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Los pastores y los ángeles
Lucas 2: 8-20

Los pastores y los ángeles ESCUDRIÑAR: ¿Cómo se compara la experiencia de los pastores con el ángel de ADONAI con la de Zacarías en Lucas 1:11-20? ¿Y la de María (Miriam) en Lucas 1:26-28? De todo el pueblo que pudo haber visitado el ángel de ADONAI, ¿por qué Dios lo envió a los pastores? ¿Cómo respondió María a todo esto?

REFLEXIONAR: El SEÑOR se apareció a Zacarías, Miriam y los pastores cuando ellos simplemente estaban siendo ellos mismos y haciendo su trabajo. ¿Qué implica eso acerca de lo que significa ser espiritual? ¿Cómo le ha hablado Dios en el fluir ordinario de la vida? Los pastores no fueron aceptados por la élite religiosa de su época. ¿Qué ha hecho para incluir a personas que hoy en día podrían ser percibidas como marginadas sociales?

Los pastores eran los marginados sociales de su época, un grupo necesario pero condenado al ostracismo sin el cual el Templo no podría funcionar. Mientras cuidaban de los animales necesarios para los sacrificios rituales, los judíos concienzudos –siempre preocupados por la pureza– despreciaban a los pastores por considerarlos demasiado impuros para estar entre otros adoradores. No había nada que idealizar acerca de ellos. Generalmente, eran deshonestos e impuros según los estándares de los fariseos porque no podían observar las Leyes Orales sobre el ceremonial lavado de manos antes de comer (vea el enlace, haga clic en Fs ¿Por qué tus discípulos rompen la tradición de los mayores?). Ellos fueron considerados impuros. Imagine la recepción que recibiría un sucio trabajador migrante en la puerta de un sofisticado club de campo, y se dará cuenta de cuál era el lugar que ocupaba el pastor en la sociedad judía.116 Ellos eran exactamente el tipo de marginados y pecadores que el Mesías vino a salvar.

Y había pastores en aquella región posando a campo abierto, guardando por turnos la vigilia de la noche sobre sus rebaños (Lucas 2:8). Ellos eran pastores judíos viviendo en los campos cercanos. Los pastores solían estar en el campo con sus rebaños. Muchos creyentes mesiánicos celebran el nacimiento del Mesías en Sucot cuando tabernaculizó entre nosotros (Juan 1:14). Para una explicación de este punto de vista, vea Gn Conflicto en la fiesta de las cabañas.

Ellos vigilaban sus rebaños por la noche. Abajo, en el valle, las ovejas estaban acurrucadas para protegerse del frío. Lo más probable es que los pastores intentaran mantenerse despiertos mientras cuidaban a sus ovejas. Los rebaños vagaban de día por las praderas de Judea. Cerca de Belén, en el camino a Jerusalén, había una torre conocida como Migdal Eder, o atalaya del rebaño. Era la estación donde los pastores vigilaban los rebaños destinados a los sacrificios en el Templo.117 Parece profundamente significativo que aquellos pastores, que escucharon las Buenas Nuevas del nacimiento del Salvador, quienes primero escucharon las alabanzas de los ángeles, estuvieran observando los rebaños destinados a ser ofrecidos como sacrificios que representaban el sacrificio de Yeshua Hamashiaj (el Mesías) en la cruz.

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Algunos probablemente dormitaban, otros miraban, cuando el cielo nocturno se partió inesperadamente. Y un ángel del Señor se presentó ante ellos, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor, y tuvieron gran temor (Lucas 2:9). El cielo y la tierra parecieron fusionarse cuando de repente se les apareció un ángel de Dios… la manifestación visible de Su presencia, la gloria Shekhinah. Era más brillante que el día, más como mirar el sol del mediodía, y los pastores dormidos se despertaron y, con miedo, escondieron los ojos entre los pliegues de sus túnicas porque tuvieron gran temor. Sintiendo esto, es posible que las ovejas hayan comenzado a correr en círculos porque ellas también habrían tenido miedo.

