Judá reconoció su sello, el cordón y la vara y dijo:
ella es más justa que yo
38: 12-26
Judá reconoció su sello, el cordón y la vara y dijo: ella es más justa que yo ESCUDRIÑAR: En el capítulo 35, Jacob parecía estar tomando el liderazgo espiritual de su familia. Al juzgar por los capítulos 37 y 38, ¿qué efecto tuvo esto en sus hijos? ¿Cómo Tamar reflejó la imagen de Dios? ¿Cuán similar era la situación de Judá a la del rey David? ¿Cómo las acciones audaces de ella cambiaron la vida de Judá?
REFLEXIONAR: ¿Qué sucede a menudo cuando nosotros, como Judá, elegimos pasar nuestro tiempo con gente impía? ¿Cómo responde cuando se ve atrapado en un pecado? ¿Alguna vez ha sido “enderezado” o rescatado por alguien que pensaba que era “menos justo” que usted?
Después que Tamar se fue, la familia se enfrentó a más adversidad. Pasaron muchos días, y murió la hija de Súa, mujer de Judá (38:12a). Ella todavía debía haber sido una mujer relativamente joven, ya que Judá difícilmente podría haber tenido más de cuarenta años. Como resultado de ello, parece posible que su muerte pueda haber sido también el juicio de ADONAI, lo que refleja su propia responsabilidad en la formación de Er y Onán, y sus actitudes resultantes de amarga rebelión contra Dios.584 Después de un tiempo adecuado de duelo: terminado el luto, Judá subió con su asociado, Hira, el adulamita, a Timná, donde estaban los trasquiladores de sus ovejas (38:12b). La esquila era un tiempo de fiesta una vez al año (I Samuel 25:4, 11, 36), entonces la tentación sexual se veía reforzada por el culto cananeo que alentaba el sexo ritual como una forma mágica de fertilidad (Oseas 4:13-14).585 Sin embargo, Judá decidió ir a Timna con su amigo cananeo Hira.
Tamar vio que Sela había crecido y no había sido dada a él por mujer después de que él había llegado a la edad adulta. La muerte de Er y Onán no eran culpa de ella, sin embargo, ella estaba siendo tratada como si tuviera algo que ver con eso. Por otra parte, era obvio que Judá no tenía intención de cumplir su compromiso con respecto a Sela. Así que ella llegó a la conclusión de que si alguna vez se iba a convertir en una madre en la familia de Judá, tendría que tomar el asunto en sus propias manos. No sabemos si Judá le dijo a Tamar que el Mesías vendría a través de ella; pero tal oportunidad se presentó cuando se enteró que: su suegro (Judá) subía a Timná a trasquilar sus ovejas (38:13-14a).
Mucho tiempo había pasado y Tamar había esperado pacientemente… A pesar de que Sela había llegado a la edad adulta, Judá no mostró ningún signo de cumplir su promesa. Pero Tamar no había olvidado, ella conocía su deber, pero Judá le cortó el paso. La desgracia de no ser madre sería mucho peor si el nombre de su marido fuera cortado. Ella no tenía ningún recurso legal. Nadie habló en su defensa. Tamar estaba en una situación imposible y ella había quedado sin opciones.
Una vez convencida de la intención de Judá de no hacer nada para remediar su situación, un marcado cambio operó de ella. Hasta ese momento ella había aceptado un papel pasivo. Ella fue siempre el objeto de la acción: Juda la dio a Er, y la dio a Onán y luego, la envió a casa a esperar a Sela. Pero cuando le fue dado aviso a Tamar que su suegro estaba en camino a Timnat a trasquilar sus ovejas, ella vio una ventana de oportunidad que no podía dejar pasar: tendría su maternidad a través de él.
