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Todos los que dependen de las obras que demanda la ley están bajo maldición
Gálatas 3:10 y Deuteronomio 27:26

Todos los que dependen de las obras que demanda la ley están bajo maldición ESCUDRIÑAR: ¿Cuál es la diferencia entre creer en la ley para la salvación y creer en partes de la Torá como modelo para vivir? Ntd1 ¿Cuál es la maldición de Caín, y cómo se relaciona con la maldición del legalismo? ¿Cómo trajeron los judaizantes una maldición sobre sí mismos? ¿Cómo se supone que los creyentes deben ver la Torá hoy?

REFLEXIONAR: ¿Por qué cree que el legalismo puede ser atractivo para algunas personas? ¿Por qué cree que algunas personas suponen que pueden llegar al cielo por sus obras? ¿Cuáles son algunas costumbres de su iglesia o sinagoga mesiánica que no deberían imponerse a los nuevos creyentes? ¿Cómo explicaría la “maldición” prometida en el versículo 10?

Pablo condena a los judaizantes por confiar en las obras de la ley para la salvación, y escribe para persuadir a los gálatas temerosos de Dios, de no cometer el mismo error.

Pablo amaba la ley (Torá), de hecho, dijo: Así que la ley es santa, y el mandamiento es santo, justo y bueno (Romanos 7:12). Necesitamos entender que la ley (Torá) es justa y una parte importante de la Palabra de Dios. Como tal, durará para siempre. Como creyentes en la Dispensación de la Gracia, también debemos amar la Torá. En Pentecostes (Shavuot), se salvaron alrededor de tres mil (vea el comentario sobre Hechos An – Pedro habla a la multitud de Shavuot). Pero unos treinta años después, decenas de miles de creyentes seguían siendo celosos de la ley (Hechos 21:20). Por lo tanto, la Torá no es solo para los justos del TaNaJ, sino para todos los creyentes de hoy (vea el comentario sobre Éxodo Du – No penséis que he venido a abolir la ley o los profetas).

Sin embargo, los judaizantes durante el ministerio de Pablo, espiritualmente ciegos como estaban, sostenían que su conocimiento de las Escrituras les daba derecho a las bendiciones que estaban reservadas a los hijos de Abraham. Yeshua dijo a los fariseos y saduceos de Su época: Escudriñáis las Escrituras, porque os parece que en ellas tenéis vida eterna, y ellas son las que dan testimonio de mí. ¡Y no queréis venir a mí para tener vida! (Juan 5:39-40) Este fue el pecado de Israel, ignorar la justicia de YHVH y tratar de establecer su propia posición justa ante Dios (Romanos 10:1-4). Todos los que dependen de las obras que demanda la Ley están bajo maldición, porque está escrito: «Maldito sea quien no practique fielmente todo lo que está escrito en el libro de la Ley» (3:10 NVI); maldito implica a todo el que no siga haciendo (cada momento de cada día, todo el tiempo) todo lo que está escrito en el rollo de la Torá”. La salvación, ya sea en el TaNaJ, o en el Nuevo Pacto (Brit Hadashah), siempre ha sido por fe. Entonces, Pablo cita a Deuteronomio 27:26. En lugar de ser bendecidos por su acto de colocarse bajo el yugo de la Torá (aceptando voluntariamente obedecer los 613 mandamientos), los judaizantes, en realidad, se habían puesto bajo maldición (vea Ag¿Quiénes eran los judaizantes?).

Pablo argumentó que los judaizantes habían traído maldición sobre sí mismos porque confiaban en el legalismo para la salvación. Porque nadie puede guardar perfectamente los 613 mandamientos. Santiago, subraya esta maldición diciendo: Porque cualquiera que guarde toda la ley, pero tropiece en un punto, llega a ser culpable de todos (Santiago 2:10). Cualquiera que intente guardar toda la ley está bajo maldición. ¿Por qué? Deuteronomio 27:26 enseña claramente que a menos que sea capaz de cumplir perfectamente todos los aspectos de la ley, los 613 mandamientos, está bajo maldición. Bajo la Dispensación de la Torá, los 613 mandamientos no eran una “cafetería religiosa” donde las personas podían elegir qué mandamientos querían obedecer (Santiago 2:10-11). Solo tiene que ser culpable de quebrantar uno de los mandamientos para ser declarado culpable de quebrantarlos todos. Todo lo que tiene que hacer es empezar a leer los 613 mandamientos y no llegará muy lejos antes de darse cuenta de que ha quebrantado uno. De repente, está bajo la maldición de la ley. Debido a que nadie puede cumplir perfectamente todos los mandamientos, está bajo maldición, y el resultado final de la maldición es la muerte.

