El arresto de Pablo en Jerusalén
21: 27-36
57 dC
El arresto de Pablo en Jerusalén ESCUDRIÑAR: Pablo pasó más tiempo en Asia que en cualquier otro lugar (19:8-10). ¿Por qué estos hombres podrían sentirse especialmente molestos al ver a Pablo? A los gentiles se les prohibió pasar el muro intermedio de separación bajo pena de muerte. ¿Eran ciertas estas acusaciones contra Pablo? Compare la reacción contra Pablo en los versículos 30-31 con la de Esteban en 6:11-13 veinticinco años antes. ¿Qué le dice esto acerca de la relación entre los judíos mesiánicos y los judíos incrédulos durante este período? ¿Qué recuerdos de las aflicciones tiene Pablo? (vea 20:23 y 21:13).
REFLEXIONAR: ¿Con qué constancia se mantiene al día con la persecución de hermanos creyentes en las naciones de todo el mundo? ¿Por qué es importante orar por ellos? ¿Qué diferencia hace esto? ¿Qué grupos o sectas cree usted que son los más críticos con los creyentes hoy en día? ¿Qué se podría hacer para disminuir la animosidad? ¿Qué puede usted hacer para ayudar? ¿Se ha detenido usted a reflexionar cómo reaccionaría bajo condiciones que amenazan su vida, cuando una palabra de renuncia a Yeshua el Mesías lo sacaría de la condena? ¿Qué hace posible la resistencia? ¿Por qué o por quién moriría usted?
Este arresto marca un importante punto de inflexión en la vida y el ministerio de Pablo. Desde su conversión en el camino a Damasco, él había ministrado libremente excepto por breves encarcelamientos como en Filipos (vea el enlace haga clic Bc – Saulo pasa del asesino al Mesías). Pero a partir de este momento en Hechos, Pablo será un prisionero. La profecía de Agabo se hará realidad (vea Ck – Pablo fue a Jerusalén a pesar de las advertencias). El giro de los acontecimientos, sin embargo, no puso fin a su ministerio. Ya sin libertad para viajar, se convirtió en un embajador en cadenas (Efesios 6:20) de Yeshua el Mesías. Como hombre libre, predicó el evangelio en todo el mundo romano. Como prisionero, el predicó el evangelio a los funcionarios romanos, posiblemente incluido el propio emperador. Y al igual que John Bunyan, quien escribió El progreso del peregrino mientras estaba en la cárcel de Bedford, Pablo escribió cuatro libros del Nuevo Pacto: Efesios, Filipenses, Colosenses y Filemón, durante su encarcelamiento en Roma.509
El ataque de la turba: El proceso de purificación de siete días requirió una limpieza en el tercer y séptimo día (Números 19:2). Probablemente fue en el séptimo día prescrito que Pablo regresó al templo con los cuatro judíos para completar el ritual. Pero el plan de Jacob para reforzar a Pablo como un judío leal fracasó (vea Cn – El consejo de Pablo de parte de Jacob y los ancianos en Jerusalén). Allí él se encontró con algunos viejos enemigos, los líderes judíos incrédulos de Asia que habían venido a Jerusalén para celebrar Shavuot. Ellos probablemente eran de Éfeso, ya que reconocieron a Trófimo, que era residente de esa ciudad (vea el versículo 29 más abajo). Como Pablo había ministrado en Éfeso durante tres años, no ellos tuvieron problemas para reconocerlo. Pero cuando iban a cumplirse los siete días, los judíos de Asia, viéndolo en el templo, alborotaron a todo el pueblo; y echándole mano, gritaron: ¡Varones israelitas, ayudad! ¡Éste es el hombre que por todas partes enseña a todos contra el pueblo, la ley y este lugar! ¡Además, ha introducido griegos en el templo y ha profanado este santo lugar! (21:27-28) Ellos hicieron parecer que Pablo había cometido un acto de blasfemia y pidieron ayuda para afrontarlo. Para incitar a la multitud contra Pablo, hicieron tres acusaciones falsas similares a las hechas contra Esteban (vea Aw – Testimonio de Esteban al Sanedrín).
