Simeón y Leví son hermanos,
sus armas son instrumentos de injusticia
49: 5-7

Simeón y Leví son hermanos, sus armas son instrumentos de injusticia ESCUDRIÑAR: ¿De qué manera Simeón y Leví habían sido culpables de traición? ¿Cómo trató Simeón con el peligro? ¿Cómo trataba Leví con el suyo? ¿Cuál fue su castigo? ¿Por qué una tribu declinó en la oscuridad y la otra ascendió a la prominencia? ¿Cómo cambió ADONAI la maldición en una bendición? ¿Estas tribus se excluirán en el Reino Milenial? ¿Por qué sí o por qué no? ¿Quiénes son las doce puertas de la Jerusalén milenial? ¿Qué nos dice esto acerca de la fidelidad de Dios?

REFLEXIÓN: ¿Cómo batalla usted con su ira? ¿Alguna vez ha dejado que su enojo consiga lo peor de usted? ¿Cuáles fueron las consecuencias de sus acciones? ¿Cambio? ¿Por qué si o por qué no? ¿Hay lugar para la ira justa? Si Dios pudo cambiar el corazón de Leví, ¿qué puede hacer Él por usted o por alguien que ama? ¿Quién tiene el control del volante de su vida? ¿Tiene alguna evidencia de eso? Hay consecuencias naturales para las decisiones en nuestras vidas. ¿Qué tipo de cosecha espiritual del cultivo está produciendo?

Simeón y Leví son hermanos, Sus armas son instrumentos de injusticia. En su consejo no entre mi alma, Ni mi espíritu se junte a su asamblea, Pues en su furia asesinaron varones, Y en su temeridad desjarretaron bueyes. Maldita sea su cólera, que fue fiera, Y su furor, que fue cruel, Los dividiré entre Jacob, Y haré que se dispersen en Israel (49:5-7).

Los dos hijos mayores siguientes fueron Simeón y Leví. Como siempre ellos, estaban de pie uno al lado del otro delante de Jacob. El nombre Simeón proviene de la palabra hebrea sh’ma (o shamá), que significa escuchar, oír u obedecer. Su nombre sugiere que Ya’akov lo nombró como un hijo que escucharía a ADONAI, y quizás lo más importante, para obedecer a Dios. Así que cuando cantamos: Shema Isra’el, Adonai Eloheinu, Adonai ejad (escucha Oh Isra’el, ADONAI es nuestro Dios, ADONAI uno es), significa escuchar y obedecer. En el judaísmo, usted realmente no ha escuchado nada hasta que usted no actúa en consecuencia, las acciones hablan más que las palabras. Así que aquí tiene un hijo con el nombre Sh’ma (o Shamá) construyéndose a sí mismo. Él era quien debía escuchar a Dios, pero francamente, con demasiada frecuencia Simeón actuaba como si estuviera sordo a Su voz.

Leví significa unido o conectado. Como espíritus afines ellos se unieron “como carne y uña” desde que ellos eran jóvenes. Ellos eran los hermanos más cercanos, y en este caso eso no era tan bueno. Así como Rubén había mostrado inestabilidad y lujuria, estos dos hermanos habían mostrado traición y crueldad. Estas cabezas calientes habían deshonrado y puesto en peligro a toda la familia cuando ellos mataron a los hombres de Siquem para defender el honor de su hermana Dina (34:1-31). No hay nada más terrible en la vida que la traición, especialmente cuando, como en el caso de Simeón y Leví, está envuelto en honor, haciendo el mal en el nombre del bien.

Eran dos hermanos e hijos de Lea, pero también eran hermanos en la violencia y en el furor (49:5a). Simeón fue probablemente el cabecilla cuando José fue vendido como esclavo. Anteriormente, cuando Yosef estaba poniendo a prueba a sus hermanos, pensó que Simeón necesitaba la instrucción de un tiempo en la cárcel más que cualquiera de los otros hermanos y tomando de entre ellos a Simeón, lo ató ante sus ojos (42:24b). Eso no fue un accidente.

