Judá y Tamar
38: 1-30
¿Por qué está esta historia aquí? La conclusión del capítulo 37 llevaría muy bien al capítulo 39, sin la intervención aparente de la historia de Judá y Tamar. El autor humano Moisés nos lleva al borde de nuestros asientos con el secuestro y la venta de José como esclavo. Pero al igual que Yosef fue encadenado y arrastrado a Egipto, Moisés (Moshe) desvía nuestra atención con la sub-trama mucho menos interesante de la familia de Judá. Pero la historia de Judá es crucial, y el Espíritu Santo hábilmente teje en la historia de José, con efectos de gran alcance.
En primer lugar, la narrativa al final del capítulo 37 nos deja en suspenso. Tan pronto como somos informados de que José fue vendido a Potifar en Egipto, de repente nos quedamos sin saber qué pasó con él. La narrativa Judá-Tamar es un desvío que nos lleva, al igual que la familia de José, lejos de él y de regreso a Canaán. Yosef es abandonado, donde crece sin su familia pero Judá se casa, tiene hijos y ellos también se casan.
En segundo lugar, se crea un nítido e inequívoco contraste entre el comportamiento de Judá y el carácter de José en el siguiente capítulo. Allí Judá se casa con una mujer cananea, con la que no debería haberse casado, luego tiene relaciones sexuales con su ex-nuera que él piensa que es una prostituta, pero para establecer una distinción, Yosef se niega a ser víctima de pecado sexual. En contraste con el ejemplar carácter moral que José exhibe en el lejano Egipto a pesar de que nadie lo observaba, Judá se encuentra en caída libre espiritual.
En tercer lugar, este capítulo nos da una perspectiva en el desarrollo del carácter de Judá. El impacto de las acciones de Tamar en Judá añade un giro inesperado a su historia. Para un hombre con una vida que estaba fuera de control, su colisión con Tamar era como chocar con una pared de cemento. Veintidós años más tarde, al final de Génesis cuando Judá se reúne de nuevo con José, él es un hombre cambiado mientras aboga por la vida de su hermano más joven Benjamín, y con sacrificio toma su lugar como un esclavo.
En cuarto lugar, este capítulo nos da una idea de por qué los hijos de Israel tenían que pasar cuatrocientos años como esclavos en Egipto. Los pecados de Judá en este capítulo son meramente representativos de todos los pecados de los hermanos. Pero debido a que Jesús el Cristo vendría a través de él, él es el más prominente, y por lo tanto se utiliza como ejemplo. En este capítulo nos encontramos con que la familia elegida comienza a casarse con los cananeos y también a participar en sus pecados. Esto es exactamente lo que Abraham, Isaac y Jacob se cuidaron de no hacer. Así que los cuatrocientos años de esclavitud en Egipto eran necesarios para la preservación de la nación y la fe judía. Debido a que los egipcios tenían poco que ver con ellos, se mantuvieron separados, se multiplicaron, y al ser perseguidos fueron obligados a depender de Dios.
Por último, la historia nos señala hacia adelante con el nacimiento de Fares, quien se convertirá en el antepasado tanto del Rey David como del Mesías mismo. El punto es que el Señor va a llevar a cabo sus propósitos de 3:15 y la semilla de la mujer, no importa cómo actuare la gente. A pesar de que pueden ser infieles, la voluntad soberana del Señor cumplirá su propósito para su pueblo.579 En este capítulo, una vez más el nombre de Dios está ausente.
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