Entonces ella, viendo que Sela había crecido y no había sido dada a él por mujer, se quitó las ropas de su viudez, se cubrió con un velo, y, disfrazada, se sentó en la puerta de Enáyim, que está junto al camino de Timná (38:14b). Con un renovado sentido de propósito, se quitó las ropas de su viudez junto con su pasividad, se cubrió con un velo (como una mujer en su noche de bodas) para disfrazarse. Esta era la marca de una “prostituta” del templo, quienes fueron utilizadas en el Cercano Oriente durante la siembra u otras estaciones importantes, como la esquila. Las mujeres que se dedicaban a la diosa madre Ishtar o Anat residían en o cerca de los templos y se vestían con un velo, como la novia simbólica del dios Baal o El. De esta manera, se suponía que daban honor a los dioses y promulgaban la unión divina en un intento de asegurar la fertilidad y la prosperidad de sus campos y rebaños.586 Irónicamente, a medio camino entre Adulam y Timná estaba la ciudad de Enáyim, y la casa de Tamar. Ella sabía que Judá sería más vulnerable sexualmente ahora que era viudo.587 Si ella iba a actuar, había llegado el momento.
Entonces Tamar disfrazada, se sentó en la puerta de Enáyim, que está junto al camino de Timná (38:14b). No fue casualidad que la ciudad de Enáyim significara ojos, y: Cuando Judá la vio, la consideró ramera, pues ella tenía cubierto su rostro (38:15). Ahora Judá, que había engañado a Jacob cuando José fue vendido, él mismo fue engañado por su nuera cananea.
En su libro Lost Women of the Bible (Las mujeres perdidas de la Biblia), Carolyn James comenta que, “vale la pena señalar, en este punto, que los investigadores de la historia antigua han descubierto antiguas leyes hititas y asirias que regulaban el deber de levirato. Estos documentos no sólo colocaban la responsabilidad sobre el hermano del fallecido, sino que curiosamente, también apoyaban el matrimonio del suegro con la viuda de su hijo si ningún hermano cumplía este deber. Aunque las regulaciones bíblicas prohibirían esto más tarde, parece plausible, especialmente a la luz de la conducta de Tamar, que en los días de Judá el suegro era responsable si su hijo no había cumplido con su deber. De acuerdo con estas leyes, y también con la visión bíblica de Tamar, la concepción con el suegro era un medio legítimo para salvar a un miembro de la familia de no tener descendencia. Además, ahora que Judá era un viudo, ningún mal se haría en contra su esposa“.
Y se desvió del camino hacia ella, y le dijo: Vamos ahora, y me llegaré a ti (pues no sabía que era su nuera) (38:16a). Todo el episodio da una idea horrible de su carácter. ¿qué cosa habrá hecho pensar a Tamar que tal esquema funcionaría? Evidentemente Tamar conocía a Judá lo suficientemente bien como para saber que tendría éxito. Ella no estaba haciendo caer a Judá, él ya estaba en el suelo. Él vio lo que él pensaba que era una prostituta, se acercó a ella, y comenzó la negociación.
Omitiendo la pequeña charla ella fue directo al grano: ¿Qué me darás para que te llegues a mí? Y él dijo: Yo mismo te enviaré un cabrito de las cabras del rebaño (38:16b-17a). Judá estaba actuando claramente por impulso, ya que ni siquiera tenía el cabrito que había prometido en pago por sus servicios. Él lo enviaría mas tarde. Pero Tamar negoció como una mujer de negocios cabeza dura, y respondió: ¿Me das alguna prenda hasta que lo envíes? (38:17b).
Él preguntó: ¿Cuál prenda te he de dar? (38:18a) Entonces ella astutamente estableció sus propios términos. Ella respondió: Tu sello, tu cordón y la vara que tienes en tu mano (38:18b). El sello estaba unido a un cordón que colgaba de su cuello. Lo utilizaba para realzar su insignia en los documentos legales. Ella quería tanto el sello como el cordón. La vara simbolizaba su autoridad y fue tallada para indicar claramente que pertenecía a Judá. Mediante la entrega de estos artículos, Judá demostró cuan intencional e imprudente fue, en conseguir lo que quería. En términos modernos, sería el equivalente a su tarjeta de crédito y su licencia de conducir. Por lo tanto, incluso sin pruebas de ADN, Tamar podría probar la identidad del padre de su hijo no nacido.
Entonces él se los dio, y se llegó a ella, y ella concibió de él (38:18c). ¿Qué vamos a hacer con esto? ¡Así era cómo vivían los cananeos! Hay que reconocer que el registro bíblico no condena o critica a Tamar. De hecho su decisión y sus acciones en este punto sí lograron exactamente lo que pretendía, pues ella se convirtió en la madre del antepasado del rey David y, finalmente, del propio Mesías. ADONAI no está vinculado a las estrategias humanas y uno podría concluir en este caso, que Él puso su aprobación en las acciones de Tamar, al menos si hemos de juzgar por el resultado que Dios permitió sea alcanzado por esto.588 Luego se levantó y se fue. Se quitó el velo de encima de ella y vistió las ropas de su viudez (38:19). Ella ciertamente no quería continuar vestida como una prostituta, así que vistió las ropas de su viudez y se fue a casa de su padre.