La profecía histórica cercana de Jacob era que sus armas serían instrumentos de injusticia y crueldad (49:5b). Cuando los hombres de Judá necesitaron ayuda para combatir a los cananeos, pidieron la ayuda de los simeonitas (Jueces 1:3). Más tarde en su historia, los simeonitas también mataron a los que habían quedado de Amalec que habían escapado a la región montañosa de Seir (I Crónicas 4:42-43). Pero la matanza de Simeón y Leví de los hombres de Siquem no fue una guerra santa, como fue el caso de Josué (vea Jeremías Ae – El problema de la guerra santa en el TaNaJ); fue un caso de venganza (vea IeLa matanza en Siquem de Simeón y Leví).

Todos lidiamos con esta cuestión de la ira de una manera u otra. Algunos más que otros. También hay algo como la ira justa. Los rabinos señalan que si no fuera por la ira, no conoceríamos el amor. En realidad, son opuestos de la misma emoción. No hay duda de que Dios es capaz de estar enojado (Éxodo 4:14; 15:7; 32:10-12; Levítico 26:28; Números 32:13; II Reyes 22:13). Yeshua se enojó con los cambistas en el Templo cuando entró por primera vez en Jerusalén (vea el comentario sobre La vida de Cristo Iu – Jesús entró en el área del templo y expulsó a todos los que estaban comprando y vendiendo). Pero la ira del Señor es justa y correcta, al igual que la protección justa de ADONAI de Su esposa Israel (vea el comentario sobre Éxodo Dl – Usted no se hará un ídolo). Pero en contraste con esto, Simeón y Leví tomaron en sus propias manos una cruel y despiadada venganza por la violación de su hermana. Ellos dejaron que su ira mostrara lo peor de ellos.

También hay un lugar para la ira justa en defensa de Dios y Sus propósitos en esta tierra en nuestras vidas. Desafortunadamente, muchas veces pensamos que nuestra ira es justa indignación para el Señor cuando es realmente justicia propia en nuestro propio beneficio. Cuando estamos enojados siempre es justo, pero cuando otras personas están enojadas, son del diablo. La ira verdaderamente pura y justa de Dios es, en realidad, raramente vista hoy. Podemos pensar que estamos justificados en nuestra ira, pero me temo que con demasiada frecuencia nos equivocamos y pecamos como lo hizo Simeón. Dejamos que nos controle. Actuamos en la carne, haciendo empeorar la situación. Fue una situación terrible cuando Dina fue violada, pero Simeón y Leví empeoraron las cosas. La justicia de ADONAI rara vez se equipara con nuestra ira. No tomen venganza, hermanos míos, sino dejen el castigo en las manos de Dios, porque está escrito: «Mía es la venganza; yo pagaré», dice el Señor (NVI Romanos 12:19).

A pesar de la terrible violación de Siquem hijo de Hamor, el heveo (34:2a), parece que Dios no quería que asesinaran a todos los hombres y saquearan la ciudad. Jacob no quería tener nada que ver con ellos y se disociaba de sus acciones. Con profunda emoción, dijo: En su consejo no entre mi alma, Ni mi espíritu se junte a su asamblea, Pues en su furia asesinaron varones (49:6a). Note que Jacob nunca condenó a Simeón y Leví como pueblo o los rechazó como sus hijos. Pero básicamente, él estaba diciendo: “¡No los he criado para actuar así!” Como Jacob, tenemos que amar al pecador, pero odiar el pecado.

