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Los fabricantes de ídolos inician un tumulto en Éfeso
19: 23-41

54-56 dC

Los fabricantes de ídolos inician un tumulto en Éfeso ESCUDRIÑAR: ¿Por qué Demetrio uniría a la gente contra Pablo (ver 17:29)? Dado que este templo era una de las siete maravillas del mundo antiguo, ¿qué negocios se verían afectados por las enseñanzas de Pablo? ¿Qué cree usted que estaba viendo y escuchando la multitud? ¿Por qué están ellos ahí? ¿Por qué los judíos intentan conseguir un orador que los represente? ¿Por qué habrían de humillar a Pablo? ¿En qué se diferencia la preocupación del secretario municipal de la de Demetrio?

REFLEXIONAR: El éxito, el dinero y la independencia son algunos “ídolos” culturales (valores que la mayoría de la gente acepta sin cuestionarlos). ¿Qué otros le vienen a la mente? ¿Cómo ha afectado su fe tu relación con estos ídolos? ¿Podría Demetrio haberse convertido en creyente y conservar su negocio? ¿Puede pensar en situaciones hoy en las que alguien en un oficio “respetable” se vería obligado a elegir entre ese oficio y Cristo? ¿Cómo ha visto que se utilizan las lealtades religiosas y patrióticas como tapadera para preocupaciones económicas? ¿Qué significa seguir a Yeshua en esos tiempos? Lo que originalmente comenzó como un culto a Artemisa se convirtió en un negocio de Artemisa. ¿Cómo podrían caer los creyentes en la misma trampa?

Una lección que enseña la historia es la paradójica verdad de que la Iglesia prospera bajo persecución. La eficacia y la persecución generalmente van de la mano, ya que una iglesia eficaz es una iglesia audaz, y una iglesia audaz es a menudo una iglesia que se fortalece a través del sufrimiento. El Señor Jesucristo llamó a su Iglesia a ser sal y luz en el mundo (Mateo 5:13-14); la sal provoca ardor cuando se frota en las heridas, y la luz revela las malas acciones cometidas en la oscuridad. Ambas pueden provocar una reacción hostil.

La Iglesia primitiva enfrentó persecución desde sus inicios. En Jerusalén, esa persecución vino del judaísmo farisaico (4:1-31, 5:17-42, 6:9-15, 8:1-4). En Antioquía de Pisidia, surgió del prejuicio y la envidia (13:44-52). En Listra, fue el resultado del paganismo ignorante (14:8-19). En Filipos, fue la reacción a una victoria sobre el reino demoníaco (16:16-40). En Tesalónica, provino de una turba rebelde, incitada por líderes religiosos celosos (17:1-9). En Atenas, el evangelio enfrentó la oposición de la filosofía mundana (17:16-34). En Corinto, como en Jerusalén, provino del judaísmo, pero en una corte romana (18:5-17). Siempre que la Iglesia proclama el evangelio con valentía y fidelidad se enfrenta a una oposición satánica. No es de extrañar que también en Éfeso surgiera persecución, derivada de un materialismo pseudoreligioso.466

Primero, la causa del tumulto: Por ese entonces se produjo un alboroto no pequeño acerca del Camino, porque cierto platero de nombre Demetrio, que hacía templetes de plata de Artemisa, proporcionaba una ganancia bastante grande a los diseñadores (19:23-24). Lucas nos informa que por de ese tiempoantes de que Pablo abandonara Éfeso como lo había criticado (19:21-22) – hubo un gran alboroto en relación a los del Camino (9:2, 19:9, 22:4, 24:14-22). Este es probablemente el contexto al que Pablo se refiere en sentido figurado en Primera de Corintios 15:32 cuando dijo: Si como hombre batallé contra fieras en Éfeso. No sólo era la capital de la provincia de Izmir, sino también la capital del ocultismo, la brujería y la idolatría. El mayor reclamo de fama de la ciudad fue el templo de Artemisa, la diosa del amor, la fertilidad y la nutrición. Este templo era más grande que un campo de fútbol. Era un edificio impresionante, de unas dimensiones de 50 por 105 metros y construido sobre una plataforma de 73 por 128 metros. Su techo está sostenido por 127 columnas de piedra de veinte metros de altura. Todo el edificio estaba profusamente adornado con colores brillantes y pan de oro. El altar tenía 6 metros pies cuadrados y contenía una enorme imagen de la diosa con la cabeza cubierta por un velo, con animales y pájaros decorando su cabeza.467

