Jacob huyó de Labán
31: 1-21
Jacob huyó de Labán ESCUDRIÑAR: ¿Por qué Labán y sus hijos están cada vez más agobiados? ¿Cómo Labán había engañado a Jacob? ¿Qué le dijo ADONAI que hiciera al respecto? ¿Cómo supo Ya’akov cuándo dejar a Labán y a dónde ir? ¿Qué pensaron Lea y Raquel del plan de Jacob de regresar a Canaán? ¿Por qué Raquel tomó ídolos del hogar de su padre?
REFLEXIONAR: ¿Cómo sabe usted cuándo es el momento de dejar una relación? ¿Cuándo fue la última vez que el Señor le recordó un voto o una promesa que hizo a Él? ¿A qué cosas del mundo, como los ídolos del hogar de Raquel, está usted aferrado?
La prosperidad de Jacob (hebreo: Ya’akov) no podía pasar desapercibida por mucho tiempo. Pero oía las palabras de los hijos de Labán, diciendo: Jacob ha tomado todo lo de nuestro padre, y toda esta riqueza la ha hecho con lo que era de nuestro padre (31:1). Esto simplemente no era cierto, de hecho, todo lo contrario; Jacob había añadido a la riqueza de su padre. Y observaba Jacob el semblante de Labán, y veía que no era para con él como en días anteriores (31:2). Sabía que no podría vivir mucho más tiempo en Harán, pero había hecho un acuerdo para mantener los rebaños de Labán y él dudó en ser el primero en romperlo. Él, sin duda, sospechó que su tío no tenía la intención de honrar el acuerdo y probablemente tomaría sus rebaños por la fuerza, pero el engañoso Labán aún no había hecho ningún movimiento manifiesto para hacer esto, y no podía discernir la intención del corazón de Labán. Sin embargo, Dios pudo.488
Entonces ADONAI dijo a Ya’akov por segunda vez. La primera vez fue en Betel veinte años antes. En ese momento Dios le ordenó: Entonces ADONAI dijo a Jacob: Vuélvete a la tierra de tus padres y a tu parentela, y Yo estaré contigo (31:3). Ahora en cuanto a su antigua historia familiar, Jacob estaba históricamente en la tierra de sus padres, la tierra de Harán. Pero aquí, no se refiere a la tierra de Harán. En ese momento, la tierra de su padre era la tierra de Canaán, la tierra de su padre Isaac y su abuelo Abraham. Y una vez más el SEÑOR hace la promesa: Yo estaré contigo. Ya era hora que Ya’akov regresara a Betel.
En obediencia, Jacob se preparó para partir. Pero antes, pensó que tenía que explicar primero todo a Raquel y Lea. Si ellas no entendieran la situación, podrían ser reacias a abandonar su hogar. Él había dicho poco acerca de sus problemas con su padre, pero ahora tenían que ver la imagen completa. Entonces Jacob envió a llamar a Raquel y a Lea al campo, donde tenía su rebaño (31:4), (Jacob no quería que nadie escuchara lo que iba a decir). y les dijo: Estoy observando que el semblante de vuestro padre para conmigo no es como en días anteriores, pero el Dios de mi padre ha estado conmigo (31:5). Esto es porque en su auto-engaño, Labán creía que Jacob había robado su riqueza. Él estaba convencido de esto por sus hijos. Pero Jacob respondió: el Dios de mi padre ha estado conmigo. Y este mismo tema estaba a punto de ser explicado a sus esposas. Él explicó su propia fidelidad: Vosotras sabéis también que con toda mi fuerza he servido a vuestro padre, pero vuestro padre me ha engañado, y ha cambiado mi salario diez veces; sin embargo, Elohim no le permitió que me hiciera mal (31:6-7). Luego le dio a sus esposas un ejemplo.
Esto era algo que sus esposas habían visto con sus propios ojos. Ya’akov había mantenido plenamente su parte del acuerdo a pesar de la decepción de su padre. Luego él dio a sus esposas un ejemplo.
Si él decía así: Los moteados serán tu salario, entonces todas las ovejas parían moteados, y si decía: Los listados serán tu salario, entonces todas las ovejas parían listados. Así ha despojado Elohim del ganado a vuestro padre, y me lo ha dado a mí (31:8-9). Labán iba cambiando el acuerdo según lo que veía nacer. En primer lugar, ese no fue el acuerdo original. El acuerdo original era que Ya’akov se quedaría con todos los nacidos moteados o manchadas. Pero en cada cambio que Labán propuso, Elohim protegió y prosperó a Jacob. Durante este tiempo, Jacob mantuvo su parte del acuerdo y fue intachable. En el análisis final, Jacob no tomó ningún crédito. Concluyó: Así ha despojado Elohim del ganado a vuestro padre, y me lo ha dado a mí. Jacob entonces explicó a sus esposas que Dios le había mostrado todo esto a él en un sueño.