Mientras tanto Judá regresó a su casa y escogió un cabrito del rebaño. Y envió Judá el cabrito de las cabras por medio de su amigo el adulamita, para tomar la prenda de mano de la mujer, pero no la halló (38:20). Judá estaba probablemente un poco avergonzado de lo que había hecho y no quería volver a verla o que cualquier persona lo viera hablando con ella. Por lo que envió a Hira a quien no le importaba. Pero no importa cuánto la buscó Hira, él no la halló. Y preguntó a los varones del lugar de ella, diciendo: ¿Dónde está la prostituta del templo (Deuteronomio 23:17; Oseas 4:14) de Enáyim, que estaba junto al camino? Y ellos le dijeron: Ninguna prostituta ha estado por aquí (38:21). Lo cual era verdad porque ella sólo se hizo pasar por una. Hira desconcertado, se volvió a Judá con el cabrito, pero sin su prenda.
Entonces regresó a Judá, y le dijo: No la he encontrado. Además, unos varones del lugar dijeron: Ninguna prostituta ha estado por aquí (38:22). Entonces Judá dijo: Que se quede con ellas para que no seamos menospreciados. Ya ves que envié este cabrito y tú mismo no la encontraste (38:23). Judá quería lavarse las manos de todo el asunto, diciendo: traté de mantener mi palabra y tú no la encontraste. ¿Qué otra cosa podía hacer él? Había intentado y eso era suficiente. Judá pensó que sería el final de todo el sórdido asunto. En lo que se refiere a las prendas, ella podía mantenerlas si así lo deseaba, aunque para él era difícil ver cómo podrían serle de alguna utilidad. ¡Él poco sabía!.
Y sucedió como a los tres meses, que se le dio aviso a Judá, diciendo: Tu nuera Tamar se ha hecho ramera, y además, hasta ha quedado encinta por su prostitución. Y Judá dijo: ¡Sacadla y que sea quemada! (38:24). Tres meses más tarde Judá recibió esta noticia impactante. Él estaba furioso en su justa ira. En su mente, no sólo estaban sus dos hijos muertos a causa de ella, sino que ahora ella había deshonrado a su familia. ¡Qué ingrata que fue ella! Él había sido tan amable con ella, y ¡ahora esto! Él sería feliz con cualquier excusa para deshacerse de ella y poner fin a este lamentable episodio de su vida. A pesar de que ella estaba viviendo de nuevo en la casa de su padre, todavía estaba bajo la autoridad de Judá. La pena por adulterio, incluso en una sociedad impía como la de Canaán, era la muerte, como puede verse en el Código de Hammurabi.589 Judá, como juez y parte, supuso que ella era culpable sin siquiera escuchar su palabra.
Y Judá dijo: ¡Sacadla y que sea quemada! (38:24b). Siendo el patriarca del clan, Judá estaba en su derecho de pedir que ella fuera quemada hasta la muerte porque técnicamente adulteró como resultado de su supuesto compromiso con Sela. Más tarde, en la Torá, la pena por adulterio era la lapidación, no la quema (Levítico 20:10; Deuteronomio 22:21). Tamar no se defendió inmediatamente por sí misma. Pero mientras era sacada, envió a decir a su suegro: ¡Del varón a quien pertenecen estas cosas estoy embarazada! Y dijo: Reconoced ahora, ¿de quién es este sello, el cordón y la vara? (38:25). Uno sólo puede imaginar los pensamientos que cruzaron por la mente de Judá en ese momento. Pero Tamar probablemente sabía lo suficiente sobre Judá para saber que una vez que conociera la verdad, la trataría con justicia.
