El testimonio de Pablo ante el Gran Sanedrín
22:30 al 23:11
57 dC
El testimonio de Pablo ante el Gran Sanedrín ESCUDRIÑAR: ¿Por qué el sumo sacerdote reaccionaría tan violentamente ante la declaración de Pablo? ¿Por qué y cómo muestra Pablo su respeto y celo por la Torá (Ley)? ¿Por qué Pablo cambia el foco de atención de si ha guardado la Ley (Torá) hacia su esperanza de la resurrección? ¿Qué efecto tiene la división en el caso de Pablo? La última vez que escuchamos a Dios hablarle a Pablo fue en 18:9-10, después de haber experimentado una serie de reveses. ¿Cómo ayudaría nuevamente a Pablo el mensaje del Señor aquí en el versículo 11? ¿Cómo podría esto ayudar a Pablo a recordar lo que el Señor le dijo acerca de él a Ananías en 9:15-16?
REFLEXIONAR: Ante la muerte, ¿qué deber quiere usted decir que ha cumplido ante Dios? ¿Cómo puede seguir ese camino esta semana? ¿Cómo lo ha animado el Señor durante los tiempos difíciles? ¿Cuál podría ser su “Roma”, el siguiente paso crucial en su viaje espiritual? ¿Por qué piensa eso?
Un tema trágico que recorre la emocionante historia de la Iglesia en crecimiento en Hechos es la triste realidad de la oposición judía. Junto con la predicación apostólica de la cruz, Lucas detalla la creciente marea del antagonismo judío. Habiendo rechazado y ejecutado al tan esperado y ansiado Mesías, dirigido por el Gran Sanedrín, Israel posteriormente rechazó a quienes predicaban el mensaje de perdón y salvación en Su nombre (vea el comentario sobre vea el enlace haga clic en La Vida de Cristo Lg – El Gran Sanedrín).
La oposición comenzó cuando comenzó la Comunidad Mesiánica (iglesia) el día de Shavuot, después de que los emisarios fueron inmersos en el Ruaj HaKodesh y milagrosamente hablaron en otros idiomas. Algunos entre la multitud se burlaban de ellos y los ridiculizaban, burlándose de ellos decían ¡están borrachos! (2:13).
Esa oposición relativamente leve se endureció después del sermón de Pedro sobre de la curación del cojo (3:12-26). Las autoridades judías se indignaron porque Pedro y Juan enseñaban al pueblo, y anunciaban en Jesús la resurrección de los muertos. Y les echaron mano, y los pusieron bajo custodia hasta el día siguiente, porque ya era tarde (4:2-3). El Sanedrín, al día siguiente actúa llamándolos, les ordenaron que de ningún modo hablaran ni enseñaran en el nombre de Jesús (4:18). Pero Pedro y Juan, se rehusaron no dejándose intimidar, dijeron: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque nosotros no podemos callar lo que hemos visto y oído (4:19-20).
El siguiente brote de persecución involucró a Esteban. Aquel intrépido y poderoso defensor de la fe aplastó a sus opositores judíos en un debate (6:9-10), frustrándolos tanto que el Sanedrín tuvo que hacer arreglos para que testigos falsos mintieran sobre él (6:11). Él también fue llevado ante el Sanedrín (6:12-15), donde pronunció un discurso clásico defendiéndose tanto a sí mismo como al evangelio (7:1-50). El cerró ese mensaje con una dura crítica a los líderes judíos por sus corazones endurecidos y su rechazo de la verdad (7:51-53). Furiosos, ellos lo expulsaron de la ciudad y lo apedrearon hasta la muerte (7:54-60).
El asesinato de Esteban fue el catalizador de la primera persecución generalizada de la Iglesia o Comunidad Mesiánica, que estaba dirigida principalmente contra los hermanos y hermanas helenísticos en la fe de Esteban (8:1). Esa persecución, encabezada por el celoso fariseo Saulo de Tarso (8:3), los dispersó y difundió el evangelio aún más (8:4).