En la época en que se apareaban cuando iban a beber, Ya’akov normalmente utilizaría ramas descortezadas rayadas (30:37-39), Y sucedió que en el tiempo en que las ovejas se apareaban, alcé mis ojos y vi en el sueño, y por cierto, los machos que montaban a las ovejas eran listados, moteados y manchados (31:10). Las cabras reales que fueron a las hembras eran de color marrón oscuro o negro, pero Dios podía mirar en su estructura genética (aunque Jacob no podía) y asegurarse de que se estaba produciendo un gran número de cabras rayadas, moteadas o manchadas. Así que Dios le mostró a Ya’akov que Él, no las ramas peladas, fue el responsable del aumento de sus rebaños.
El ángel de Dios era el mismo que escuchó a Ismael llorar en el desierto (21:17). Él es la Segunda Persona de la trinidad, el pre-encarnado Mesías. Y el ángel de Dios me dijo en el sueño: Jacob. Y yo dije: Heme aquí. Y Él dijo: Alza ahora tus ojos y verás que todos los machos que montan a las ovejas son listados, moteados y manchados, porque Yo veo todo lo que Labán te está haciendo (31:11-12). Una vez más, Ya’akov está libre de culpa, y las acciones de Labán lo pusieron bajo el aspecto de maldición del pacto de Dios con Abraham: maldeciré al que te maldiga (12:3b). Anteriormente Labán estaba bajo el aspecto de la bendición, y él fue bendecido materialmente. Pero ahora, debido a su cambio de actitud, estaba bajo la maldición de Dios. Labán maldijo, o intentó dañar financieramente a Jacob tratando de disminuir sus rebaños, por lo que ahora, a causa de la maldición, se estaban disminuyendo sus propios rebaños.
Yo soy el Dios de Bet-’El, donde ungiste la estela y donde me hiciste un voto. Levántate ahora, sal de esta tierra y vuélvete a la tierra de tu nacimiento (31:13). Ya’akov continuó hablándole a Raquel y Lea de su llamado a regresar a Canaán. Primero ADONAI le dijo: “Yo soy el Dios de Bet-El.” Veinte años antes, Jacob había hecho un voto a Dios en Bet-’El: Y Jacob hizo un voto solemne diciendo: Si Elohim estuviera conmigo y me protegiera en este camino que ando, y me diera pan para comer y vestido para vestir, y yo volviera en paz a casa de mi padre, y El SEÑOR llegara a ser mi Dios…(28:20-21). Entonces Dios le recordó que había llegado el momento de cumplir ese voto.
Y respondiendo Raquel y Lea, le dijeron: ¿Acaso tenemos parte o herencia en la casa de nuestro padre? ¿No nos consideraba ya como extrañas, pues nos vendió y se ha consumido también nuestro dinero? (31:14-15). Raquel y Lea respondieron a Jacob y ellas hicieron una pregunta retórica: ¿Acaso tenemos parte o herencia en la casa de nuestro padre? La respuesta fue no. Ahora que Labán tenía hijos, las hijas no heredarían nada. Además, Labán no sólo había engañado a Jacob, sino que también había engañado a sus propias hijas. Una vez más ellas plantearon una pregunta retórica: ¿No nos consideraba como extrañas? Esta vez la respuesta fue afirmativa. No sólo nos vendió durante catorce años de trabajo, sino que ha consumido también nuestro dinero. La costumbre de su tiempo era que la dote pagada por el esposo o su familia quedara en fideicomiso en el caso de que fuera necesario proveer a la esposa si ella fuera abandonada o enviudara.489 Pero Ya’akov no pagó dote por la novia a Labán, sino que le dio siete años de servicio por cada mujer. Sin embargo, ninguna parte de los frutos del servicio de Jacob se reservó para sus hijas como debería haber sido. Labán había levantado sus propias riquezas y usaría la costumbre local sólo si lo beneficiara. Antes Labán había dicho: No se hace así en nuestro lugar, de dar la más joven antes que la primogénita (29:26), pero aquí, él también iría en contra de la costumbre local si sirviera a sus propósitos financieros.