Primero, ellos dijeron que Esteban era enemigo de Moisés (7:17-37) y de su religión. De la misma manera, dijeron que Pablo enseñaba a todos contra el pueblo (21:28a). Pero la verdad es que lo que Pablo enseñó fue que ser judío por sí solo no salvaría. Obviamente, Pablo no era enemigo del pueblo judío, como lo deja claro en Romanos 9:1-5 y 10:1. En ninguna parte Pablo enseñó a los creyentes judíos a abandonar sus costumbres, sino simplemente a que no se presionara a los gentiles para ellos las observaran.
En segundo lugar, ellos acusaron a Pablo de falsa enseñanza contra la Ley (21:28b), como habían acusado a Esteban (6:13b y 7:38-43). Se trataba de una acusación especialmente grave en aquella época, ya que millares hay entre los judíos que han creído, pero todos son celosos observantes de la ley (21:20b). Originalmente una celebración de los primeros frutos de la cosecha Shavuot, en los días de Pablo había llegado a ser una celebración de la entrega de la Torá (Ley) en el Monte Sinaí. Acusar a Pablo en ese momento de enseñar contra la Ley (Torá) seguramente enfureció a la multitud. Pero la verdad era que Pablo enseñó que los 613 mandamientos de Moisés ya no eran obligatorios para los judíos o para creyentes gentiles.
En tercer lugar, ellos dijeron que Esteban enseñaba contra el Templo (6:13a y 7:44-50), y de la misma manera, ellos acusaron a Pablo de profanar el santo lugar (21:28c). Debido a que el pueblo judío reverenciaba el Templo, una acusación de profanarlo también era un asunto muy serio. Yeshua también fue acusado de la misma manera (Marcos 14:57-58), lo que ayudó a conducir a Su muerte. Los acusadores de Pablo sin duda esperaban un resultado similar en su caso. La verdad, sin embargo, era que Pablo enseñó que el Templo no era el único lugar para adorar a ADONAI, y además, Pablo mismo honró el Templo mientras adoraba allí ante sus ojos. Estos cargos no podrían haber sido más graves.
Para fundamentar estas acusaciones generales, los acusadores de Pablo presentaron un cargo específico, clamando a la turba: “Además, ha introducido griegos en el templo superando el muro intermedio de separación y profanó este lugar santo” (21:28d), vea Cn – El consejo de Pablo de parte de Jacob y los ancianos en Jerusalén. Falsas o no las acusaciones se extendieron como la pólvora. Sin embargo, esto no fue una sorpresa para Pablo porque el Espíritu Santo le advirtió anteriormente que la esclavitud y las aflicciones lo esperaban en Jerusalén (20:22).
Los cargos eran infundados y Lucas lo deja claro. Porque habían visto con él en la ciudad a Trófimo, el efesio, y pensaban que Pablo lo había introducido en el templo (21:29). Porque los judíos incrédulos habían visto previamente con él a Trófimo por las calles de la ciudad, y supusieron que Pablo lo había llevado al templo. Pero eso no era cierto; de hecho, nunca vieron a Trófimo en el recinto del Templo. Ellos supusieron que, dado que Pablo estaba con Trófimo, un gentil, públicamente en las calles de Jerusalén, no dudaría en llevarlo más allá del muro de separación intermedio en el recinto del Templo.510
Así que, toda la ciudad se alborotó, y se agolpó el pueblo; y prendiendo a Pablo, lo arrastraron fuera del templo, y cerraron inmediatamente las puertas (21:30). El alboroto se extendió rápidamente. Sin embargo, Roma exigió orden civil en sus provincias. Un motín era una violación grave de la Pax Romana (paz romana) que conllevaba graves consecuencias. La ciudad se alborotó y el pueblo se agolpó en las cercanías del templo. Su intención era arrastrar Pablo a un lugar donde podría ser apedreado como lo habían hecho con Esteban, así que agarraron a Pablo y lo arrastraron más allá del muro de separación intermedio, hasta el atrio exterior de los gentiles (vea Ax – La Lapidación de Esteban). En ese momento el jefe de la guardia del Templo cerró la Puerta Hermosa para evitar que se derramara sangre humana en el Patio de las Mujeres, y así contaminar el Lugar Santo.511 La turba logro arrastrar Pablo fuera del recinto del Templo y lo habrían apedreado hasta la muerte, pero ADONAI intervino providencialmente para proteger a Su siervo. ¡La ayuda llegó en forma de soldados romanos!