Mientras que la Diana de los romanos correspondía a la Artemisa de los griegos, la Artemisa de los efesios era una deidad totalmente distinta. Se decía que la imagen original de Efeso había caído del cielo (19:35). La estatua de Artemisa en el templo también llevaba un collar del zodíaco que indicaba su poder sobre el control de las estrellas (haga clic en el enlace y vea el comentario sobre Génesis Lw El testigo de las estrellas). Ella era una diosa de múltiples pechos que se suponía que era la diosa de la fertilidad en la humanidad, los animales y la naturaleza. Ella era conocida como la Gran Madre. Cada año en mayo se celebraba una gran fiesta en su honor.

El culto a Artemisa no se limitó a Éfeso. Decenas de sacerdotes y sacerdotisas prostitutas atendían a fieles y turistas de todo el mundo. También había un santuario en Roma y allí se celebraba una fiesta similar cada mes de abril. En total, había al menos treinta y tres santuarios dedicados a la diosa madre en todo el Imperio Romano. Éfeso, sin embargo, era considerado el centro del culto, y los peregrinos acudían en masa de todo el imperio para adorar en su famoso templo, que era el centro de todo en Éfeso, incluidas la religión y las artes.468 El templo de Artemisa era también un importante tesoro y banco del mundo antiguo, donde comerciantes, reyes e incluso ciudades hacían depósitos, y donde supuestamente su dinero podía mantenerse seguro bajo la protección de su deidad.469

El “lujurioso mes de mayo” trajo el Festival anual de Artemisa, de un mes de duración, en honor a la diosa. El punto culminante de la fiesta fue una solemne procesión en la que la imagen de la diosa era llevada por las calles entre el teatro y el templo. Casi toda la provincia convergió en Éfeso para “adorar” y entregarse a pecados de toda clase imaginable… y gastar dinero. Los vendedores de souvenirs y comerciantes dependían del festival para sus profetas anuales. Decenas de miles compraron baratijas y cosas así para recordar la ocasión. Especialmente populares fueron las imágenes de madera, plata u oro de la diosa y el templo. 470

El instigador del tumulto fue un hombre llamado Demetrio, un platero, fabricante de altares de plata de Artemisa, que proporcionaba una ganancia bastante grande a los artesanos (19:24). Estos altares de plata eran representaciones en miniatura de la parte más sagrada del templo pagano; esa parte donde se encontraba la estatua de la diosa. Estos se instalaban en los hogares y se usaban como amuletos de buena suerte.

Ocultando su verdadero motivo, que era la codicia, Demetrio lo ocultó con la apariencia de orgullo cívico. Siendo el líder de la agrupación de plateros, los reunió juntamente con los artesanos de tales oficios, y les dijo: Varones, sabéis que de este negocio obtenemos nuestra prosperidad, y estáis viendo y oyendo que este Pablo ha hecho cambiar de idea a mucha gente, no sólo de Éfeso, sino de casi toda Asia, persuadiéndolos de que no son dioses los que se hacen con las manos (19:25-26). Se revela así que no era un tema religioso, sino una cuestión económica. Se habían enriquecido gracias a la idolatría. Y no sólo este negocio corre riesgo de caer en descrédito para nosotros, sino también de que sea estimado en nada el templo de la gran diosa Artemisa, e incluso que esté a punto de ser despojada de su majestad aquélla a quien adora toda el Asia y la humanidad (19:27). Pablo había persuadido a una multitud considerable, diciendo que los dioses hechos a mano no son dioses en absoluto (vea 17:29). No sólo hay peligro de que nuestro comercio caiga en descrédito, también lo hace parecer una cuestión religiosa. Todo esto iba a ser dejado de lado por un solo hombre... y un judío, además.471

En segundo lugar, las características del tumulto: El plan de Demetrio funcionó. El fantasma del desastre financiero, el desafío a sus fervientes creencias religiosas y la amenaza a su orgullo cívico eran demasiado para que la turba pudiera soportarlos.