Este fue el anuncio del nacimiento del Rey judío a los pastores judíos. Por primera vez desde los días de Ezequiel (Ezequiel 10:3-5, 18-19, 23), se vio la gloria Shekinah. Por más de quinientos años la nación de Israel había estado sin esa señal visible de la presencia de Dios entre Su pueblo. Y ahora la gloria Shekinah, que Israel había esperado, fue revelada a los pastores en el campo, no a los sacerdotes en el templo. De hecho, Así, los postreros serán primeros, y los primeros, postreros (Mateo 20:16).

Pero el ángel les dijo: ¡No temáis! pues he aquí os doy buenas nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo (Lucas 2:10). El ángel trataba de calmar sus nervios. A lo largo de Lucas, el gozo se asocia a menudo con la salvación. Os doy buenas nuevas. Esto haría que cualquier judío abriera los ojos y los elevara al cielo. Habían temido la justicia y la venganza de Ha’Shem durante siglos. Ellos habían adorado cuidadosamente, con respeto por los diferentes rituales, por temor a que Él estuviera disgustado con ellos. Y ahora – ¿Buenas nuevas?

Levantaron la vista esperanzados y el ángel volvió a hablar. Su voz pareció llenar todo el valle. ¡Hoy os nació en la ciudad de David un Salvador, que es el Mesías, el Señor! (Lucas 2:11). El Nuevo Pacto griego usa sotér para Salvador, correspondiente a la palabra hebrea moshia (salvador), que es otra forma de la palabra hoshia (el salvo) y está relacionada con el propio nombre de Yeshua (Mateo 1:21). El Nuevo Pacto usa sotér 24 veces y el verbo relacionado sozo, salvar, 44 veces. Pero su uso se basa en los cimientos ya establecidos en el TaNaJ. Por lo tanto, cuando surge la pregunta de si alguien es salvo, tiene sus raíces en el TaNaJ así como en el Brit Hadashah (vea Bv Jesús le enseña a Nicodemo).118

Él es el Mesías, el Señor (Lucas 2:11b). El papel de Jesús como Salvador está calificado por el título Mesías y Señor. Este versículo nos da un breve resumen del mensaje del Evangelio y proporciona la razón de la declaración que se encuentra en Lucas 2:11a. Ha nacido el tan esperado Mesias. Este Salvador es también el Señor. Aunque la realización de la autoridad de los títulos Mesías y Señor tendría que esperar hasta la resurrección, en realidad Él ya era Mesías y Señor. Como dijo Pedro: Sepa pues con certidumbre toda la casa de Israel, que a este Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo hizo Señor y Mesías (Hechos 2:36).

Cuando Pedro predicó en la Fiesta de Shavuot, confirmó que esta profecía se había cumplido (Hechos 2:36 y 10:36). El mensaje fue sencillo y directo: no temáis, ha nacido un Salvador y Él es el Mesías. ¡Estas fueron Buenas Noticias! Era mejor que una buena noticia. Era la noticia tan esperada. Era lo que Dios había prometido hace mucho tiempo. Era la llegada de Aquel que salvaría al pueblo del mundo.

Y esto os será la señal: Hallaréis a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre (Lucas 2:12). Se les dieron dos señales. La primera señal fue que los pastores encontrarían un bebé envuelto en paños (TLV en inglés), y la segunda señal sería que el bebé estaría acostado en un pesebre. Una vez más, el doctor Lucas destaca la humanidad de Cristo. Vino a este mundo como un ser humano. Él se conmueve con sentimiento de nuestra fragilidad. Él sabe de nosotros. Nos comprende porque el Salvador vino a este mundo como ser humano. Esto también significa que podemos saber algo acerca de Dios, porque Él tomó sobre Sí nuestra humanidad. Ese debería ser un pensamiento reconfortante para todos nosotros.119

Habiendo anunciado a los pastores las dos señales mediante las cuales podrían encontrar al Mesías: Y repentinamente, junto con aquel ángel, apareció una multitud del ejército celestial alabando a Dios, y diciendo: ¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz entre los hombres de su elección! (Lucas 2:13-14). Ellos comenzaron a cantar un himno de dos versos: El primer verso es para Dios, Cantando: Gloria a Dios en las alturas. Y la segunda línea es para la humanidad: Y en la tierra paz entre los hombres de su elección. Estas son personas a quienes la voluntad de Dios favorece y que desean lo que Ha’Shem quiere. Este es el tercero de cuatro cánticos registrados en Lucas (los dos primeros fueron de María en 1:46-66, y Zacarías en 1:68-79), el tercero aquí por un coro de ángeles 2:14, y finalmente por Simeón. en 2:29-32.120

