Desearás a tu marido, y él te dominará
3: 16
Desearás a tu marido, y él te dominará ESCUDRIÑAR: ¿Quién es responsable de la caída? ¿Por qué? ¿Qué castigo habría sido más difícil para Eva? ¿Por qué? ¿Por qué Dios permitió la caída de Eva cuando fue tentada? ¿Qué dice eso de Dios?
REFLEXIONAR: ¿Qué dice este pasaje acerca de lo que Elohim quiere de nosotros? ¿Cómo Cristo amó a la Iglesia? ¿Qué tiene esto que ver con usted?
Eva, como representante de todas las mujeres, recibió un castigo doble. Primero, Dios dijo: Multiplicaré tus dolores en el parto, y darás a luz a tus hijos con dolor (3:16 Ver Ndt). Eva no dio a luz antes de la Caída. Pero si lo hubiera hecho, habría sido sin dolor. Después de la caída el parto sería doloroso. Dios dijo: Sean fructíferos y multiplíquense; llenen la tierra y sométanla; (1:28). Así que esto no era una maldición de esterilidad. Sin embargo, el punto en el que ella recibirá su mayor sensación de plenitud en la vida (según el énfasis del Antiguo Pacto) también será un punto de sufrimiento. Pero este castigo también tiene un lado positivo, ya que será a través de su dolor y la maternidad que Dios proveerá para la salvación del mundo (3:15).68 Además, Jesús dijo: La mujer que está por dar a luz siente dolores porque ha llegado su momento, pero en cuanto nace la criatura se olvida de su angustia por la alegría de haber traído al mundo un nuevo ser (Juan 16:21).
La palabra hebrea usada para el dolor de la mujer es la misma palabra que se usa para el trabajo del hombre después de la caída. El Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo trabajara (2:15). Esta no es la palabra hebrea habitual para el dolor del parto. Esta apuntó al mayor dolor de vivir esta vida después que Adán y Eva comieron del fruto prohibido. Es evidente que el pecado tiene consecuencias. Siempre le lleva más lejos de adonde quiere ir y le cuesta más de lo que desea pagar. Pero no es de extrañar que en este capítulo se encuentre el esquema de la salvación desde el principio de los tiempos. En primer lugar, Dios revela Su Palabra, luego los seres humanos caen en el pecado, pero Dios reconcilia y protege.
Los rabinos enseñan que así como la serpiente fue maldecida con diez maldiciones, así también lo será la mujer. En primer lugar, menstruará; en segundo lugar, el sangrado de la virgen; en tercer lugar, las molestias del embarazo; cuarto, el aborto involuntario; quinto, el dolor del parto; sexto, la angustia de la crianza de los hijos; séptimo, la cabeza cubierta en la adoración; octavo, sujeción a su marido; noveno, tiene prohibido testificar en la corte bajo la ley judía; y décima, la muerte física. Por esta razón en la teología rabínica, la mujer debe guardar los mandamientos especiales, tres en particular. Nida, los mandamientos de la menstruación, Jalá, las leyes relativas a la porción de pan, y también se encarga el encender las velas de Shabat.
En segundo lugar, Elohim dijo: Desearás a tu marido, y él te dominará. La palabra hebrea para deseo es teshukah y significa el deseo de poseer. La palabra aparece sólo dos veces en el Tanaj: en Cantar de los Cantares 7:10 y Génesis 4:7. La canción del pasaje de Salomón no encaja en este contexto. El pasaje de Génesis 4:7 nos ayuda a entender cómo se utiliza aquí porque Moisés escribió ambas escrituras, que están en el mismo contexto, el juicio, y los dos versículos se conectan con el mismo verbo mashál, que significa dominar. En 4:7 el Señor le dijo a Caín: Pero si haces lo malo, el pecado te acecha, como una fiera lista para atraparte. No obstante, tú puedes dominarlo. El pecado es descrito como un animal que desea controlar y dominar a Caín, pero Dios desafió a Caín a gobernar sobre el deseo incontenible de pecado. Eva va a desear gobernar sobre Adán, al igual que los deseos por el pecado gobiernan sobre Caín. Por lo tanto, el versículo puede ser mejor traducido: tu deseo será querer gobernar a tu marido.