Entonces Judá los reconoció, y dijo: Es más justa que yo, porque no le di a mi hijo Sela. Pero nunca más la conoció (38:26). ¡Judá instantáneamente reconoció los objetos y también el centro del problema. El había cometido adulterio con la mujer comprometida de su hijo! Sin embargo, para su crédito, de inmediato se arrepintió y confesó: es más justa que yo, porque no le di a mi hijo Sela. Este fue un momento decisivo para Judá, el momento de claridad cuando se levanta la niebla y el hijo pródigo ve la luz. La Biblia no usa descuidadamente una palabra como justos. Job 1:8 nos dice que él era perfecto y honrado (en hebreo: tam); Noé era un varón justo (tam) (6:9); Jacob era un (tam) justo (25:27), el TaNaJ nos dice que ADONAI es justo en todos Sus caminos (Salmo 145:17). Dios establece el estándar de justicia, y nadie en ese momento, sobre todo alguien con el trasfondo de Judá, jamás hubiera aplicado justicia sin pensar a una mujer cananea como Tamar. Era como si Judá hubiera dicho: “Tamar ha hecho lo correcto, ella ha hecho lo que le agrada a Dios, y yo no”.
Muchos años después, un descendiente de Judá, el rey David, se enfrentaría a una situación similar: cometería adulterio con Betsabé, cuyo marido sería de una de las tribus cananeas. Cuando el profeta Natán lo confrontó, David dijo de inmediato: ¡He pecado contra YHVH! (II Samuel 12:13). Una vez que David reconoció su pecado, trató de hacer las cosas bien, y lo mismo hizo Judá. Judá no durmió con ella otra vez, ni podía ser dada a Sela, pero al menos reconocería a su hijo como su heredero (38: 26b). A través de la omnipotencia, o la autoridad e influencia de Dios, este tipo de matrimonio por levirato había sido cumplido. De esta manera, la línea del Mesías a través Abraham, Isaac, Jacob, Judá y Fares se mantuvo intacta (vea el comentario sobre Ruth Bd – La genealogía de David).
En el análisis final, Tamar llevó a cabo un impresionante rescate de dos hijos muertos de Judá con sus gemelos, Fares y Zara. Ella salvó tanto a Er como a Onán de la extinción, a pesar de la maldad de ellos. Pero Tamar también rescató a Judá, su choque con ella detuvo su pronunciada decadencia espiritual. Impulsado por el rechazo y la celosa ira de la preferencia de su padre por Raquel sobre su madre Lea, y por favorecer a los hijos de Raquel, José y Benjamín, sobre Judá y sus hermanos, Judá dirigió la conspiración contra José y promovió la venta de él como un esclavo. Con José aparentemente fuera de escena, su anciano padre Jacob protegió (siguiendo el orden) a Benjamín, hermano menor de José. Dolido y harto, Judá se apartó y emigraron a territorio cananeo. Él vivió entre los cananeos, tenía amigos cananeos, hizo alianzas con los cananeos, se casó con una cananea, y, finalmente, comenzó a actuar como tal. En lugar de caminar con el SEÑOR, él se alejó. Él parecía indiferente a sus malvados hijos e incluso impidió el paso de obediencia de Tamar. En resumen, Judá se extravió, pero se encontró en sus actos con Tamar.
El SEÑOR está en el negocio de cambiar vidas y Judá es un buen ejemplo. Su punto de inflexión se produjo cuando chocó con Tamar. La evidencia del cambio de Judá, vino después, cuando la vida de Benjamín fue amenazada, entonces este hombre, que una vez estuvo gobernado por los celos y el resentimiento, se ofreció voluntariamente para convertirse en un esclavo en el lugar de su hermano más joven (44:1-34). Esto no era simplemente un hombre que se ofrecía para convertirse en un esclavo en lugar de su querido hermano, este era el hijo rechazado ofreciéndose a sí mismo en lugar del preferido de su padre. Claramente, Judá se había convertido en un hombre justo.
Pero Tamar no viviría para ver el cumplimiento de sus esfuerzos. A medida que los descendientes de Abraham llenaron la tierra prometida, la línea de sangre de su hijo mayor Fares se convirtió en el cordón de oro que conectó la promesa de un Redentor de ADONAI en el jardín del Edén con el nacimiento del Ungido en Bet-léhem (Miqueas 5:2) miles de años después. Tamar no corrompió la línea del Mesías. ¡Ella la rescató!
Ntd: En esta traducción se empleó la BTX 3º edición.
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