Y aconteció que cuando los ángeles se apartaron de ellos al cielo, los pastores decían unos a otros: Vayamos ahora a Bet-léhem, y veamos esto que ha sucedido, que el Señor nos manifestó (Lucas 2:15). Quizás cuando los ángeles regresaron al cielo, los pastores se habrían dicho una y otra vez: ¿Qué han visto? ¿Escucharon lo que yo escuché? ¿Es cierto que el Mesías ha venido a salvar a la humanidad? Tal vez después de una corta discusión, habrían creído el mensaje y se dijeron unos a otros: vayamos ahora a Belén y veamos esto que ha sucedido, que el Señor nos manifestó. Esto fue muy parecido a la acción de Miriam después de haber escuchado el mensaje de Isabel. Esta actitud contrasta marcadamente con la de los líderes religiosos que sabían dónde nacería el bebé (Mateo 2:5-6), pero no se tomaron el tiempo ni el esfuerzo para confirmarlo por sí mismos.121

Como siempre, en tiempos de crisis, los pastores delegaban a algunos de ellos para cuidar las ovejas. Así que el resto se apresuró y cruzaron el valle oscuro y cubierto de hierba y subieron las laderas de las colinas, escalaron, hablaron y se preguntaron. ¿Podría ser realmente? Es lógico que los pastores mayores creyeran que no se trataba de un engaño. Los judíos eran estudiantes de la Torá, de los profetas y de los escritos. Como no había libros comunes, memorizaron todas sus enseñanzas sobre ADONAI. Había prometido un Salvador que vendría a través de la casa de David y nacería en Belén (Miqueas 5:2). Lo más probable es que lo que más desconcertó a todos los pastores fue que el nacimiento del Mesías fuera tan humilde. No podían imaginar al Hijo de Dios acostado en un pesebre.

¿No habían dicho los mayores que cuando el Salvador viniera a la tierra, estaría cabalgando sobre una gran nube blanca, sentado en augusta realeza, escuchando las trompetas y los cánticos de huestes de ángeles rodeando Su trono mientras gobernaba el cielo y la tierra? Esta noche, los ángeles parecían ser una ocurrencia tardía. Fue como si Su nacimiento hubiera sido tan insignificante, tan humilde, que los ángeles tuvieron que bajar del cielo para llamar a unos cuantos pastores solitarios para que fueran a una cueva y lo adoraran. ¿No podría al menos haber nacido en el gran palacio del rey Herodes? Un pesebre, dijo el ángel. Entendieron la palabra. Significaba una especie de abrevadero en el que los animales comían grano. Tendría el dulce olor de la avena y la cebada viejas, y el lado estaría masticado y desmenuzado. En el fondo habría una lamida de sal.

Los pastores caminaron entre los peregrinos de Bet-léhem (Belén), preguntando dónde se podría encontrar al Mesías. La mayoría les dio la espalda en silencio. Algunos preguntaron: “¿Qué Mesías?” Los pastores probablemente preguntaron si alguien había visto a los ángeles. “¿Qué ángeles?” A veces los viajeros eran groseros y les preguntaban si estaban borrachos. El abuso no era nuevo para los pastores. Lo habían sabido antes. Pacientemente ellos continuaron su búsqueda, preguntando aquí y allá y finalmente limitando sus preguntas a esto: ¿Dónde podemos encontrar un bebé recién nacido en este pueblo? Finalmente, alguien señaló donde se encontraba una joven embarazada y que había sido vista con su marido. Finalmente ellos encontraron la casa.

Los pastores se acercaron tímidamente a la casa, avanzaron por el sendero en sandalias, susurrando. Cuando se acercaban a la casa, José los vio llegar, los estudio cuidadosamente, y el líder le dijo que habían visto ángeles en el valle, y uno había dicho que el Mesías había nacido esa noche en el pueblo de David. Ellos habían... (si acaso no fuera demasiado pronto) … venido a adorarlo.