Es importante enfatizar que al comienzo de este proceso legal Pablo fue arrestado por los romanos y no por la guardia del templo. Si esto último hubiera sucedido, habría sido juzgado y sentenciado por el Sanedrín. Pero Pablo no tenía intención de abandonar la jurisdicción romana; lucharía contra cualquier intento del Sanedrín de extraditarlo. Incluso si tuviera que apelar a César, no aceptaría “justicia” de manos de sus hermanos judíos. Él sabía muy bien lo que le había sucedido a Yeshua, y aún más, sabía lo que le había sucedido recientemente a Esteban, y probablemente también el asesinato de Jacob, el hermano de Juan (12:2).512
El arresto de los romanos: Pero mientras procuraban matarlo, se informó al tribuno de la cohorte que toda Jerusalén estaba alborotada (21:31). El cuartel general de las fuerzas de ocupación romanas era la Fortaleza Antonia, ubicada en un precipicio que dominaba los terrenos del Templo. En Hechos 23:26, Lucas da su nombre como Claudio Lisias, Claudio era nombre latino porque fue del emperador Claudio que compró su ciudadanía, y Lisias era su nombre griego después de comprar la ciudadanía romana. Una vez más, Lucas presenta ingeniosamente un personaje que desempeñará un papel importante en los próximos dos capítulos. Lisias era el funcionario romano de mayor rango en Jerusalén cuando el gobernador (cuya residencia oficial estaba en Cesarea) no estaba en la ciudad. Por lo tanto, era el funcionario romano más preocupado por mantener el orden en Jerusalén. Durante las principales festividades religiosas, como Shavuot (Pentecostes), los romanos estaban especialmente atentos. Por lo tanto, los centinelas alerta no tardaron mucho en detectar el motín que estallaba debajo de ellos, y tuvieron fácil acceso directo al tribunal de los gentiles donde Pablo estaba siendo golpeado.
Éste, tomando inmediatamente soldados y centuriones, bajó corriendo hacia ellos. Entonces ellos, al ver al tribuno y a los soldados, dejaron de golpear a Pablo (21:32). Habiendo recibido el informe, Lisias no perdió tiempo en ejercer su responsabilidad de mantener el orden y se apresuró a dirigirse directamente al Atrio de los Gentiles. Inmediatamente tomó una cohorte de quinientos soldados y centuriones romanos y corrió hacia ellos. Este fue el mismo número de soldados romanos que arrestaron a Jesús en el Huerto de Getsemaní (vea el comentario sobre La Vida de Cristo Le – Jesús traicionado, arrestado y abandonado). La masiva demostración de fuerza disolvió el motín. Entonces los judíos dejaron golpear a Pablo. Llegando el tribuno, lo arrestó y mandó atarlo con dos cadenas, y preguntó quién era y qué había hecho (21:33), asumió incorrectamente que Pablo era un terrorista egipcio (vea Cp – Testimonio de Pablo sobre las escaleras del templo). Las dos cadenas significan que Pablo fue esposado a un soldado a cada lado, así se cumplió la profecía de Agabo en 21:11. Y en seguida comenzaron a investigar lo que había hecho. Pero entre la multitud, unos gritaban una cosa y otros, otra, y no pudiendo saber la razón del alboroto, ordenó que lo llevaran a la fortaleza (21:34), era la Fortaleza Antonia. Allí el pretendía interrogar al apóstol en privado y, si fuera necesario, utilizar la tortura para arrancarle una confesión.
