Labán persigue Jacob
31: 22-42

Labán persigue Jacob ESCUDRIÑAR: ¿Cuál fue el temor de Labán con respecto a los dioses de la casa? ¿Por qué Labán tuvo un discurso diferente una vez que se enfrentó a Jacob? ¿Por qué Ya’akov reaccionó como lo hizo? ¿Cómo Jacob puso en peligro inadvertidamente la vida de Raquel?

REFLEXIONAR: ¿Es usted irreprensible en todos sus tratos de negocios? ¿Cómo reacciona cuando usted ha sido acusado injustamente?

Labán estaba ocupado esquilando ovejas y en las festividades que acompañaban ese evento anual. Para los pastores, era la época más ocupada del año. Al tercer día (después de que él se había ido) le fue declarado a Labán que Jacob (hebreo: Ya’akov) había huido (31:22). Esta distancia de tres días fue elección de Labán, y estoy seguro de que se dio cuenta de esto cuando se enteró de que Jacob había huido. Eso puso a Labán y a sus hijos furiosos, pero no podían simplemente dejar todo y salir porque esto le podría costar más dinero. Así que en el momento en que estuvieron listos para irse, probablemente pasaron otro par de días.

Entonces, tomando a sus parientes consigo, lo persiguió camino de siete días y lo alcanzó en el monte de Galaad (31:23). Sin duda, trajo con él una fuerza considerable. Cubriendo más de 64 Km. al día, tenían la intención de traer de vuelta a los fugitivos por la fuerza si fuera necesario. Estaban enojados, determinados y no iban a dejar que Jacob llevara sus rebaños a Canaán. Si él se resistía, su sangre sería sobre sus propias manos. Finalmente: Alcanzó, pues Labán a Jacob, y éste había ya plantado sus tiendas en el monte, y Labán acampó con sus parientes en el mismo monte de Galaad (31:25). Jacob ya había plantado su tienda allí cuando Labán lo alcanzó. Sabiendo que Jacob y sus esposas e hijos no podían escapar, y estando muy cansados, Labán y sus hijos acampaban allí también. Si iba a haber un enfrentamiento al día siguiente, necesitaban descanso.

Pero Labán tenía que tratar con alguien que era más poderoso que Jacob. Esa noche, Dios vino a Labán arameo en sueños! Veinte años antes en Betel, ADONAI, Dios prometió a Jacob que estaría con él, que Él cuidaría de él y lo traería de vuelta a la Tierra Prometida de Canaán (28:15). Labán recibió el mensaje inequívoco de no perjudicar a Ya’akov en cualquier forma, o le impidiera continuar su viaje. A pesar de que no tenía una relación personal con ADONAI, Labán sabía lo suficiente sobre Él para hacer lo que Él dijera: “ Pero en el sueño de la noche, ’Elohim llegó a Labán el arameo y le dijo: ¡Guárdate de hablar con Jacob bien ni mal!”, en otras palabras, ten cuidado con lo que dices y haces (31:24). Anteriormente Dios también vino a Abimelec en sueños una noche y le advirtió: he aquí, eres hombre muerto a causa de la mujer que tomaste (20:3). Este fue probablemente el mismo mensaje que Labán recibió aquí. No toques al ungido del SEÑOR (I Samuel 24:6-7), (vea el comentario sobre La vida de David Bj – David perdona la vida de Saul).

A la mañana siguiente, Labán y sus parientes cercaron el campamento de Ya’akov y su familia. Mientras cabalgaban, en el campamento se podía cortar la tensión con un cuchillo. Labán estaba frustrado y enojado porque quería hacer daño a Jacob, y los hijos de Labán estaban desesperados por los rebaños de Jacob. Pero Ya’akov estaba seguro de que Dios cumpliría Sus promesas a él.

Cuando Labán se reunió finalmente con Jacob cara a cara, lanzó un sermón hipócrita: Y dijo Labán a Jacob: ¿Qué hiciste para defraudar mi corazón y conducir a mis hijas como cautivas (prisioneras) a espada? ¿Por qué te escondiste para huir y me defraudaste, y no me avisaste para despedirte con festejos y cantares, con tamboril y cítara? Ni siquiera me has dejado besar a mis nietos y a mis hijas. ¡Has actuado de manera insensata! (31:26-28). Todo el mundo sabía que estaba mintiendo. Labán no se preocupó por sus hijas antes, y desde luego no se preocupaba por ellas ahora. La verdadera razón llegó después, la cual era hacerle daño a Jacob y obtener sus rebaños y manadas.