Entraban con los cubrecabezas puestos, los largos cabellos caían sobre los hombros y las barbas temblaban con sus suaves oraciones. A la parpadeante luz amarilla de la lámpara de aceite, vieron a la joven madre, de unos trece años, sentada sobre paja. Ella estaba mirando por encima del costado de un viejo pesebre. De rodillas, también se enderezaron y miraron por encima del borde. Allí estaba Él, envuelto fuertemente en tiras de tela.

La escena en la sala familiar, calentada por los cuerpos y la respiración de los animales, era, para los pastores, más cercana a sus corazones que si el Mesías hubiera venido en una gran nube con ángeles tocando trompetas (vea Aq El nacimiento de Jesús). Ellos entendían a los bebés y a los animales y estaban encantados de que Dios considerara adecuado venir a la tierra en una morada apenas menos digna que sus propios hogares en las colinas.

Y apresurándose, fueron y hallaron juntos a Miriam y a José, y al niño acostado en el pesebre (Lucas 2:16). Entonces los pastores encontraron a Miriam y a José, y al bebé, acostado en el pesebre tal como el ángel había profetizado. Entonces, fueron los pastores, y no los magos, quienes primero adoraron al niño Jesús. Ellos deben haber estado entre el asombro y la felicidad. El pequeño bebé era ADONAI, y el Hijo de Dios, pero también era un niño indefenso y adorable. Seguramente sus corazones se llenaron de alegría y sus sonrisas probablemente se borraron al recordar que estaban en presencia del Rey de reyes. Eran hombres de tal pobreza y humildad que sus abrigos hablaban con más elegancia que sus lenguas. Adoraron al Rey con corazones llenos y agradecidos.122

Y después de verlo, manifestaron lo que les fue dicho acerca del niño (Lucas 2:17). Los pastores continuaron lo que los ángeles habían comenzado e hicieron correr la voz acerca de lo que les habían dicho acerca del bebé. Y todos los que lo oyeron, se maravillaron de las cosas dichas por los pastores (Lucas 2:18). El significado más amplio de la palabra griega para maravillaron es una sensación de asombro con un toque de miedo ante algo inusual o misterioso. Los viajeros que habían venido para el censo quedaron maravillados por lo que vieron y oyeron. Mientras ellos seleccionaban sus sacrificios en el patio del Templo, ¡cuán ansiosos y curiosos podrían reunirse para discutir, preguntarse, sí, tal vez incluso burlarse de la noticia del bebé Mesías acostado en un pesebre! Sin embargo, cómo se regocijaría el corazón del justo y piadoso Simeón al aguardar que las esperanzas y oraciones de su vida estuviera cerca; y cómo la anciana profetisa Ana, que no había abandonado el recinto del Templo, pero oraba diariamente por la redención de Israel, estaría buscando al bebé Yeshua a partir de ese momento (vea Au Jesús presentado en el Templo).

Todo esto causó una profunda impresión en María. Y Miriam guardaba todas estas palabras, meditándolas en su corazón (Lucas 2:19). La palabra griega para guardar significa proteger, preservar, guardar o vigilar algo. Miriam no entendió del todo las implicaciones de todo lo que le pasó. Cuando dice meditándolas, describe a alguien que está desconcertado por lo que ha escuchado, pero lo tiene presente para poder comprender. Al igual que algo parecido a un rompecabezas, reflexionó o meditó sobre las cosas que sucedían, colocándolas juntas para compararlos. Todo lo que le había pasado: el anuncio del ángel Gabriel, la crisis que provocó en José, el momento del censo, el nacimiento del Mesías y la adoración de los pastores, todo flotaba en su mente, desafiándola a ubicarlos en algún tipo de orden.123 Años más tarde se los revelaría al doctor Lucas para su evangelio.

A su debido tiempo, los pastores regresaron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, tal como les había sido dicho (Lucas 2:20). No fue casualidad, se dijeron, que lo que les había dicho los ángeles y lo que habían visto con sus propios ojos, les llevó a creer que Yeshua Hamashiaj efectivamente había nacido. En consecuencia, si se puede decir que el lugar de Su nacimiento era un lugar pequeño y humilde para los animales, entonces también se puede decir que Sus primeros adoradores, los pastores que vivían en los campos cercanos, fueron los hombres más humildes y despreciados.

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