Abraham construyó un altar,
ató a su hijo Isaac y lo puso sobre la leña
22: 9-10

Abraham construyó un altar, ató a su hijo Isaac y lo puso sobre la leña ESCUDRIÑAR: ¿Donde Dios se mostró dispuesto a hacer lo que le pide a Abraham que haga aquí? En el caso en que Dios sacrificó a Su único Hijo, ¿Cuán lejos llegó El? ¿Cómo es Isaac un tipo de Cristo?

REFLEXIONAR: ¿De dónde saca la fuerza para decir, “Sí” a Dios cuando todo lo demás dentro de usted dice: “¿No?” ¿Cuándo se ha metido en problemas por dejar que sus emociones lo manejen? ¿Son sus emociones el motor o el vagón de cola? ¿Qué impulsa su toma de decisiones?

Cuando llegaron al lugar que Elohim le había dicho, Abraham construyó allí el altar y preparó los troncos. Luego ató a su hijo Isaac, y lo puso sobre el altar, encima de los troncos (22:9 BTX).

Luego llegaron al lugar que Dios le había dicho (22:9a). Ellos deben haber estado en agonía durante esos tres días. ¿Por qué Dios los había hecho llegar tan lejos? Este sería el lugar donde Salomón más tarde construiría el templo de ADONAI en Jerusalén en el Monte Moria (II Crónicas 3:1). La ofrenda de Abraham de Isaac (en hebreo: Yitz’chak) era un presagio de todas las otras ofrendas que se sacrificaron allí, y a su vez también fue presagio de un gran sacrificio que se haría un día cerca de allí, cuando el Padre ofrecería al Hijo como el Salvador del mundo. 360

Abraham construyó allí el altar (Monte Moria) y preparó los troncos. Había construido altares en Siquem, Betel, Hebrón y en Berseba. Pero este altar era diferente. Esos altares fueron construidos para sacrificar animales; este altar fue para sacrificar a su único hijo. No habría ningún sustituto para el único Hijo de Dios en el Monte Calvario, donde el Cordero de Dios tenía que ser ofrecido en sacrificio para la salvación del mundo. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna (Juan 3:16 BTX).

Luego ató a su hijo Yitzjak. Como se dijo anteriormente, Isaac era un hombre y podría haber dominado a Abraham si hubiera querido, pero Isaac fue obediente, si fuera necesario, hasta la muerte. La palabra hebrea para atar se encuentra sólo aquí en el Tanaj, y se ha convertido en el verdadero nombre de este evento en el pensamiento judío. Los judíos se refieren a ella como la akeidah (o acád), es decir, la atadura de Isaac. Y como Isaac fue colocado sobre el altar, encima de los troncos (21:9), así también Cristo fue puesto sobre esa cruz de madera, y fue obediente hasta la muerte. ¡Qué imagen tenemos aquí!

Y extendió Abraham su mano, y tomó el cuchillo para degollar a su hijo (22:10). Si Isaac tenía alguna duda acerca de las intenciones de su padre de antemano, ahora quedó eliminada, cuando su padre lo ató y lo puso sobre el altar. Mientras miraba a los ojos de su padre, sin duda, lleno de lágrimas, vio el cuchillo levantado en la mano de su padre dispuesto a matarlo. La palabra hebrea matar es en realidad la palabra hebrea para masacre (22:10). La fe entrega lo mejor que tenemos a Dios, y no retiene nada. Jesús fue ofrecido como sacrificio por su Padre (I Juan 2:2), y fue obediente hasta la muerte (Filipenses 2:8). En sentido figurado, el cuchillo levantado caería sobre Jesús.

Dios estaba probando a Abraham. La palabra hebrea para prueba, nasah (o nasá), se traduce generalmente como probar. Sesenta años de preparación habían pasado hasta ese momento. Dios lo había traído a través de cuatro crisis muy definidas, cada una de las cuales era un verdadero ejercicio de la fe. En primer lugar, fue llamado para probar que él dejaría su tierra natal, Ur de los caldeos. Él se fue dejando a su familia. Eso fue una verdadera prueba para él y no lo hizo muy bien al principio, pero, sin embargo, finalmente se fue. Entonces le pidió la prueba de separarse de Lot, su sobrino. Abraham amaba a Lot; él no le hubiera dejado seguir junto con él si no lo amara. Pero llegó un momento en que tuvieron que separarse, y Lot fue a Sodoma. Luego estaba la prueba con su hijo; el hijo de Agar, Ismael. Amaba a ese chico y odiaba estar separado de él, pero tenía que probar que él lo echaría. Ahora Abraham llega a esta prueba suprema, la cuarta gran crisis en su vida. Se le pide que renuncie a Isaac, el hijo de la promesa. Él no lo entiende, pero está dispuesto a llegar hasta el final. 361 La fe estaba conduciendo esta decisión y la emoción estaba en el asiento trasero.

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