Pero Dios dijo: él (hombre) te dominará. Adán debía gobernar sobre Eva como Caín debía dominar el pecado. Este es un pasaje difícil. El hecho que Adán debía gobernar sobre Eva es incuestionable. Nosotros debemos tomar a Dios en Su Palabra. Sin embargo, la cuestión fundamental para Eva y todas las demás mujeres es ¿cómo podrá el dominar sobre ella? Algunos comentaristas entran en detalles acerca de si este pasaje es prescriptivo o descriptivo. Pero creo que nos llevan por el camino equivocado. Creo que la respuesta se encuentra en la Palabra de Dios.
Ambos, Adán y Eva tenían diferentes responsabilidades antes de la Caída. Adán fue colocado en el jardín para que lo cultivara y lo cuidara (shamár), en el sentido de la obediencia para protegerlo. Es la misma palabra hebrea que se usa en 3:24, donde los querubines fueron colocados para custodiar el camino que lleva al árbol de la vida. Y Eva iba a ser una ayuda idónea para él (kenegdo), literalmente significa una ayuda como él, o un ayudante equipado como él, o el ayudante correspondiente. En otras palabras, ella lo completó a él. Así, aparte de sus diferentes responsabilidades, fueron iguales en todos los sentidos de la palabra, física, social y espiritualmente. Pero después de la caída todo cambió. El deseo de Eva sería gobernar sobre Adán, pero Dios dijo: Él te dominará. ¿Cómo podemos descubrir el verdadero significado en Dios el Espíritu Santo, de este difícil pasaje? Es a través de la revelación progresiva. Dios no revela todo lo que tenía que decir sobre un tema concreto en Génesis. Hay 66 libros de la Biblia y en el momento en que llegamos a Apocalipsis, las cosas que son importantes saber para nosotros son claras. El resto de las cosas se aclararán cuando lleguemos al cielo. En otras palabras, la Antigua Alianza espera y el Nuevo Pacto mira hacia atrás. Aquí hay que mirar hacia el Nuevo Pacto para tener más clara la luz de cómo el marido domina sobre su esposa. ¡Señoras, quédense en este proyecto!
Uno de los pasajes más importantes con respecto a la relación de esposo y esposa es Efesios 5:22-33, ya que también es una imagen de Cristo y de la Iglesia. Pablo se dirige a las mujeres primero y dice en Efesios 5:22-24: Esposas, sométanse a sus propios esposos como al Señor. Porque el esposo es cabeza de su esposa, así como Cristo es cabeza y salvador de la iglesia, la cual es su cuerpo. Así como la iglesia se somete a Cristo, también las esposas deben someterse a sus esposos en todo. ¡Ahora a los maridos les encanta citar este versículo, y por lo general paran de leer ahí mismo! Pero Pablo continúa en Efesios 25-27: Esposos, amen a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella para hacerla santa. Él la purificó, lavándola con agua mediante la palabra, para presentársela a sí mismo como una iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna otra imperfección, sino santa e intachable. Así que la pregunta fundamental, tanto para hombres y mujeres es la siguiente: ¿Cómo amó Cristo a la Iglesia? ¿Hubo algo que Él no hubiera hecho por la Iglesia? ¿Cuál fue su actitud hacia la Iglesia? ¿Él fue como un jefe para la Iglesia? ¿Acaso Él pensaba primero en sí mismo? ¿Murió Él por la Iglesia?
Marcos responde a estas preguntas así: Porque ni aun el Hijo del hombre vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos (Marcos 10:45), vea el comentario sobre La Vida de Cristo Im – El Hijo del Hombre vino para servir y para dar su vida en rescate por muchos). Así que si el marido pone a su mujer primera en todo, pensando en ella en primer lugar, y se asegura que todas las necesidades de ella sean satisfechas sirviéndole a ella, es bastante fácil que se sujete voluntariamente. Pero este tipo de relación parece muy diferente de: él se enseñoreará de ti, ¿no es así? Esto suena bastante duro, y en absoluto, es como quien sirve. ¿Qué es esto? ¿Viene a servir o a dominar? Si usted piensa que esto es confuso, basta con ver el estado de los roles conyugales. Es una de las áreas más confusas dentro y fuera de la Iglesia de hoy. El principal problema es la confusión entre la relación del hombre con su mujer, y la responsabilidad del hombre en lo que sucede en el matrimonio.
