El viaje de Jacob a Betel
35: 1-8
El viaje de Jacob a Betel ESCUDRIÑAR: ¿Qué recuerdos o sentimientos tendría Jacob asociado con Betel (ver 28:10-22)? ¿que hizo finalmente que Jacob se diera cuenta de que tenía que ser un líder espiritual de su familia?
REFLEXIONAR: La idolatría está sustituyendo lo creado en lugar del Creador, y francamente la idolatría domina nuestra cultura. ¿Hay algo que usted necesita enterrar y dejar atrás para adorar a Dios? ¿Es necesario volver a su Betel para renovarse? ¿Como Dios le ha encontrado en tiempos de estrés? ¿Cómo es su relación con Dios? ¿Qué mensaje necesita oír de Él en este momento?
Jacob (hebreo: Ya’akov) había permitido que veinte años (31:38) pasaran desde su regreso de Harán, sin cumplir bien el voto que había hecho en Betel al huir de Esaú (28:20). Entonces Dios dijo a Jacob: Levántate, sube a Bet-’El y habita allí (35:1a) hasta que cumplas tu promesa.” Los rabinos enseñan que porque Jacob había retrasado ir a Betel, él fue castigado con lo que le pasó a Dina. Betel estaba a unos 24 kilómetros al sur de Siquem, pero su elevación es 305 metros más alta. Se hace esta referencia al igual que para Jerusalén, en el Brit Chadashah. Debido a que su elevación es de unos 762 metros sobre el nivel del mar, no importa la dirección en que usted se aproxime, la Biblia dice siempre: subir a Jerusalén, y Betel, está a 3.2 kilómetros al norte de Jerusalén.
Dijo ’Elohim a Jacob: Levántate, sube a Bet-’El y habita allí. Y haz allí un altar al Dios que se te apareció cuando huías delante de Esaú tu hermano (35:1). Aunque Betel era un lugar muy especial para Jacob, evidentemente nunca había regresado después de volver de Harán. Y lo que lo hace aún más extraño es que Betel se encuentra casi directamente entre Siquem y Hebrón, donde vivió Isaac. Sabemos que Jacob visitó a su padre, por lo que deliberadamente parece haber evitado pasar por Betel. Podría ser que él sabía que no había mantenido la promesa que había hecho a Dios en Betel unos veinte años antes (28:10-22). Así que una vez que él llegó: hizo allí un altar al Dios que se le apareció cuando huía delante de Esaú su hermano (35:1b). Esta es la cuarta revelación divina que Dios había dado a Jacob. Dios quería que Jacob se asentara porque el objetivo era el compañerismo. Y la comunión con Dios debe ser nuestro objetivo número uno también.
Sin embargo, sin darse cuenta, la familia de Jacob había sido espiritualmente devastada por vivir durante diez años en la ciudad cananea de Siquem. Por encima de todo esto era cierto que sus hijos, eran especialmente vulnerables durante sus años de adolescencia. Lo mismo sucede con nuestros hijos hoy. Incluso si los llevamos a la iglesia o templo cada semana, la vida de la mundanalidad, durante seis días puede ser demasiado poderosa para contrarrestar cualquier cosa que suceda durante el séptimo día. Luego, para empeorar las cosas, Dina fue violada, los hombres de Siquem fueron sacrificados y el pueblo saqueado. Esto había traído más dioses extraños a su casa. Si Dios iba a bendecirlos de nuevo, si iban a tener un nuevo comienzo, entonces los dioses extranjeros deben ser todos quitados.
Así que Jacob hizo lo que debería haber hecho hace mucho tiempo. Entonces dijo Jacob a su casa y a todos los que estaban con él: Quitad los dioses extraños que hay entre vosotros, purificaos y mudad vuestras ropas (35:2). Él recuperó el liderazgo espiritual de su casa y le dijo a todos los que estaban con él desde la masacre de Siquem: quitad los dioses extraños que hay entre vosotros, purificaos y mudad vuestras ropas. Esto se consideró necesario en la preparación para cumplir con ADONAI. La purificación incluyó deshacerse de los dioses extranjeros que Raquel había robado a su padre Labán. El amor de Jacob por ella le había llevado a tolerar lo que sabía que estaba mal. Lavar y cambiar sus ropas simbolizaba la adoración pura a Dios. Entonces Ya’akov dijo: Levantémonos y subamos a Bet-’El, y haré allí un altar al Dios que me respondió en el día de mi angustia, y ha estado conmigo en el camino que he andado (35:3). Debido a que se dieron cuenta que estaban en grave peligro de ataque desde otras ciudades cananeas, tenían miedo, y se rindieron a las instrucciones de Jacob. Del mismo modo, hay que entregarse a Dios antes de que Él nos pueda bendecir. Hay algunas cosas que hay que enterrar y dejar atrás porque posiblemente no pueden ser dedicadas al servicio de Dios.
El cambio de Jacob fue dramático. En el capítulo anterior era débil y espiritualmente incompetente. Pero ahora incluso sus hijos rebeldes, que en otro tiempo habían perdido el respeto por él y anduvieron a su manera, ahora lo seguían y aceptaban su posición sin dudar. Incluso no podían dejar de ser impresionados con el hecho de que su padre estaba de vuelta en el camino correcto con Dios.