Otra persecución, esta vez dirigida a los apóstoles, vino por parte de Herodes Agripa I. Buscando complacer a las autoridades judías, ejecutó a Santiago y arrestó a Pedro (12:1-3). Pedro fue liberado milagrosamente de la prisión (12:7-11), pero fue obligado a recluirse (12:17).
Después del encuentro de Pablo con el Mesías glorificado en el camino a Damasco, se convirtió en el principal evangelista del Camino. Irónicamente, Pablo, que alguna vez fue el principal perseguidor de los fieles en el Mesías, luego se convirtió en el más perseguido. La oposición judía surgió por primera vez contra él en Damasco poco después de su conversión (9:23). El encontró más oposición de los judíos incrédulos a lo largo de sus viajes misioneros. En la isla de Chipre, se enfrentó a un falso profeta judío (13:6-8). Los judíos incrédulos de Antioquía de Pisidia, llenos de celos, se opusieron a la decisión de Pablo de enseñar (13:45). En Iconio (14:2), Listra (14:19), Tesalónica (17:5ss), Berea (17:13), Corinto (18:6, 12-13), Éfeso (19:9), Corinto nuevamente donde comenzó su viaje a Jerusalén (20:3), y después de su llegada a Jerusalén (21:27ss), Pablo enfrentó la continua hostilidad de sus compatriotas.
Al comenzar el capítulo 23, Pablo se enfrenta una vez más a la oposición judía. Él acababa de ser atacado en los terrenos del Templo por una turba judía y brutalmente golpeado (vea Co – Arresto de Pablo en Jerusalén). Sólo la intervención de los soldados romanos le salvó la vida. Claudio Lisias, el comandante de las fuerzas romanas en Jerusalén, intentó sin éxito descubrir qué había hecho. Entonces permitió que Pablo se dirigiera a la multitud enojada desde las escaleras del Fuerte Antonia. Pero La mención de Pablo de su comisión a los gentiles (22:21) provocó que el motín estallara una vez más. Lisias entonces decidió utilizar el brutal método de interrogatorio romano de azotar con el flagellum para arrancarle una confesión. Sin embargo, el descubrimiento de que Pablo era ciudadano romano también detuvo eso, ya que era ilegal someter a un ciudadano romano a tal tortura. Para entonces, completamente frustrado y confundido acerca de cómo proceder, Lisias decidió llevar a Pablo al Gran Sanedrín, que funcionaba como la Corte Suprema judía.539
La comparecencia de Pablo ante el Gran Sanedrín marca la quinta (y última) vez que la Corte Suprema judía fue llamada a evaluar las afirmaciones de Yeshua Mesías.
La primera vez fue cuando Jesús mismo se presentó ante los líderes judíos (vea el comentario sobre La vida de Cristo Lj – Jesús ante el Sanedrín en el piso superior de la casa de Caifás).
La segunda involucró a Pedro y Juan (vea Ar – Pedro y Juan ante el Sanedrín).
La tercera siguió al arresto de todos los apóstoles (vea Au – Los Apóstoles son perseguidos).
La cuarta fue el juicio de Esteban (vea Aw – Testimonio de Esteban al Sanedrín).
Cinco veces los incomparables comunicadores del evangelio habían proclamado la verdad al Sanedrín, y cinco veces los líderes judíos la habían rechazado. No sólo ellos se condenaron a sí mismos (Juan 3:18), sino también su rechazo llevó a la nación a rechazarlo.
Por lo tanto, así como los líderes judíos una vez llevaron a la nación a rechazar a Jesús como el Mesías, algún día deben llevar a la nación a aceptar a Jesús como el Mesías (vea el comentario sobre Apocalipsis Ev – La Base para la Segunda Venida de Jesucristo). Durante los últimos tres días de la Gran Tribulación, mientras los ejércitos del anticristo se preparan para la destrucción final de Israel, el liderazgo judío liderará un avivamiento nacional (vea el comentario sobre Isaías Ki – Confesión Nacional de Pecado de Israel), y todo Israel será salvo (vea el comentario sobre Isaías Kg – La Segunda Venida de Jesucristo a Bosra). Esto, sin embargo, será en un futuro escatológico lejano.