Como resultado, Pablo advirtió a los gentiles temerosos de Dios en Galacia, que convertirse en judíos traería serias consecuencias. No podían aceptar las bendiciones de tomar el yugo de la ley sin aceptar también la maldición de no poder obedecer perfectamente todos los 613 mandamientos de la ley. Si elegían asumir una identidad judía, también necesitaban asumir todo el peso de la maldición de la ley, que es la maldición de Caín. Caín pensó que podía tener una posición correcta ante ADONAI a través de su propio esfuerzo de trabajar en el campo y levantar sus propios cultivos como ofrenda; los judaizantes pensaron que podrían tener una posición correcta ante ADONAI a través de su propio esfuerzo de seguir los 613 mandamientos de la Torá. Tanto Caín como los judaizantes descuidaron el mandamiento de Ha’Shem de La ofrenda de sangre. Y según la ley, casi todo es purificado con sangre, y sin derramamiento de sangre no hay remisión (Hebreos 9:22b).

Entonces, para los creyentes, ¿cuál es el propósito de la Torá hoy? En primer lugar, es un conjunto de reglas. Estas reglas no pueden traer libertad, solo pueden acusar. Lo que sí logran es revelar el corazón de Dios y, por lo tanto, son una parte indispensable de la vida de un creyente. Los 613 Mandamientos de la Torá no tienen nada que ver con nuestra justificación, y nada que ver con nuestra salvación… pero pueden tener mucho que ver con nuestra santificación. La justificación es una acción única del SEÑOR mediante la cual, perdona los pecados de los creyentes (que es el aspecto negativo de ellos), y por otro lado, los declara justos al imputarles la obediencia y la justicia de Cristo a través de la fe (Génesis 15:6; Salmo 32:2; Jeremías 23:6; Romanos 3:28 a 4:6; Gálatas 2:16, 3:8-9, 21, 24). La santificación, sin embargo, es ser apartado específicamente, para el santo uso y propósito de Dios. Se necesita trabajo y es una lucha continua de por vida para ser transformados a la semejanza de Cristo (Segunda Corintios 3:18; Romanos 12:1-2). Es una meta y, en realidad, nunca se logra durante nuestra vida (vea Perfeccionismo por BB Warfield). El resultado de ser transformado es paz interior (Isaías 32:17), fruto espiritual observable (Segunda de Corintios 9:8; Segunda de Pedro 1:5-11), y un profundo deseo de honrar a ADONAI (Mateo 5-16; Juan 15:8).

Por ejemplo, los primeros diez mandamientos, revelan el corazón de Dios de tres maneras. Primero, la Torá sigue siendo una guía moral al revelar el pecado (Romanos 7:7). En segundo lugar, sabemos que: Toda la Escritura es inspirada por Dios, y es útil para la enseñanza, para la refutación del error, para la corrección, para la instrucción en la justicia (Segunda Timoteo 3:16). Por lo tanto, la Torá puede usarse como una herramienta de enseñanza para mostrar el estándar de rectitud de ADONAI, para que podamos conocerlo mejor y amarlo más. Y, en tercer lugar, también se puede usar para mostrar a otros a Jesús (Yeshua) (Gálatas 3:24-25). Nueve de estos Diez Mandamientos también se encuentran en el Nuevo Pacto (Brit Hadashah) con condiciones del corazón añadidas que nos hacen aún más responsables no solo de nuestras acciones, sino también de nuestros pensamientos. Se podría decir que la Torá es parte del modelo de Dios para vivir. Si vemos la Torá de esta manera, podemos amar la Torá como amamos la Palabra de Dios, y no estar bajo maldición.

Ntd1: En esta dispensación

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