Le dieron, pues, a Jacob todos los dioses extraños que tenían en su mano, y los zarcillos que tenían en sus orejas, y Jacob los enterró bajo la encina que había junto a Siquem (35:4). Estos dioses extranjeros que tenían y los zarcillos que tenían en las orejas, que fueron utilizados para los propósitos mágicos (Oseas 2:13), Jacob los enterró. Este podría haber sido el mismo gran roble bajo el cual su abuelo Abraham había plantado su tienda cuando llegó a Siquem (12:6). Más tarde, bajo la Torá, los israelitas fueron instruidos para destruir estos objetos (Deuteronomio 7:5 y 25). Observe que no vendieron sus dioses extranjeros para alimentar a los pobres. Se deshicieron de ellos. La Escritura parece indicar que no se puede desviar las cosas de Satanás para utilizarlas para el servicio a Dios. Usted necesita deshacerse de ellas (Hechos 19:19). Tenemos que recordar que todo lo que nos estorba en nuestro viaje espiritual no sirve para nada, no importa lo valioso que parezca para el mundo (Hebreos 12:1).533 Luego, después de la purificación de ellos, partieron.
Toda su vida Jacob ha tenido que lidiar con sus propios temores: el temor de Dios (28:17), el miedo a Labán (31:31), y el temor a Esaú (32:7 y 11). Nadie había tenido temor de él. Enojados, sí; temerosos, no. Pero cuando Ya’akov viajó desde Siquem a Betel, todo eso cambió. Luego partieron, y un terror sobrenatural sobrecogió a las ciudades circunvecinas, por lo cual no persiguieron a los hijos de Jacob (35:5). Lo que les impedía ser perseguidos no era el terror a los hijos de Jacob, sino el sobrenatural terror de Dios. De alguna manera, Dios les impidió venir en pos de Ya’akov y su familia por venganza. Y llegó Jacob a Luz, que es Bet-’El, en tierra de Canaán, él y todo el pueblo que estaba con él (35:6). Es significativo que Luz se menciona aquí porque significa separación, mientras que Bet-’El, su nuevo nombre, significa la Casa de Dios. Jacob estaba ganando una nueva oportunidad de ser separado del mundo, y al dejar Siquem él estaba entrando en la casa de Dios.
Y edificó allí un altar, y llamó el lugar ’El-Bet-’El, porque allí se le había revelado ’Elohim cuando huía delante de su hermano (35:7). Habiendo llegado bien, Jacob construyó un altar, y le cambió el nombre al lugar ’El-Bet-’El, que significa el Dios de la Casa de Dios, porque allí se le había revelado ’Elohim cuando huía delante de su hermano Esaú. Aquí, en el texto hebreo tenemos otra implicación de la pluralidad en la Deidad en Génesis. La palabra hebrea para Elohim es un sustantivo plural. Cuando la palabra Elohim es utilizada para dioses paganos, entonces el adjetivo o verbo que va con ella también está en plural. Pero cuando Elohim es utilizada para el único Dios verdadero, entonces el adjetivo o verbo está normalmente en singular. Sin embargo, hay excepciones. A veces, la pluralidad de la Deidad se revela porque el adjetivo o verbo que se refiere a Elohim está también en plural, y aquí es un buen ejemplo porque en hebreo la palabra revelado está en plural. El verbo en plural se utiliza con el sustantivo plural. Por lo tanto, literalmente significa, los dioses se revelaron a él. Esto apunta claramente a una pluralidad en la Deidad. Los rabinos, quienes no creen en la pluralidad de la Deidad, racionalizan este versículo diciendo que la palabra Dios en este versículo se refiere a los ángeles.
Entonces murió Débora, nodriza de Rebeca, y fue sepultada en la parte baja de Bet-’El, debajo de la encina, y él la llamó Alón-bacut (35:8). En ese momento un vínculo muy valioso al pasado se rompió, Débora la nodriza de Rebeca (24:59). Débora habría tenido alrededor de ciento ochenta años de edad en ese momento. Su familia la amaba por lo que el roble bajo el cual fue enterrada pasó a llamarse Alón-bacut, es decir, la encina de llanto (35:8). Jacob había conocido a Débora toda su vida. Ella había venido con Rebeca desde la Mesopotamia cuando Rebeca había salido para casarse con Isaac (24:59), y sin duda había cuidado de Jacob desde el momento en que nació. Por supuesto, ella no lo acompañó cuando huía de Esaú a Harán, pero ella, así como Rebeca debe haber llorado al verlo partir. No sabemos cuándo ella se reencontró con a Ya’akov, pero fue probable con motivo de una de sus visitas a Isaac mientras vivía en Siquem. De hecho, su presencia en la casa de Jacob es la razón por la que sabemos que él visitó a su padre durante esos años.
Además, el hecho de que ella estaba ahora con Ya’akov era prueba de que Rebeca misma había muerto. Ella nunca vio a su hijo de nuevo después de enviarlo a su hermano Labán. Cuando Jacob volvió a Hebrón y descubrió que su madre había muerto, y Débora realmente no era más necesaria en la casa de su padre, es probable que la instó a llevarla a vivir con su propia familia. Ella podría haber servido como una especie de “asesor” a sus otros sirvientes, así como “una abuela” a sus propios hijos. Ella debe haber llorado en gran medida al ver las cosas que ocurrieron en Siquem. Además de esa carga, el viaje arduo a Betel fue demasiado para ella y ella murió.534
Ntd: En esta traducción se empleó la BTX 3º edición.
PÁGINA SIGUIENTE: Después Jacob vuelve de Padan Aram, Dios se le apareció de nuevo en Betel Ii
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