Esta es otra trampa en la vida. Esta actitud obstinada dice: “Voy a hacer lo que quiera. ¡Tomo el volante de mi propia vida, nadie va a decirme qué hacer!” Y si sacamos a Dios del proceso de toma de decisiones en nuestras vidas estamos en problemas porque: Antes del quebrantamiento viene la soberbia, Y antes de la caída, la altivez de espíritu [arrogancia] (Proverbios 16:18). ¿No es la obstinación (voluntad propia) la peor forma de soberbia u orgullo? Hay quienes no buscan una relación personal con Jesús, pero al mismo tiempo, no se consideran hostiles a Dios, todos conocemos gente así. No son terribles, pero no tienen tiempo para el SEÑOR; no tienen tiempo para oírle. En realidad, esto no es más que una forma velada de obstinación, que andan por la vida a su manera y tratan de sacar a ADONAI de la escena. Pero el Mesías no nos dejará sentarnos en una cerca teológica. Él nos declara hoy: El que no está conmigo, está contra mí (Mateo 12:30a). Incluso como creyentes, no somos inmunes a esta actitud de obstinación.

Después de la matanza en Siquem, Simeón y Leví en su furia asesinaron varones, Y en su temeridad desjarretaron bueyes (49:6b). Después del ataque tomaron sus ovejas, sus vacas y sus asnos, lo que había en la ciudad y lo que había en el campo (34:28). Desjarretar bueyes significa que cortaron los tendones en sus piernas para que ya no puedan trabajar. Los bueyes que ellos no tomaron los mutilaron haciéndolos inútiles e indefensos. Todos los hombres de Siquem fueron asesinados y sus mujeres e hijos fueron tomados como botín. Así que no quedaba nadie para cuidar estos bueyes. Esto era simplemente un acto de crueldad, que, por supuesto, era la naturaleza de ellos.

Entonces Jacob, hablando en nombre de Dios, les dijo: Maldita sea su cólera, que fue fiera, Y su furor, que fue cruel (49:7a). Proverbios 6:16-19 nos dice: Seis cosas aborrece YHVH, Y aun siete abomina su alma. La primera es los ojos altivos, que reflejan un corazón orgulloso, la segunda es una lengua mentirosa, la tercera son las manos que derraman sangre inocente, la cuarta es un corazón que maquina planes perversos, la quinta son los pies presurosos para correr al mal, la sexta es un Testigo falso que habla mentiras, y la séptima es un hombre que enciende rencillas entre sus hermanos. Parece que Simeón y Leví hicieron todas estas siete cosas cuando mintieron a los hombres de Siquem antes de matarlos. No es de extrañar que el SEÑOR odiara lo que ellos hicieron y hallara sus acciones abominables.

Simeón y Leví se habían unido para cometer sus crímenes en Siquem, y como castigo, ellos se dispersarían entre las tribus de Israel. Ya’akov profetizó: Los dividiré entre Jacob, Y haré que se dispersen en Israel (49:7b), para nunca recibir sus propios territorios durante la dispensación de la Torá (Éxodo 19:1 a Hechos 1:26). Se les niega una de las principales bendiciones del pacto prometidas por Dios (15:18-20). Creciendo inseparablemente, ellos sacaron lo peor uno del otro. Así que, por su propio bien, ellos estarían separados.

Simeón y sus descendientes resultaron ser la más pequeña de todas las tribus y se omite de las bendiciones tribales de Moisés en Deuteronomio 33. En Números 1:22-23 aprendemos que después de que los israelitas habían recibido la Torá en la base del monte Sinaí había 59.300 hombres de la tribu de Simeón mayores de veinte años. Pero varias décadas después nos enteramos de que los descendientes de Simeón se habían reducido a 22.200 hombres mayores de veinte años (Números 26:12-14). Haga las cuentas, ¡podría llamar a eso un juicio! Justo antes de este segundo censo, el pueblo comenzó a fornicar y a apegarse a las hijas de Moab y lo convencieron de ofrecer sacrificios a Baal Peor que conducían a la idolatría (Números 25:1-3). Como resultado, la Torá nos dice que 24.000 israelitas murieron en una plaga (Números 25:9). Los rabinos enseñan que estos eran todos de la tribu de Simeón. Obviamente, no lo sabemos, pero es interesante que los rabinos aludan a esto.