El comandante: Al día siguiente (el comandante), queriendo saber de seguro por qué lo acusaban los judíos, lo desató; y mandó reunir a los principales sacerdotes y a todo el Sanedrín; y sacando a Pablo, lo puso ante ellos (22:30). Esto implica que, durante el resto del día, Pablo estuvo completamente libre de la custodia romana.
Técnicamente, esto no fue un juicio, ni tampoco una reunión formal del Sanedrín. No se presentaron cargos formales contra Pablo, ni ningún testigo testificó contra él. Pero para Pablo esto fue como un juicio. El comandante simplemente estaba reuniendo pruebas para ver si había motivos para un juicio. Lisias no necesitaba estar físicamente presente y de todos modos no se le permitiría asistir a la confrontación entre Pablo y los ancianos. Entonces, Lucas da a entender que al menos el permaneció en los alrededores.
El proceso comienza con una declaración de Pablo, aunque uno podría haber esperado, en primer lugar, una oportunidad para que los judíos expusieran su caso en esta escena. Esto se debe a la brevedad de Lucas, el lector ya sabe cuáles son los cargos. Lucas, por tanto, se concentra en Pablo.540
La confrontación: Pablo, entonces, fijando los ojos en el Sanedrín, dijo: Varones hermanos: Yo, con toda buena conciencia me he conducido para con Dios hasta este día (23:1). Pablo al mirar el Sanedrín probablemente reconoció muchos rostros familiares en la sala, ya que él mismo pudo haber sido miembro alguna vez (26:10). En cualquier caso, el entendió a su audiencia. A los acusados se les dio la oportunidad de hablar por sí mismos y hablando en hebreo, inició su defensa con la palabra: hermanos. Estas personas todavía eran hermanos de Saulo. El hecho de que se dirigiera a ellos en esta ocasión demostró que no se trataba de una reunión formal del Sanedrín, ya que no habría sido apropiado dirigirse a la Corte Suprema judía; más bien, era apropiado para viejos amigos. Después de todo, esta reunión fue convocada por el comandante romano (22:30).541 Pablo continuó: Yo, con toda buena conciencia me he conducido para con Dios hasta este día (23:1b).
El conflicto: Pero el sumo sacerdote Ananías mandó a los que estaban junto a él que le golpearan la boca (23:2). El sumo sacerdote (kohen gadol) Ananías, no debe confundirse con Anás en 4:6). Ananías había sido nombrado en el año 47 dC y fue destituido por Roma en el 58 dC. Los romanos sospechaban que él era responsable de los disturbios en Judea en el año 52 dC, pero él fue absuelto del cargo. Es posible que Lucas haya querido recordarnos cómo Yeshua fue tratado en su juicio (Juan 18:22ss). La explicación más probable para la acción de Ananías es que entendió las palabras de Pablo como una afirmación de que, aunque ahora era un creyente en Yeshua, todavía era un buen judío, habiendo servido a Ha’Shem, dice con buena conciencia tranquila me conducido hasta este día. A Ananías le pareció el colmo de la arrogancia, incluso la blasfemia.542
Entonces Pablo le dijo: ¡Dios te golpeará a ti, pared blanqueada! Estás sentado para juzgarme conforme a la ley, ¿y violando la ley, mandas que me golpeen? (23:3), vea Mateo 23:27). La metáfora deriva de la práctica de pintar tumbas con cenizas para advertir a la gente de una posible contaminación que ocultan. Básicamente, Pablo los llamó hipócritas. Era una ofensa herir o maldecir a cualquier judío, aunque tal castigo estaba permitido en defensa del honor de Dios. En otras palabras, como castigo por transgredir los mandamientos de YHVH (Sanedrín 85a). Pablo simplemente hizo una declaración de su conciencia tranquila –ni siquiera afirmó haber vivido una vida intachable, si se insiste en la distinción– y a cambio recibió una