Las esposas de Jacob continuaron diciendo: Porque toda la riqueza que Elohim despojó a nuestro padre, es nuestra y de nuestros hijos. Ahora pues, haz todo lo que Elohim te ha dicho. (31:16). Ellas sintieron con razón, que su marido había sido el responsable de la gran prosperidad de su padre, ya que era en efecto lo que Jacob había dado con el fin de casarse con ellas, estas posesiones por sus derechos deberían haber llegado a ellos. Así que ambas dijeron: Haz todo lo que Elohim te ha dicho (31:16b). En otras palabras, estaban listas para salir. 490
Por lo tanto, si Ya’akov pensaba que tenía que convencer a sus esposas, estaba equivocado. Ellas ya creían en él y estaban dispuestas a apoyar su partida, no necesariamente por lo que su padre había hecho a Jacob (aunque eso era bastante malo), sino por lo que les había hecho a ellas. 491 Desafortunadamente, su padre ya no estaba preocupado por su futuro; cualquiera que fuera la herencia que podrían haber tenido ahora seria de sus hermanos. Ellas habían visto de cerca, aunque en silencio, las acciones de su padre y hermanos en contraste con las de Jacob, y bien podían entender por qué Dios lo había bendecido. Ambas lo amaban, y se dieron cuenta que era para su beneficio, así como para sus hijos, para que pudieran salir de casa de su padre e irse con Jacob a su propia tierra. 492
Entonces se levantó Jacob y montó a sus hijos y a sus mujeres en los camellos, y condujo todo su ganado y toda su ganancia que había acumulado: el ganado que le pertenecía, que había adquirido en Padan-aram, para llegar donde Isaac su padre, a tierra de Canaán (31:17-18). Ya’akov no perdió tiempo preparándose para salir. Jacob había estado pensando y orando acerca de esto por algún tiempo y al igual que su madre, podía pensar rápido y salir. Una vez que decidió partir, actuó con decisión y puso sus once hijos (Benjamin nacería más tarde) y sus cuatro esposas en camellos. A diferencia de cuando llegó a Harán con las manos vacías, cuando salió fue una gran caravana. Salió para ir a su padre Isaac, de quien había oído hablar que todavía podría estar vivo, en la tierra de Canaán. Había llegado la hora de que se haga cargo de su responsabilidad patriarcal asociada con las promesas de Dios. Poseía tanto la primogenitura como la bendición. Ambas implicaban grandes privilegios y responsabilidades. Había llegado el momento de cumplir con esto. 493
Y Jacob defraudó el corazón de Labán el arameo al no avisarle que se iba. Y huyó él con todo lo que tenía, y levantándose, vadeó el Río y se dirigió hacia el monte de Galaad (31:20-21). Jacob había sentido que no había nada que Labán no haría si trataba de irse con sus rebaños, y Ya’akov era responsable por el bienestar de sus esposas e hijos. Por lo tanto, cuando Labán estaba a tres días de viaje de distancia para esquilar sus ovejas, Jacob utilizó la sabiduría y dejó a Labán el arameo al no avisarle que se iba. Así que huyó él con todo lo que tenía, y cruzando el río Éufrates se dirigió al monte de Galaad lejos hacia el sudoeste. Esta frase: cruzo el río Éufrates (NVI), o pasó el río (RVG) es significativa en Josué 24:2-3, 14-15. La palabra en hebreo fue utilizada por primera vez para Abraham y significa que ha cruzado (14:13). El monte Galaad está en una región montañosa al este del río Jordán, y fue el último lugar que cruzó antes de entrar en la tierra de Canaán. Una vez que comenzaron su camino, probablemente habrían tardado diez días más o menos en llegar a su destino.
Pero, Mientras tanto, Labán había ido a trasquilar sus ovejas, y Raquel hurtó los terafines (idolos) de su padre (31:19). Aunque Raquel confió en Dios, ella también era reacia a abandonar por completo sus supersticiones anteriores. Estos pequeños dioses de la casa, o ídolos, se asociaban con los derechos de herencia y propiedad del propietario. Así que Raquel probablemente los llevó pensando que iban a validar la legitimidad del título de su marido al rebaño que había adquirido durante su servicio a Labán y representaba la herencia que ella tenía derecho a esperar. 494 Cuando Labán se enteró de que Jacob lo había dejado sin previo aviso, se puso furioso. Pero la pérdida de sus ídolos domésticos le dio una buena excusa para perseguir lo que él consideraba su propiedad robada. Pero él iba por mucho más que sus ídolos domésticos. Iba por lo que él consideraba sus rebaños y manadas.
Ntd: En esta traducción se empleó la BTX 3º edición.
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