.

A medida que nuestra relación con Jesús se profundiza, también lo hará nuestro amor por Él y, como Simón e Isaías, desearemos seguirlo. No tengamos miedo de humillarnos ante el Señor y recibir el llamado que Él tiene para nosotros. No hay mayor honor que ser discípulo del Mesías, capacitado para pescar almas para Su Reino.

Señor Jesús, limpia nuestro pecado y fortalécenos con Tu presencia. ¡Aquí estamos, Señor! ¡Envíanos! ¡Danos poder para hacer avanzar tu Reino! Enséñanos a hablar Tus palabras y a ministrar Tu amor a todos los que conocemos. Amén.399

Ntd: Todos los hijos de Dios son llamados a hacer discípulos para Cristo Jesús, y no están llamados a hacer discípulos para sí mismos.