La primera característica del tumulto fue la ira: Al oírlo entonces, se llenaron de ira y decían a gritos: ¡Grande es Artemisa de los efesios! (19:28) Demetrio había logrado su objetivo y había provocado en la multitud un frenesí. Enardecido por su discurso incendiario, el pueblo salió a las calles, invocando el nombre de su diosa. Como dice Jeremías en su profecía escatológica lejana del fin de los tiempos, las personas se volverán locos como resultado de sus propios ídolos hechos por sus propias manos (vea el comentario sobre Jeremías Fc – Enemigo de Babilonia y Redentor de Israel). Esta es la respuesta típica al evangelio. Cuando los líderes judíos escucharon el magistral discurso de Esteban en defensa de las Buenas Nuevas: Al oír estas cosas, se enfurecieron en sus corazones y crujían los dientes contra él (7:54), literalmente dice sus corazones cortados por la mitad. El evangelio enoja a la gente porque los confronta con su religión falsa y su pecado, y los obliga a reconocer lo inadecuado de su visión del mundo, exponiendo el vacío de su estilo de vida.

La segunda característica del tumulto fue la confusión: Y la ciudad se llenó de confusión, y a una se lanzaron al teatro, y arrebataron a Gayo y a Aristarco, unos macedonios compañeros de viaje de Pablo (19:29). Mientras los frenéticos alborotadores invadían Éfeso, la ciudad se llenaba de confusión. Luego, avanzando por las calles principales, bajaron la colina donde la turba irrumpió en el teatro al aire libre, con capacidad para 25.000 personas. Muchos probablemente no tenían idea de a qué se debía tanta confusión, pero se unieron a la turba. No querían perderse lo que estaba pasando. Al no poder encontrar a Pablo, arrebataron a Gayo y Aristarco, macedonios que eran compañeros de viaje de Pablo.

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El teatro de Éfeso donde Pablo se enfrentó a la multitud.

 

Cuando Pablo escuchó lo que pasaba, quería presentarse ante el pueblo, pero los discípulos no lo dejaron (19:30). Él quería enfrentarse a esa multitud furiosa, aunque eso pudiera significar una muerte segura. Este es el trasfondo del comentario de Pablo en su carta a los Corintios: porque, hermanos, no queremos que ignoréis acerca de la tribulación que nos ocurrió en Asia, donde fuimos abrumados mucho más allá de nuestras fuerzas, hasta el punto que perdimos aun la esperanza de sobrevivir. Pero tuvimos en nosotros mismos la respuesta de la muerte, para que no estemos confiados en nosotros mismos, sino en Dios, que resucita a los muertos (Segunda Corintios 1:8-9). También algunos de los asiarcas, que eran amigos suyos, enviaron a rogarle que no se presentara en el teatro (19:31). Los asiarcas eran funcionarios gubernamentales de alto rango de Asia. Al hacerlo, probablemente salvaron la vida de Pablo. Unos pues gritaban una cosa, y otros otra, porque la concurrencia estaba aturdida, y la mayoría no sabía por qué se habían reunido (19:32).

La tercera característica del tumulto fue una mentalidad cerrada: Y de entre la multitud instruyeron a Alejandro, empujándolo los judíos. Entonces Alejandro, haciendo señal de silencio con la mano, quería hacer su defensa ante el pueblo (19:33). Algunos de los judíos incrédulos, temiendo que la turba también pudiera volverse contra ellos, solicitaron a Alejandro que intentara explicarles que no creían en Yeshua. Pero nunca le dieron la oportunidad: Pero al reconocer que era judío, todos a una voz estuvieron gritando durante unas dos horas: ¡Grande es Artemisa de los efesios! (19:34). La multitud pudo haber reconocido que era judío, pero eso no hizo mucha diferencia. Para la multitud pagana, tanto los cristianos como los judíos adoraban a un Dios invisible y ambos rechazaban la idolatría. Sus mentes estaban cerradas a cualquier cosa que Alejandro pudiera haber dicho.472 En cambio, por dos horas todos gritaron a una sola voz: “Grande es Artemisa de los Efesios”, sin dejar hablar a Alejandro en absoluto.

