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La superioridad del Mesías
en el reposo que Él da
3:7 a 4:13

En su libro Hebrews Through a Hebrew’s Eyes (Hebreos a través de los ojos de un hebreo), Stuart Sacks escribe que en la década de 1970, cuando se estaban haciendo esfuerzos para llegar al pueblo judío de Nueva York con el mensaje del Mesías, aparecieron calcomanías en los parachoques (o paragolpes) que simplemente decían: “Judíos para Moisés”. Este mensaje estaba destinado a contrarrestar la organización judíos por Jesús que evangelizaban en las calles.

Esta situación fue irónica. Moisés definitivamente habló de la venida de un profeta mayor a quien Israel debería escuchar con atención (Deuteronomio 18:15, 18-19). Yeshua llamó la atención de Sus críticos sobre ese hecho, diciendo: Pero si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él (Juan 5:46).

Muchos judíos se refieren a Moisés como Moshe rabbenu, “Moisés nuestro maestro”. En los Principios de fe de Maimónides, se dice que Moisés fue el más grande de todos los profetas, el que recibió la Torá para Israel y luego transmitió incansablemente su contenido a la nación a través de cuarenta años de vagar por el desierto. Todas sus palabras se consideran verdaderas sin lugar a dudas. Sin embargo, el pueblo que condujo a través de tierras áridas y deshabitadas fue llamado rebelde y terco, tanto por ADONAI como por el hombre elegido para guiarlos (Deuteronomio 9:7-13).

En el análisis final, el más grande de los profetas no pudo efectuar un cambio en los corazones de su pueblo. Moisés pudo sacar a Israel de Egipto, pero no pudo lograr un cambio en su tendencia básica a rechazar la Torá. A alguien infinitamente más grande que Moisés se le encomendaría esa tarea; alguien eminentemente más calificado para cumplir la promesa de YHVH de circuncidar el corazón obstinado de Su pueblo y de toda la humanidad (Deuteronomio 30:6).

Nada se considera más importante que la enseñanza inspirada de Moisés con respecto al Shabat. En toda la historia de Israel, nada se ha evitado más que chilul Shabat, profanar el Shabat. El Shabat se conoce cariñosamente como una “reina”. Se han establecido regulaciones para cumplir adecuadamente con sus requisitos. La enorme cantidad de leyes orales entre los judíos ortodoxos es asombrosa (vea el comentario sobre La vida de Cristo Ei – La ley oral). Como dijo un rabino, “Las reglas del Shabat… son como montañas colgando de un cabello; porque la Escritura es escasa y las reglas muchas”. Hay treinta y nueve tipos principales de actividades que debían evitar meticulosamente en Shabat, junto con una serie de subtipos que surgieron de las actividades principales.

No solo se rechaza el trabajo físico, sino CUALQUIER actividad mediante la cual un ser humano influye en el medio ambiente. Esto se considera melakhah, trabajo prohibido en Shabat. Si uno iba a ser yotse (un cumplidor de los requisitos religiosos), debía evitar acciones tan comunes como encender un interruptor de luz o encender un fósforo.

En los días de Yeshua, cientos de prohibiciones a menudo equivalían a muchas tonterías. Por ejemplo, no podían “tomar ni hervir” en sábado, ni cargar nada que pesara más que dos higos secos. Estaba prohibido arrastrar un palo por el suelo pues se consideraba arar. A la mujer se le prohibió sacarse las canas. Si uno llegaba a su casa cuando el Shabat comenzaba al atardecer: ¿estaba permitido descargar un burro? ¿Se podía comer un huevo en sábado, ya que es producto del trabajo de una gallina? Los rabinos tuvieron debates interminables sobre lo que estaba permitido y lo que no.

A pesar de las restricciones, el Shabat debía usarse para todo lo que era espiritualmente enriquecedor y todo lo que traía reposo. Es un momento, según un rabino, “para alabar a Dios y disfrutar de la mejor comida y bebida en casa”. En este día santo, los judíos se saludan con las palabras, Shabat Shalom, una expresión que combina la idea de reposo con la de paz o plenitud. El Shabat tenía la intención de ser una delicia en ADONAI (Isaías 58:14). Es una oportunidad para contemplar las grandes cosas que Dios ha hecho, como se expresa en el cántico del Shabat, Oh YHVH, ciertamente me has hecho alegrar en tu obra; Por las obras de tus manos doy gritos de júbilo (Salmo 92:4). Israel consideró el Shabat como una marca que la distinguía de otras naciones y un anticipo de los días futuros del Mesías, un tiempo de paz para un mundo atribulado. No es de extrañar, por lo tanto, que la oración conocida como la havdalá (separación) cierra la adoración del día del Shabat, “Alabado sea Usted, ADONAI nuestro Dios, Rey del universo, que establece una distinción entre lo sagrado y lo profano, entre la luz y la oscuridad, entre Israel y las naciones y entre el séptimo día y los días de trabajo”.