Y cuando llegó a las gradas, tuvo que ser llevado en vilo por los soldados a causa de la violencia de la turba, porque la muchedumbre del pueblo lo seguía, gritando: ¡Quita a éste! (21:35-36). Los soldados comenzaron a escoltar a Pablo a través de la multitud enfurecida, se renovaron los disturbios e hicieron imposible que el prisionero subiera con seguridad las escaleras hacia el cuartel. El ambiente de la escena es muy parecido al motín en Éfeso en 19:1-40. Por lo tanto, Pablo tuvo que ser llevado por los soldados romanos. Con furia sin sentido y sin rostro, perdiendo todo sentido de miedo a los soldados, la turba empujaba y empujaba, tratando desesperadamente de llegar a Pablo. Mientras tanto seguían gritando: “¡Quita a éste!, que quiere decir, “¡mátenlo!” 513 Con esas palabras, la mayoría de Jerusalén había reaccionado contra Yeshua, Pedro, Juan, Esteban y Pablo. Para nuestro estudio en Hechos, este es el rechazo final y clave del evangelio.514
Más tarde, en su carta a la iglesia de Filipos, Pablo hizo referencia al deseo de tener comunión y compartir los sufrimientos de Cristo (Filipenses 3:10). Pablo recibió al Mesías por fe, conoció a Yeshua por su nombre, pero se encontró cara a cara con Jesús a través de la experiencia. Habló con Él a través de la oración. Creció en Él a través de la Palabra. Sin embargo, ese día en particular, Pablo experimentó una comunión en Sus sufrimientos no se parecían a ninguno que jamás hubiera experimentado.
Lucas parece estar trazando un paralelo deliberado entre los sufrimientos del Mesías y los sufrimientos de Su apóstol Pablo. Anteriormente hemos visto la similitud entre sus respectivos viajes a Jerusalén (vea Ck – Pablo fue a Jerusalén a pesar de las advertencias). Ahora, Lucas va un poco más allá, aunque, por supuesto, los sufrimientos de Pablo no fueron redentores como los de Yeshua. Sin embargo, entonces: primero, tanto Jesús como Pablo fueron rechazados por su propio pueblo (Lucas 11:14-15; Hechos 21:36), arrestados sin causa y encarcelados; en segundo lugar, ambos fueron acusados injustamente y intencionalmente tergiversados por testigos falsos; en tercer lugar, ambos fueron abofeteados en el tribunal (23:2); en cuarto lugar, ambos fueron víctimas desafortunadas de complots judíos secretos (23:12ss); en quinto lugar, ambos escucharon el ruido aterrador de una turba frenética que gritaba: “Fuera con él” (21:36); y por último, tanto Jesús como Pablo fueron sujetos a una serie de cinco juicios: Jesús por Anás, el Sanedrín, el rey Herodes Antipas, y dos veces por Ponto Pilato; y el apóstol Pablo por la multitud, el Sanedrín, el rey Herodes Agripa II y por los dos gobernadores, Félix y Festo).515
Tanto el Mesías como Pablo sabían que el sufrimiento era inevitable. Tanto Cristo como Pablo sabían que terminarían dando sus vidas: uno como Salvador del mundo, el otro como Su siervo. Ambos se lamentaron por Jerusalén. Ambos se sintieron obligados a regresar a la Ciudad Santa. Ambos conocían el horror de ser arrastrados por una turba enfurecida. Ambos experimentan lo novedoso de cada rechazo. Pero no importa cuántas veces venga, difícilmente puede prepararse para la gente que lo quiere muerto. Pablo no sabía cuándo le sucedería a él, pero sí conocía a su Salvador. Mientras el apóstol compartía sus sufrimientos, nunca lo había conocido mejor.
Señor, alienta mi corazón saber que, así como abundan en nosotros las aflicciones del Mesías, así abunda también por medio del Mesías nuestra consolación. Pues si somos atribulados, es para vuestra consolación y salvación, y si somos consolados, es para vuestra consolación, la cual opera en la paciencia de los mismos padecimientos que padecemos también nosotros (Segunda Corintios 1:6–7). Así, aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque Tú estás conmigo, Tu vara y tu cayado me infunden aliento (Salmo 23:4).516
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