Hay poder en mi mano para haceros mal, pero el Dios de vuestro padre me habló anoche diciendo: Guárdate de hablar con Jacob bien ni mal. Y ahora, si decidiste irte por lo mucho que anhelas la casa de tu padre, ¿por qué robaste mis dioses? (31:29-30). Labán le dice a Ya’akov que él tenía el poder para hacerle daño, y sin duda lo habría hecho, sino fuera por la advertencia de Dios de la noche anterior. Pero anoche el Dios de tu padre me habló. Incapaz de hacerle daño, Labán cobra auto-justificación ante Jacob con el robo de sus ídolos domésticos: ahora, si decidiste irte por lo mucho que anhelas la casa de tu padre, ¿por qué robaste mis dioses? Labán creía que Ya’akov regresaría algún día para reclamar su propiedad como producto de estos ídolos, pero Jacob no tenía conocimiento de ellos.

Respondió Jacob, y dijo a Labán: Porque tuve miedo, pues pensé que me quitarías por fuerza tus hijas de mi lado (31:31). Antes de responder a la acusación de Labán de robo de los ídolos de la casa, Jacob quería decirle a Labán y a todos los demás exactamente por qué lo había dejado tan de repente y en secreto. Labán había hecho la pregunta y, a pesar de que Jacob y Labán ya conocían la respuesta verdadera, todos los demás no lo sabían. Así que él confesó: tuve miedo, pues pensé que me quitarías por fuerza tus hijas de mi lado. Si ese hubiese sido el caso, Jacob seguramente habría luchado y sangre habría sido derramada. En su mente, era una posibilidad real. Así que era mucho mejor para él tomar a su familia y posesiones y escapar en secreto.

Jacob no tenía idea sobre lo que Labán estaba hablando. De hecho, la sola idea lo hizo enojar: esa persona que no viva. Pero aquél con quien halles tus dioses, ¡que no viva! Delante de nuestros hermanos examina qué tengo de lo tuyo, y tómalo contigo. (Porque Jacob no sabía que Raquel los había hurtado.) Entró por tanto Labán (a buscar) en la tienda de Jacob, y en la tienda de Lea, y en la tienda de las dos siervas, pero no los halló. Y saliendo de la tienda de Lea (hubo una última tienda donde buscar) entró en la tienda de Raquel, (31:32-33). En lo que se refería a los ídolos de la casa, el Código Hammurabi, decía que su robo era castigado con la muerte.

Pero Raquel ya había tomado los ídolos y los había metido debajo de la albarda del camello, y se había sentado encima de ellos. Labán pues rebuscó por toda la tienda, pero no los halló (31:34). Debido a la declaración de Jacob, su vida estaba entonces en peligro. No había ninguna razón para creer que Labán ejecutaría a su propia hija, pero él se estaba volviendo cada vez más inestable. Labán no encontró nada. El único lugar que quedaba a la búsqueda era la silla del camello en la que Raquel estaba sentada.

Entonces ella dijo a su padre: No se enciendan de enojo los ojos de mi señor por no poderme levantar ante ti, pues estoy en el período de las mujeres. Y él buscó, pero no halló los ídolos (31:35). No puede haber ninguna duda de que ella tenía miedo por ella y su marido. En este punto, si ella confesaba, no había forma de saber lo que su padre podría hacer. No, su mejor estrategia era hacer exactamente lo que hizo, pero la manzana no cae lejos del árbol. Raquel dijo a su padre: no se enciendan de enojo los ojos de mi señor por no poderme levantar ante ti, pues estoy en el período de las mujeres. Esta era la costumbre local. Ella dijo que estaba en el dolor y el malestar y no podía levantarse. Por lo tanto, haciendo un último análisis, Labán fue engañado por la costumbre local, tal como él engañó a Jacob con la costumbre local (29:26). Dios permitió que su plan tuviera éxito porque Jacob era inocente de todo delito. Si los encontraba, Labán habría acusado a Ya’akov de robar y mentir aunque sabía que Jacob era inocente. Y él buscó, pero no encontró los ídolos. Jacob tiene mucha más confianza en ese momento.

