El viaje de Pablo a Roma
21:17 a 28:31
57-62 dC
Pablo escribió sus cartas desde prisión a Efesios, Colosenses, Filemón y Filipenses
del 60 al 61 dC en Roma.
Esta larga sección de Hechos podría considerarse la parte menos interesante de todo el libro. Consiste en escenas legales aparentemente interminables y tiene una gran cantidad de discursos. Que el Ruaj HaKodesh (Espíritu Santo) y el autor inspirado Lucas consideró este material de vital importancia, sin embargo, se ve por el hecho de que estos capítulos constituyen el cumplimiento de la promesa divina dada a Pablo en el momento de su conversión de que llevaría el nombre del Señor ante los gentiles, reyes, y el pueblo de Israel (9:15).
Tres discursos importantes que forman el marco de esta sección, ilustran el cumplimiento de esa promesa. Al principio está el testimonio de Pablo ante una turba en el recinto del Templo (vea el enlace haga clic en Co – Arresto de Pablo en Jerusalén). Esto es en todo sentido un testimonio ante el pueblo de Israel. El testimonio ante los gentiles se ve en la conversación constante entre Pablo y los funcionarios romanos y particularmente en la defensa ante Félix, que se encuentra en el punto medio de esta sección (vea Cv – El testimonio de Pablo ante el Gobernador Félix). Finalmente, está el discurso culminante ante el supuesto rey judío Agripa II (vea Cy – El testimonio de Pablo ante Agripa). Se produce una considerable superposición en el contenido de los discursos. Esta repetición debería ser una pista en sí misma de que Lucas consideraba que el material era de vital importancia. De hecho, es en esta porción de Hechos, donde se unen los temas principales de todo el libro. En este sentido, estos capítulos comprenden el clímax de Hechos.
Una forma útil de esbozar estos temas es considerar los personajes principales que aparecen en estos capítulos. Básicamente, hay tres: Pablo, los funcionarios romanos y los judíos. En cuanto a Pablo, uno podría considerar este período como el punto más bajo de su ministerio. Al principio una turba enojada casi lo mata, el comandante romano lo encadenó y luego lo trasladaron de un funcionario a otro, de un lugar de confinamiento a otro. Él estaba constantemente bajo acusación, continuamente puesto a la defensiva.
Si uno mira cuidadosamente la “defensa” de Pablo, siempre aparece más como un testimonio, un testimonio positivo de su fe en Yeshua. Esto está de acuerdo con la voz del Señor que le dijo: Ve, porque instrumento de elección me es éste para llevar mi nombre delante de las naciones, y también de reyes, y de los hijos de Israel; porque Yo le mostraré cuánto tiene que padecer por mi nombre (9:15-16). No se debe considerar que Pablo tenga que dar su defensa legal sino más bien dar testimonio del nombre de su Señor. Con esta sección 23:11 es el versículo clave, dice: …el Señor y le dijo a Pablo: ¡Ánimo! Porque como testificabas fielmente acerca de mí en Jerusalén, así también tienes que testificar en Roma. Ante quienquiera que Pablo se presentara –ya fueran los judíos, el procurador romano o el mismo César– era sobre todo para testificar de su Señor. Al hacerlo, cumplió la comisión de Yeshua (vea el comentario sobre La vida de Cristo Jk – Todos os odiarán por mi culpa, pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá). El papel que Pablo compartía con los Doce era el de testigo. Este fue quizás el momento de mayor testimonio de Pablo. Lejos de ser un punto bajo, fue en muchos aspectos el punto culminante del ministerio de Pablo. Su testimonio no tuvo límites sociales ni políticos. ¡Él finalmente testificaría de Cristo ante el mismo César! 495
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