Damasco durante la época de Pablo
Damasco es una de las ciudades más antiguas y continuamente pobladas del mundo. Sirviendo primero como capital de la satrapía persa, los seléucidas luego trasladaron esta sede a Antioquía. Aunque Damasco cayó bajo el dominio romano con la conquista de la región por parte de Pompeyo en el 64 aC, Pompeyo permitió que el reino gobernante nabateo siguiera gobernando hasta que Antonio entregó la ciudad a Cleopatra en el 34 aC. Ésta, aparentemente, permaneció en manos romanas hasta el 34 aC, cuando los eruditos concluyeron sobre la base de Segunda Corintios 11:32-33 que se contaba entre las ciudades del lado este del Jordán, siendo entregada por Gaisus Calígula al rey nabateo Aretas IV (Josefo Antigüedades de los judíos 13.392, 414). Como la ciudad más septentrional de la Decápolis, disfrutó, no obstante, de libertad municipal dentro de la federación flexible de esta última. La ciudad se encontraba sobre dos grandes carreteras antiguas: la Vía Maris, la carretera costera que iba por el valle de Jezreel hasta Ascalón y Gaza y continuaba hasta Egipto, a través del desierto del Sinaí, y la Carretera del Rey, que corría hacia el sur a través de Traconitis, Batanea, y Bosra y luego a través de Rabbat Ammon, a través de las ciudades de Moab y Edom hasta cruzar el Negev y el Sinaí desde Eilat a Egipto. También estaba conectada con las rutas comerciales hacia el sur hasta La Meca y hacia el este hasta Bagdad.
Aunque de menor importancia que Antioquía, la comunidad judía de Damasco aparentemente se contaba por miles. Lucas indica que había varias sinagogas en la ciudad (Hechos 9:20) y, a pesar de la dudosa precisión histórica de las cifras, Josefo informa que 10.500 (o 18.000) personas fueron masacradas durante los estallidos que condujeron a la revuelta del 66 dC (Josephus Jewish War 2.561, 7.368). Él también indica que las mujeres de Damasco se sintieron tan atraídas por el judaísmo, que cuando sus maridos estaban conspirando para masacrar a los judíos en el 66 dC, ellos tuvieron que ocultar sus planes a sus esposas (Josephus Jewish War 2.561).
También es posible que los miembros de la comunidad de los Rollos del Mar Muerto en Qumran buscaran refugio de la persecución del sumo sacerdocio en “la tierra de Damasco”. Las convicciones mesiánicas/escatológicas sostenidas por tales comunidades, pueden haber creado un terreno fértil para la fidelidad en Yeshua como el Mesías. La descripción de Lucas de Ananías como varón piadoso conforme a la ley (Torá), que recibía aprobación de todos los judíos que viven allí (Hechos 22:12), posiblemente sugiere que Ananías estaba conectado con los justos del TaNaJ en Qumran, una idea quizás corroborada por su imposición de manos para sanar a Pablo (Hechos 9:17-18), una práctica conocida de Qumrán.
La iglesia/comunidad mesiánica en Damasco pudo haber sido establecida por peregrinos que habían venido a Jerusalén para Shavuot y, habiendo escuchado la proclamación del evangelio, regresaron a Damasco (vea el comentario sobre Hechos An – Pedro habla a la multitud de Shavuot). Aunque la lista en Hechos 2:9 no menciona específicamente a Siria, Ponto y Asia Menor, estas están incluidas, y la referencia a la dispersión de los creyentes por las regiones de Judea y Samaria en Hechos 8:1b no puede excluir alcances posteriores, como indica Hechos 11:19. Una vez que esos nuevos creyentes regresaron a casa desde Sión, junto con aquellos que más tarde pudieron haber huido de la Ciudad Santa, es posible que hayan establecido su propia comunidad a la que otros se sintieron atraídos. Una red de comunicación ya estaba operando entre Jerusalén y Damasco, desde que los creyentes en Damasco habían oído hablar de la persecución de Pablo a la iglesia/comunidad mesiánica en la Ciudad de David. Ananías indica que muchas personas habían llevado informes sobre las actividades de Pablo en Damasco (Hechos 9:13 y 21; Gálatas 1:22ss), aunque es difícil determinar si eran creyentes o no.24
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