bofetada en la cara. Esto no podría justificarse ni por el TaNaJ ni por la Ley Oral (vea el comentario sobre La Vida de Cristo Ei – La Ley Oral). Entonces los que estaban presentes dijeron: ¿Al sumo sacerdote de Dios maldices? (23:4). Y Pablo dijo: No sabía, hermanos, que fuera el sumo sacerdote; pues está escrito: No maldecirás a un príncipe de tu pueblo (23:5). Lucas cita el TaNaJ casi siempre en una forma correspondiente a la LXX o cercana a ella, y no de acuerdo con el Texto Masorético Hebreo. Aquí se cita Éxodo 22:27 cerca, pero no corresponde exactamente a la LXX.543
Habiendo acusado a Ananías de conducta hipócrita, Pablo fue un paso más allá y dijo: No sabía, hermanos, que fuera el sumo sacerdote. Este comentario estaba lleno de sarcasmo. Sabía perfectamente quién era Ananías. Era como si estuviera diciendo: “¡No sabía que un hombre como usted pudiera ser el sumo sacerdote!” A pesar de que el desacato al tribunal se castiga con azotes, Pablo no recibió ninguna penalización por su comentario, que lo dice todo.544
La conquista: Entonces Pablo, percibiendo que una parte era de saduceos y otra de fariseos, dijo a gran voz en el Sanedrín: Varones hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseos. ¡Acerca de la esperanza de la resurrección de los muertos se me juzga! (23:6). Pero reconociendo que no iba a tener un juicio justo, como las acciones del sumo sacerdote mostraban claramente, dice: …varones hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseos, en tiempo presente. Aunque Saulo era, judío mesiánico durante más de veinte años, todavía se consideraba fariseo. Aun manteniendo la palabra, Pablo declaró lo que él veía como la verdadera razón por la que los judíos querían matarlo, diciendo: ¡Acerca de la esperanza de la resurrección de los muertos se me juzga! (23:6b). Esto a menudo se ve como una astuta artimaña por parte de Pablo para desviar la atención de sí mismo. Pero la resurrección realmente tocó el meollo del asunto y fue el motivo oculto detrás del odio de ellos. Los fariseos creían en el concepto de la resurrección de los muertos, mientras que los saduceos no (vea el comentario a La vida de Cristo Ja – ¿De quién será esposa en la resurrección?).
La resurrección de los muertos constituía una parte importante de la esperanza de los fariseos en la liberación final de Su pueblo por parte de ADONAI. Por lo tanto, estaban teológicamente “maduros” para el evangelio de que el Mesías esperado había resucitado de entre los muertos. Pablo, un fariseo, se había dado cuenta de esto. Otros fariseos, como Nicodemo y José de Arimatea habían creído (15:5) (vea el comentario a La vida de Cristo Lx – El Entierro de Jesús en la Tumba de José de Arimatea). En resumen, para Lucas y Pablo, el cumplimiento natural de la esperanza farisaica estaba en la resurrección de Cristo. Por lo tanto, no fue accidente, ni ciertamente ninguna artimaña, que Pablo hiciera su llamamiento a los fariseos en el Gran Sanedrín.545
Y al decir él esto, se produjo un altercado entre los fariseos y los saduceos, y la asamblea se dividió. Porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángeles ni espíritus; pero los fariseos admiten todo eso. Se produjo entonces un griterío enorme. Se levantaron algunos de los escribas de la secta de los fariseos y protestaban violentamente, diciendo: No hallamos nada malo en este hombre. ¿Y si acaso le ha hablado un espíritu o un ángel? (23:7-9), pues los saduceos, sólo aceptaban los cinco libros de Moisés. Pronto quedó claro que los fariseos eran los defensores de Pablo al decir: ¿Y si acaso le ha hablado un espíritu o un ángel?, posiblemente defendiendo la experiencia de Pablo en el camino a Damasco.