Echemos primero un vistazo a la relación. La Biblia enseña claramente que los hombres y las mujeres son iguales social, psicológica y espiritualmente. En otras palabras, son iguales en su relación mutua. Dios nos creó como iguales (1:27-28), y somos uno cuando nos unimos en matrimonio (2:24). Hombres y mujeres somos igualmente pecadores (Romanos 3:23), e igualmente salvos (Juan 1:12-13; II Corintios 5:17; I Pedro 3:7). Los esposos y las esposas deben someterse el uno al otro sexualmente (I Corintios 7:2-5) y socialmente (Efesios 5:21). Además, la Biblia enseña que no habrá diferencias por el sexo (Gálatas 3:28). Hombres y mujeres son igualmente dependientes de Dios (I Corintios 11:11-12) aceptables igualmente como creyentes (Hechos 5:14), y consiervos para Él (Romanos 16:1, 3-6; Filipenses 4:3). Así que en su relación, los hombres y las mujeres son iguales. Pero hay otro aspecto que tenemos que mirar.
La segunda área que la Biblia nos enseña es acerca de la responsabilidad. A pesar de que los hombres y mujeres son iguales en sus relaciones entre sí, los hombres tienen en última instancia la responsabilidad de lo que sucede en el matrimonio. La Biblia nos dice que cuando Abraham mintió acerca de su esposa Sarai, el faraón asignó la responsabilidad a Abram (12:17-20). Más tarde, cuando Dios cambió sus nombres, Abraham y Sara hicieron lo mismo y Abimelec hizo responsable a Abraham (20:9). Y parece que la manzana no cae muy lejos del árbol como Isaac, hijo de Abraham se lo hace responsable de la mentira sobre Rebeca (26:9). Mucho más tarde, Dios hizo a David responsable de su pecado con Betsabé y envió al profeta Natán a reprenderle. Aquí, Adán y Eva ambos comieron del árbol del conocimiento del bien y del mal, de hecho Eva abrió el camino, pero Dios hizo a Adán responsable (3:9). Este principio no sólo se enseña en el Antiguo Pacto, sino también en el Nuevo Testamento donde Pablo nos dice que a través de un solo hombre el pecado entró en el mundo (Romanos 5:12, 14 y 17). Responsabilidad implica rendición de cuentas, y Dios hizo a Adán responsable. No sólo fue distinta la responsabilidad para Adán y Eva, también fueron distintas las consecuencias. Dios le dijo a Eva que Adán gobierna sobre ella. Hay otros pasajes que reflejan la misma enseñanza, diciendo que las esposas deben someterse y ser obedientes a sus maridos (I Pedro 3:1; Tito 2:5; Efesios 5:22; Colosenses 3:18; I Corintios 11:3), ya que el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia (Efesios 5:23).
Debido a este hecho, volvemos a la pregunta original: ¿cómo Adán gobierna sobre Eva? Él gobierna sobre ella en el sentido de que si todavía están en un punto muerto, finalmente, él va a ser responsable de la decisión. Es importante: cómo él maneje la situación, la forma en que escuche a su esposa y tome sus sentimientos y opiniones en consideración. Ella necesita ser escuchada. Los esposos que no escuchan a sus esposas son tontos, porque Elohim la hizo ayuda idónea para él (2:18). Si la mujer no siente que está siendo escuchada o no tiene ningún aporte en el matrimonio, esto aplastará su espíritu y/o se alejará (física y/o emocionalmente). Los esposos y las esposas deben tomar decisiones juntos como un equipo, pero si no se ponen de acuerdo, él tiene que hacerlo porque él es responsable ante Dios.
Cuando las cosas van mal en el trabajo, nadie quiere estar a cargo cuando el jefe entra y dice: “Está bien, ¿quién está a cargo aquí?” Y todos los ojos están puestos en ti. Es mucho más reconfortante ser capaz de señalar a alguien más y decir: “Es él” Es en ese sentido que Adán gobernaría sobre Eva. Es en este sentido que Eva debe sujetarse y ser obediente a Adán; no en su relación, ya que ellos son iguales. Pero Adán es responsable de lo que sucede en el matrimonio. La toma de decisiones puede ser simple y sin rendición de cuentas. Si funciona, usted consigue todo el crédito, y si no es así, simplemente intenta otra cosa y asunto terminado. Pero tomar una decisión que tienen consecuencias eternas es una historia muy diferente. El orden de los pecados fue: la serpiente pecó primero, luego la mujer, y finalmente el hombre; y en este mismo orden se dan sus juicios. Hemos visto a la serpiente y a la mujer juzgadas, ahora Dios dirige Su atención al hombre.
Ntd: Otra versión dice Multiplicaré en gran manera tus dolores y tus preñeces.
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