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En tercer lugar, calmar los disturbios: Entonces el escribano, para calmar a la gente, dice: Varones efesios, ¿hay acaso alguna persona que no sepa que la ciudad de Éfeso es la guardiana del templo de la gran Artemisa, y de lo caído del cielo? (19:35). Finalmente, después de dos horas de desenfrenada confusión, el escribano (o secretario municipal) restableció el orden. Como presidente del gobierno de la ciudad (el equivalente al alcalde o intendente de una ciudad moderna) y enlace entre el concejo municipal y las autoridades romanas, era el ciudadano principal de Éfeso. Como tal, sabía que los romanos lo harían personalmente responsable de lo sucedido. Después de acallar a la multitud porque su presencia exigía respeto, dijo: Por tanto, como esto es indiscutible, tenéis que calmaros y no hacer nada precipitadamente, pues habéis traído a estos hombres que no saquean templos ni blasfeman de nuestra diosa (19:36-37). Incluso este funcionario pagano testificó del carácter de Pablo y sus compañeros de viaje de los macedonios (19:29), no eran ladrones, ni usaban lenguaje insultante. A pesar de las afirmaciones de Demetrio, no ellos habían actuado indebidamente. Después de tranquilizar a la multitud, criticó a Demetrio y a los artesanos por provocar la revuelta. En lugar de recurrir a la violencia colectiva, deberían haber seguido el debido proceso legal.473 Después de todo, les recordó a ellos, si Demetrio y los diseñadores que están con él tienen querella contra alguien, los tribunales están abiertos, y hay procónsules: Presenten demanda unos contra otros. Y si solicitáis algo más, en legítima asamblea será decidido, porque por lo de hoy, hasta corremos el peligro de ser acusados de sedición, ya que no existe causa por la que podamos dar razón de este alboroto (19:38-40). Esta asamblea fue claramente ilegal. Roma permitió a Éfeso existir como una “ciudad libre” con sus propios representantes electos. Pero si ocurrieran disturbios, Roma intervendría y restablecería el orden y, con esto, vendrían impuestos romanos. Por lo tanto, el secretario municipal concluyó su discurso con esa seria advertencia. Y dicho esto, disolvió la reunión (19:41). Las mismas tácticas que usaron los plateros para despertar a la multitud, el secretario municipal usó para calmarlos y tranquilizarlos: la grandeza de su ciudad y su diosa.

Lucas registra la declaración oficial de que los creyentes eran inocentes de cualquier delito, ya fuera público (19:27) o privado (19:38). Pablo tuvo este mismo tipo de “aprobación oficial” en Filipos (16:35-40) y en Corinto (18:12-17), y la recibiría nuevamente después de su arresto en Jerusalén. A lo largo del libro de los Hechos, Lucas deja claro que la persecución de la Iglesia fue incitada por judíos incrédulos, no por los romanos. En cualquier cosa, Pablo usó su ciudadanía romana para protegerse a sí mismo, a sus amigos y a las congregaciones locales de Dios.

La multitud fue despedida y, sin duda, la gente regresó a casa felicitándose por haber defendido con éxito su gran ciudad y su famosa diosa. Es dudoso que alguno de ellos cuestionara la veracidad de su devoción a Artemisa o decidiera investigar lo que Pablo había estado predicando durante tres años. Era mucho más fácil creer una mentira y seguir a la multitud.

Pero Éfeso ha desaparecido, al igual que el culto mundial a Artemisa de los Efesios. La ciudad y el templo desaparecieron, y la agrupación de plateros desapareció. Éfeso es un lugar visitado principalmente por arqueólogos y personas en viajes a Tierra Santa. ¡Sin embargo, el evangelio de la gracia de Dios y la Iglesia de Jesucristo todavía están aquí! Tenemos cuatro cartas inspiradas que fueron enviadas a los creyentes en Éfeso: Efesios, Primera y Segunda Timoteo y Apocalipsis 2:1-7. Se honra el nombre de Pablo, pero se olvida el nombre de Demetrio (¡si no fuera por Pablo, nunca hubiéramos oído hablar de Demetrio en primer lugar)!

La Iglesia ministra por persuasión, no por propaganda. Compartimos la verdad de ADONAI, no las mentiras religiosas de la humanidad. Nuestro motivo es el amor, no la ira; y la gloria de Dios, no la alabanza de la humanidad. Tenemos una audiencia de Uno. Por eso la Iglesia continúa y debemos mantenerla así.474

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