Y como el altercado arreciara, temiendo el tribuno que despedazaran a Pablo, ordenó que bajara la tropa y lo sacaran de entre ellos por la fuerza, y lo llevaran a la fortaleza (23:10). El tribuno era responsable de su seguridad ordeno que lo llevaran a la fortaleza (el Fuerte Antonia). Es significativo que Lisias no interviniera directamente en el proceso judicial ni emprendió acciones contra el propio Sanedrín. Simplemente sacó a Pablo de un posible peligro. La violencia de los dos últimos días, y especialmente la enemistad de los judíos, debieron hacer que se preguntara ansiosamente sobre el futuro. Parecía haber pocas perspectivas de que saliera vivo de Jerusalén, y mucho menos de que viajara a Roma.
El consuelo: El Señor ciertamente había preparado bien a Pablo para los acontecimientos que acababan de ocurrir en Jerusalén (20:23, 21:10ss). Aun así, habían sido particularmente difíciles: la turba en el Recinto del Templo, el arresto, el intento de azote y la violencia del Sanedrín. ¿A qué conducía todo esto? Las palabras de Dios le aseguraron que había un propósito divino en todo lo que le había sucedido.
A la noche siguiente, se le apareció el Señor y le dijo: ¡Ánimo! Porque como testificabas fielmente acerca de mí en Jerusalén, así también tienes que testificar en Roma (23:11), (vea Bf – La visión de Pedro: Una mirada más cercana a visiones o sueños). Esta es la última de las cuatro veces que Pablo vio al Señor en una visión (9:5; 18:9-10; 22:17-21, y aquí). Pablo ya había expresado su propio deseo de visitar Roma (19:21). Ahora recibió el respaldo de ADONAI. La palabra clave es, por supuesto, testificar. Todos los problemas de Pablo en los últimos dos días se derivaron de su testimonio de Cristo ante los judíos. Ahora su viaje a Roma y todos los líos legales de por medio también serían un testimonio. Con este versículo, el modelo final de Hechos está trazado.
Podrías pensar que las cosas están mal para usted en este momento, ¡pero es posible que ni siquiera lo sepas ni la mitad! Pero Jesús lo sabe. Antes de la cruz, el Mesías dijo: En este mundo tendréis aflicción. A pesar del caos de vivir en un mundo hostil, podemos disfrutar de tranquilidad. Sin embargo, esto también es condicional. Debemos elegirlo. La vida de un creyente en Cristo no es el proverbial jardín de rosas, excepto, quizás, por los espinos. Sin embargo, Yeshua nos anima cuando Él dice: ¡Pero anímate! Podemos elegir shalom cuando elegimos creer que Él ha vencido al mundo (Juan 16:31-33). Por eso, Él continúa diciéndonos hoy: ¡No se preocupen! ¿Por qué? No porque todo esté bien; sino porque Dios todavía está en Su trono. Su promesa sigue siendo cierta: a los que aman a Dios, y conforme a su propósito, todas las cosas les ayudan a bien (Romanos 8:28).
Haz crecer en mí la paciencia, Señor, para vivir según estas palabras: Encomienda a YHVH tu camino, Y confía en Él, y Él hará. Exhibirá tu justicia como la luz, Y tu derecho como el mediodía. Guarda silencio ante YHVH, Y espérale con paciencia. No te irrites a causa del que prospera en su camino, A causa del hombre que maquina intrigas. Deja la ira, desecha el enojo, No te enardezcas en manera alguna a hacer el mal. Porque los malos serán cortados, Pero los que esperan en YHVH heredarán la tierra (Salmo 37:5-9). Lo sé en mi mente. Señor, ayúdame a vivirlo en mi corazón y en mi vida.546
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