¡Ven! Y el que tenga sed, venga, y el que quiera,
tome gratis del agua de la vida

22: 17

¡Ven! Y el que tenga sed, venga, y el que quiera, tome gratis del agua de la vida ESCUDRIÑAR: ¿Quién le ruega al Señor que regrese? En este pasaje ¿quién quiere que los pecadores se arrepientan? ¿Quién tiene sed? ¿Cuál es la parte más sorprendente de este ofrecimiento?

REFLEXIONAR: ¿Es difícil para usted querer que Jesús regrese? ¿Qué sacrificios requeriría de usted? ¿Habría cosas pendientes por hacer en esta vida (para usted) si viniera hoy? ¿Queda una carrera por delante? ¿Una relación en la que usted está? ¿Un matrimonio? ¿Una familia que espera hacer? ¿Niños? ¿Nietos? ¿El regreso del Señor sería de mayor satisfacción que cualquiera de estos? ¿Por qué sí? o ¿Por qué no?

Hay dos invitaciones distintas en este versículo, separadas por la invitación a venir. La primera parte del versículo es una oración dirigida a Yeshua. El Espíritu Santo y la Novia dicen: “¡Ven!” Esta petición es al Mesías, a volver en el arrebatamiento (Primera Tesalonicenses 4:15-18), y la oración es la única registrada por el Santo Espíritu en las Escrituras.

La segunda parte es una invitación a los pecadores. Es la última llamada para que los no creyentes que leen Apocalipsis vengan al arrepentimiento. Y el Espíritu y la Esposa dicen: ¡Ven! Y el que oye, diga: ¡Ven! Y el que tenga sed, venga, y el que quiera, tome gratuitamente del agua de la vida (22:17). Estas palabras son una invitación a la salvación por la fe/confianza/creer en Jesús Cristo. Esto se logra a través del ministerio del Santo Espíritu y la esposa, o la Iglesia, compuesta de creyentes judíos y gentiles. Es solo El Espíritu Santo el que hace la obra de convicción con respecto a la verdad del Evangelio (Juan 15:26, 16:8), y es Él quien hace la obra de llamar a la salvación y regenerar a las personas. Entonces la Iglesia presenta el mensaje que el Espíritu Santo usa para dar convicción de pecado y llamar. Quienes respondan recibirán gratuitamente el agua de la vida en la Nueva Jerusalén.

El que escucha es descripto como el que tiene sed (Salmo 107:9; Juan 4:14 y 6:35). Y el que tenga sed puede venir porque todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna (Juan 3:16b). La Biblia frecuentemente se refiere a la sed como representando una necesidad espiritual de arrepentirse y aceptar al Mesías como su Señor y Salvador. En Isaías, Dios llamó: ¡Todos los sedientos, venid a las aguas! (Isaías 55:1a), a las aguas de salvación. En el Sermón del Monte, Jesús declaró: Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados (Mateo 5:6). En el último día, el más grande de la fiesta (de los Tabernáculos), Jesús se puso en pie, y alzando la voz, dijo: ¡Si alguno tiene sed, venga a mí y beba! El que cree en mí, como dijo la Escritura, de su vientre fluirán ríos de agua viva. Esto dijo acerca del Espíritu que iban a recibir los que creyeran en Él, porque todavía no había Espíritu, pues Jesús no había sido aún glorificado (Juan 7:37-39). Y en Apocalipsis (21:6b) el SEÑOR promete: el que tenga sed, venga, y el que quiera, tome gratuitamente del agua de la vida.

Lo más sorprendente es que este regalo de salvación es gratis. Esa invitación ilimitada es típica de la amplia, generosa y agraciada oferta de salvación hecha en las Escrituras (Isaías 45:22; Mateo 11:28; Juan 3: 15-16). También ilustra la verdad bíblica de que la salvación involucra tanto la elección soberana de ADONAI (Juan 6:44) como la decisión humana. Dios salva a los pecadores, pero solo aquellos que reconocen su necesidad de arrepentirse. El agua de la vida, por medio del lavamiento de la regeneración y de la renovación del Espíritu Santo (Tito 3:5b), se ofrece sin costo (Isaías 55:1b) a los perdidos porque Jesús ha pagado el precio por su muerte sacrificial en la cruz (Romanos 3:24); por lo tanto, Él se menciona treinta y una veces como el Cordero en Apocalipsis. El Señor ofrece libremente el agua de vida a todos aquellos cuyos corazones tienen sed de perdón, cuyas mentes tienen sed de verdad y cuyas almas tienen sed de Él.527

Querido amigo o amiga: si está cansado de beber de los pozos negros de este mundo, ¡es Él quien lo invita a venir!.