Aunque la oración celebró la creación de Dios del día bendito, los rabinos enseñan que, si todos los judíos guardaran el Shabat rigurosamente, la redención mesiánica de ADONAI vendría rápidamente. En consecuencia, las obras del pueblo judío, en lugar de las obras del Dios de Abraham, Isaac y Jacob, pronto ocuparon el centro del escenario.

Nada enfureció más a los fariseos con Yeshua que lo que ellos consideraban Su total desprecio por las leyes orales que gobernaban el Shabat. Jesús nunca violó ninguno de los 613 mandamientos o prohibiciones de la Torá, pero Él no reconoció la Ley Oral, porque Él sabía que era tradición de los hombres (Marcos 7:8b). Aunque Él podía ser encontrado regularmente en la sinagoga donde leía y enseñaba las Escrituras en el Shabat, Sus detractores creían que Él estaba incumpliendo continuamente las leyes orales (que los rabinos consideraron tan sagradas como la Torá de Moisés) de este día sagrado.

Pero la verdad es que la institución del Shabat había llegado a ser exaltada indebidamente, incluso en contra de la advertencia rabínica: “El Shabat es para usted, pero usted no es para el Shabat“. Yeshua declaró la misma verdad en Marcos 2:27 de esta manera: El sábado fue instituido para el hombre, y no el hombre para el sábado (vea el comentario sobre La vida de Cristo Cv – El Hijo del Hombre es Señor del sábado).

La congregación mesiánica de Hebreos a los que se dirigió el autor, recordaba que la principal queja de los fariseos acerca de las ‘violaciones’ de Yeshua del Shabat estaba centrada en Su curación de los enfermos. Aunque el TaNaJ no prohibía la curación en Shabat, los rabinos enseñaban que la curación era un trabajo y, por lo tanto, solo era permisible si la vida de la persona estaba en juego. A menudo se podía ver al Mesías sanando a los enfermos crónicos y discapacitados en Shabat. En una ocasión, el testigo ocular de la curación de un hombre con una mano seca informó que Jesús estaba entristecido por la dureza de sus corazones (vea Marcos 3:4-5).

Pero si la compasión humana no apoyaba los actos de bondad de Jesús, lo haría una Autoridad Superior. El Maestro enseñó que todos Sus actos eran, en verdad, una expresión directa del amor del Padre por Su pueblo. Yeshua sólo hizo lo que Él vio a Su Padre hacer (Juan 5:19).

Cristo enfatizó cuán apropiado era el acto de curación en Shabat, señalando el significado redentor de ese día. ¿No le había ordenado la Torá a Israel que guardara el Shabat en memoria del hecho de que Dios había roto sus crueles cadenas? Pues recordarás que fuiste esclavo en tierra de Egipto, y que YHVH tu Dios te sacó de allá con mano fuerte y brazo extendido, por lo cual YHVH tu Dios te manda guardar el día del Shabat (Deuteronomio 5:15).

El mismo poderoso YHVH que liberó a los cautivos lo estaba haciendo una vez más, ahora rompiendo el control espiritual del Adversario sobre las almas y liberando a los discapacitados y enfermos físicos. Cuán apropiado es que los enfermos sean sanados en el día de reposo, como lo revelaron las obras y la declaración de Cristo: ¿Y acaso ésta mujer, siendo hija de Abraham, a quien Satanás ató hace dieciocho años, no convenía desatarla de esta cadena en el día del sábado? (vea Lucas 13:10-16). Además, Jesús afirmó Su derecho a liberar a los oprimidos en virtud del hecho de que Él era el Señor del sábado, sin dejar ninguna duda acerca de Su divinidad de Él a través de todas las cosas que fueron hechas (Mateo 12:1-8; Juan 1:3 y Hebreos 1:2).

Hebreos nos recuerda que hay más de una dimensión en nuestro reposo sabático, ya que ni Moisés ni su sucesor, Josué, pudieron proporcionar la medida completa del reposo de Dios para Israel. Entonces Queda, por tanto, un reposo sabático para el pueblo de Dios (4:9).90

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