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La teología en el libro de Ester

La aplicación teológica del libro se encuentra en su contexto histórico. Para los judíos que regresaron a Jerusalén, los libros post-exílicos de Crónicas, Nehemías, Esdras, Hageo y Zacarías respondieron específicamente a la cuestión teológica más amplia de esa época, que era: “¿Somos todavía la niña de Sus ojos? (Deuteronomio 32:10b) y estamos en una relación de pacto con Él?” El conflicto entre Hamán el agagueo y Mardoqueo el judío, impulsa la reversión de fortunas al final del libro. El detalle aparentemente insignificante que identifica a Amán como agagueo es la clave que vincula a los judíos de la Diáspora con el antiguo pacto que ADONAI hizo con sus antepasados en el Sinaí, asegurándoles la verdad continua en sus vidas.

Agag era el rey de los amalecitas en el momento en que Saúl era el primer rey de Isra’el (Primer Samuel 15). Los amalecitas tuvieron la lamentable distinción de ser los primeros en atacar al pueblo de Dios justo después del Éxodo (ver el comentario sobre Éxodo Cv – Los amalecitas vinieron y atacaron a los israelitas en Rephidim). En consecuencia, el SEÑOR le prometió a Moisés que Él estaría en guerra contra Amalec de generación en generación: Yo borraré del todo la memoria de Amalec de debajo de los cielos (Éxodo 17:14-16).

La historia de Ester es otro episodio de esa antigua batalla entre Israel y los amalecitas, y parecía que los judíos serían aniquilados. No tenían rey, ni ciudad, ni ejército, ni profeta, ni tierra, ni templo, ni sacerdocio, ni sacrificios. No eran más que una minoría pequeña e indefensa que vivía a merced de una monarquía pagana despiadada y poderosa. Además, se encontraban en esa circunstancia grave porque su pecado había sido tan malo como el de las naciones paganas (Ezequiel 8). Solo podían esperar lo peor y, humanamente, solo merecían lo peor. Pero cuando Amán fue empalado, y Mardoqueo fue elevado a un rango que estaba solo debajo del Rey Asuero (10:3), reveló que a pesar del pecado y del hecho de que no estaban en la Tierra, la promesa de ADONAI a Isra’el todavía era válida. Él le había dicho a Abraham: Bendeciré a los que te bendigan, y maldeciré al que te maldiga, y en ti serán benditas todas las familias de la tierra (Génesis 12:3). El libro de Ester nos muestra que los judíos que vivían en Persia todavía estaban bajo la atenta vigilancia de un Dios amoroso (Salmo 91).

El libro de Ester es quizás el ejemplo bíblico más llamativo de la providencia de Dios. La palabra providencia proviene del latín providere (o providentia), que literalmente significa prever. Pero más que simplemente saber sobre el futuro, la palabra tiene la connotación de prepararnos para el futuro. Por lo tanto, Dios opera tras bastidores para gobernar todas las circunstancias a través del curso normal y ordinario de la historia humana, incluso sin la intervención de lo milagroso.

El libro de Ester es el ejemplo bíblico más fiel a la realidad de la providencia de ADONAI precisamente porque Él parece ausente. Incluso en el rincón más pagano del mundo, el SEÑOR controla todas las cosas en beneficio de Su pueblo y la gloria de Su nombre. Inclusive su propio pueblo, como Ester y Mardoqueo, tomaron decisiones que provenían de motivos dudosos en el mejor de los casos, o incluso de abierta desobediencia, Dios todavía trabajó providencialmente a través de esas mismas acciones para cumplir Su pacto.7 Seguramente Romanos 8:28 es un resumen en el Nuevo Pacto del mensaje teológico del libro: Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas ayudan para bien, a los que son llamados conforme a su propósito.

Ntd: En esta traducción se empleó la BTX 3º edición.