Entonces dejaron ir a su hermana Rebeca,
y a su nodriza con el criado de Abraham
24: 50-60

Entonces dejaron ir a su hermana Rebeca y a su nodriza con el criado de Abraham ESCUDRIÑAR: ¿Cuánto le costó a Rebeca seguir la voluntad del Señor para su vida, y que recibió ella a cambio? ¿Cómo Dios revela Su voluntad al siervo de Abraham?

REFLEXIONAR: ¿Cómo ADONAI revela Su voluntad para usted hoy? ¿Ha estado postergando una decisión que necesita ser tomada?

Labán y Betuel respondieron: Sin duda todo esto proviene del SEÑOR, y nosotros no podemos decir ni que sí ni que no. Aquí está Rebeca; tómela usted y llévesela para que sea la esposa del hijo de su amo, tal como el SEÑOR lo ha dispuesto (24:50-51). El siervo había dado un testimonio tan claro y convincente como solo él sabía. Ya era hora de una decisión. El consentimiento proviene tanto del padre como del hermano. De hecho, la participación de un hermano en este tipo de negociaciones era común en aquellos días. Vamos a ver esto de nuevo en 34:5-7. Tanto Labán como Betuel reconocieron la providencia divina cuando ellos respondieron: Esto es de ADONAI y Él ha revelado claramente su voluntad; no podemos decir ni que sí ni que no, (no podemos decirte ni mal ni bien BTX). Por lo tanto, ellos ofrecieron su consentimiento. Rebeca había escuchado lo suficiente acerca de Isaac (en hebreo: Yitz’chak) dicho por el siervo y creía que Dios lo había llevado a ella. Sin duda ella, había estado orando por un marido. En cualquier caso, ella estaba más que lista para ir. Al escuchar esto, el criado de Abraham se postró en tierra delante de ADONAI (24:52).

Luego sacó joyas de oro y de plata, y vestidos, y se los dio a Rebeca. También entregó regalos a su hermano y a su madre (24:53). La novia de un príncipe debe estar provista de ropa nueva proporcionada por el padre del príncipe. Estos regalos representan el precio de la novia, que es como la perla de gran precio (vea el comentario La Vida de Cristo FcLa Parábola de la Perla). Jesús dijo: También se parece el reino de los cielos a un comerciante que andaba buscando perlas finas. Cuando encontró una de gran valor, fue y vendió todo lo que tenía y la compró (Mateo 13:45-46). Rebeca representa la Esposa de Cristo, que ya no puede ser vestida con los trapos de inmundicia (Isaías 64:6a) de sus propios actos de justicia, sino que debe ser vestida de lino fino, limpio y resplandeciente (Apocalipsis 19:8).

Luego, finalmente comieron; el siervo y sus acompañantes comieron y bebieron, y pasaron allí la noche. Todos los miembros de la caravana fueron finalmente capaces de sentar la cabeza para una buena noche de sueño. Uno sospecha, sin embargo, que había por lo menos unos pocos que no durmieron mucho esa noche.394

Más tarde, él y sus acompañantes comieron y bebieron, y pasaron allí la noche. A la mañana siguiente, cuando se levantaron, el criado de Abraham dijo: Déjenme ir a la casa de mi amo (24:54). El siervo sorprendió a todos por su interés en que él y Rebeca partieran inmediatamente. El siervo quería completar su misión sin ningún retraso. Pero el hermano y la madre de Rebeca le respondieron: Que se quede la joven con nosotros unos diez días, y luego podrás irte (24:55). Abraham e Isaac estaban esperando ansiosamente saber de él, pero madre, padre y hermano se sorprendieron. Habían estado dispuestos a dejarla ir, pero ¿por qué tenía que ser tan pronto? Habían pasado sólo la mitad de un día desde que él había entrado en su vida, ¿y ahora se disponía a llevársela para siempre? Ellos necesitaban más tiempo para decir adiós. Ellos esperaban que permaneciera con ellos diciendo: y luego podrás irte. Pero el siervo tenía algunas buenas razones para rechazar el retraso, y les dijo: —No me detengan —repuso el criado—. El SEÑOR ha prosperado mi viaje, así que déjenme ir a la casa de mi amo” (24:56). Por otra parte, el retraso sólo daría a la carne más razones para cambiar sus mentes.

Luego, en un nuevo intento de retrasar al siervo y la salida de Rebeca, dijeron: Llamemos a la joven, a ver qué piensa ella —respondieron. Así que llamaron a Rebeca y le preguntaron: ¿Quieres irte con este hombre? —Sí —respondió ella (24:57-58). Hicieron esto con la esperanza de que ella querría más tiempo para tomar su decisión, el tema era una decisión personal y nadie podía tomarla por ella, quien dijo: Sí. Ella iba a casarse con un hombre de fe y se iría de la casa para no volver jamás. Tomar la decisión de seguir a Cristo es una decisión personal. Nadie puede hacerlo por usted. Si ustedes deciden seguir al Maestro, este mundo ya no es su casa, ustedes son extranjeros y peregrinos en este mundo (I Pedro 2:11a). La Biblia enseña que nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde aguardamos ardientemente al Salvador, al Señor Jesús, el Mesías (Filipenses 3:20).

Entonces dejaron ir a su hermana Rebeca y a su nodriza con el criado de Abraham y sus acompañantes (24:59). En la familia oriental la nodriza es una persona muy importante. Ella es estimada casi como uno de sus padres; y acompañaba a la novia a su nuevo hogar y permanecía allí con ella. Se coinvertía ella en la consejera, asistente, y amiga de la novia. En la nodriza, como con una madre, la novia confiaba sus secretos más grandes. Así Rebeca inició su largo viaje hacia su futuro hogar con la nodriza que había cuidado de ella desde la infancia.395

Y bendijeron a Rebeca con estas palabras: Hermana nuestra: ¡que seas madre de millares! ¡Que dominen tus descendientes las ciudades de sus enemigos! (24:60). La decisión de ella fue la correcta. Uno no debe ir por delante de la voluntad de Dios, pero tampoco debemos rezagarnos, una vez que sabemos Su voluntad. Este principio es más importante en relación con la decisión más grande de todas, si acepta o no a Cristo. Una vez que el Espíritu Santo nos ha enseñado acerca de Cristo, y entendemos las implicaciones del Evangelio, debemos aceptarlo y seguirlo de inmediato a Él. La demora sólo puede ser peligrosa. ¡He aquí ahora el tiempo aceptable! ¡He aquí ahora el día de salvación! (II Corintios 6:2b).

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