Ya’akov, quien había sufrido durante tantos años a manos de Labán, se enojó y finalmente llegó al máximo: se defendió preguntando. Entonces se encolerizó Jacob y recriminó a Labán. Tomó, pues, Jacob la palabra y dijo a Labán: ¿Cuál es mi transgresión o cuál mi pecado para que me persigas con tal ardor? Porque has rebuscado todos mis enseres, ¿qué hallaste de todos los objetos de tu casa? Ponlo aquí delante de mis parientes y tus parientes, y juzguen entre nosotros dos (31:36-37). Por supuesto Labán no hizo nada porque no tenía pruebas. Sólo podía permanecer allí en un silencio embarazoso.

Una vez que comenzó su protesta apasionada, Jacob apenas podía contenerse. Había esperado tanto tiempo para expresar su resentimiento por el tratamiento de Labán, que ahora tenía que sacarlo por completo de su pecho.495 El continuó: En estos veinte años he estado contigo, tus ovejas y tus cabras nunca abortaron, ni yo comí carneros de tu rebaño (31:38). Nunca abortaron, lo que con frecuencia le pasaba a los pastores negligentes, ni comí los carneros de tu rebaño, lo cual fue un pecado común entre los pastores en esa época, sino porque Jacob era un hombre honesto, nunca lo hizo.

Lo desgarrado por fiera no te lo traía, yo pagaba el daño. Lo hurtado, tanto de día como de noche, me lo cobrabas (31:39). La práctica común era que si una bestia salvaje mataba a los animales de un pastor, podía llevar el cadáver del animal al propietario para demostrar que él no tuvo la culpa, y el propietario podría soportar la pérdida. Pero Jacob nunca hizo eso; en cambio, llevaba él mismo la pérdida de sus propios rebaños.

Esto era lo que tenía que soportar: De día me consumía el calor, y de noche la helada, y el sueño huía de mis ojos (31:40). Este no era el chico de mamá. Anteriormente, cuando Jacob fue descrito como que habitaba en tiendas (25:27), esto significaba que había entrado en el negocio familiar de ser un pastor, a diferencia de su hermano Esaú. Lo que se describe aquí son las dificultades de la vida de un pastor.

De aracuerdo con el Código de Hammurabi, ninguna acusación de negligencia podía ser llevado a un tribunal. Los pastores daban un recibo por los animales que tomaban para el propietario, y se suponía que debían regresar a los animales con un aumento razonable. Se les permitía utilizar algunos para alimento. Sin embargo, ellos no eran responsables de los animales muertos por bestias salvajes o rayos. Pero cualquier pérdida debido a la falta de cuidado tenía que reponerla diez veces. Esto demuestra que Ya’akov ni siquiera exigió sus derechos que podía haber reclamado por el ordenamiento jurídico en esa época. Él era un hombre honesto que estaba más allá de reproches.

Así estuve veinte años en tu casa: catorce años te serví por tus dos hijas, y seis años por tu ganado, y has cambiado mi salario diez veces (31:41). A cada paso, Labán demostró ser poco fiable.

Si el Dios de mi padre, el Dios de Abraham y el Temor de Isaac no hubiera estado conmigo, de cierto me despedirías ahora vacío. Elohim ha visto mi aflicción y la fatiga de mis manos, y te reprendió anoche (31:42). Ya’akov apeló a Dios tal como Labán había hecho antes (31:29). En declaración a Labán dijo: Si el Dios de mi padre, el Dios de Abraham, no hubiera estado conmigo seguramente me enviarías ahora al camino por el que llegué con las manos vacías. Por lo tanto, a los ojos de Dios, Jacob era un israelita en quien no hay engaño (Juan 1:47)? En la estimación de Dios, en Labán sí había engaño. Aunque Jacob estaba fuera de la reprensión, Dios había reprendido a Labán en la noche anterior.

Ntd: En esta traducción se empleó la BTX 3º edición.

PÁGINA SIGUIENTE: Entonces Jacob tomó una piedra y la erigió como un pilar, y la llamó Galaad Hs
Volver al esquema del contenido