Después de la conquista de Canaán por Josué, los Simeonitas se dispersaron, estableciéndose en la parte sur del territorio de Judá (Josué 19:1-9, Jueces 1:3). Consecuentemente, ellos perdieron mucho de su propia identidad y poco se oyó sobre ellos después de los días del rey Asa. Así que Jacob dijo que debido al enojo de Simeón y Leví y la actitud de obstinación, eligiendo hacer lo que querían, estarían dispersos.

En contraste con la idolatría de los simeonitas, los levitas se alinearon con Moisés por el pecado del becerro de oro en el monte Sinaí. Pero incluso entonces usaron sus armas como instrumentos de injusticia en el sacrificio de unos tres mil ese día (vea el comentario sobre Éxodo Gv – Y todos los levitas se reunieron con Moisés). Así que, de acuerdo con la maldición de Jacob, los levitas no recibieron su territorio, sino que se dispersaron en cuarenta y ocho ciudades levíticas por todo Israel cuando llegaron a la Tierra Prometida (Números 18:20-24, 35:1-8; Deuteronomio 10:8-9; Josué 14:4, 24:1-42).

En última instancia, los levitas tuvieron un cambio de corazón y desarrollaron un celo por el SEÑOR, mientras que los simeonitas continuaron su pasión por la violencia y la crueldad. Así, los Simeonitas comenzaron a declinar en la oscuridad mientras los levitas ascendían a la prominencia de la tribu sacerdotal, y ellos serían los custodios del Tabernáculo y el sacerdocio (vea el comentario sobre el Éxodo GeLa consagración de Aarón y sus hijos). Moisés, como profeta de Dios, declaró: Así separarás a los levitas de entre los hijos de Israel, y los levitas serán para mí… Yo los he tomado para mí en sustitución de todo el que abre matriz, es decir, de todo primogénito entre los hijos de Israel. Porque mío es todo primogénito de los hijos de Israel (Números 8:14-17; Deuteronomio 18:2). Después de la plaga de los primogénitos en Egipto, el primogénito de cada familia debía ser sacerdote (vea el comentario sobre Éxodo Cd – Consagra a mí, todo varón primogénito).

Pero ahora ADONAI dijo que debido a su fidelidad en el incidente del becerro de oro, toda la tribu de Leví serán los sacerdotes de la nación y representante de ADONAI ante Su pueblo y de Su pueblo ante ADONAI. Pero he tomado a los levitas en sustitución de todos los primogénitos entre los hijos de Israel. Y de entre los hijos de Israel he entregado a los levitas como dones para Aarón y sus hijos, para que sirvan en la obra de los hijos de Israel en la Tienda de Reunión, y hagan expiación a favor de los hijos de Israel, así no les sobrevendrá plaga a los hijos de Israel cuando se acerquen al Santuario (Números 8:18-19). Por lo tanto, vemos un ejemplo de la gracia maravillosa de Dios en Leví. Si bien es cierto que sus descendientes fueron esparcidos por todo Israel, también es cierto que se convirtió en una bendición disfrazada porque ellos se convirtieron en una tribu de sacerdotes encabezados por Aarón, hermano de Moisés.767

Esta es la oportunidad que Yeshua ofrece a cada uno de nosotros hoy. A menudo podemos elegir ser como Simeón y Leví. En nuestra terminología moderna, la gente dice: “Tengo problemas desafiantes en mi vida”. En los viejos tiempos, la gente simplemente decía: “He pecado”. Pero no importa como lo llame, tenemos la misma elección. ¿Vamos a tratar las cosas a nuestra manera, con nuestra propia rabia, o vamos a tener un cambio de corazón, un cambio de dirección? Sin minimizar nuestro pecado, ira, depresión, o lo que sea… ADONAI nos trae buenas nuevas (Isaías 40:9)! Debemos entender que el mundo no tiene respuestas a nuestros problemas. No os engañéis; Dios no está siendo burlado, pues lo que el hombre siembre, eso también cosechará. Porque el que siembra para su carne, de la carne cosechará corrupción, pero el que siembra para el espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna (Gálatas 6:7). Este concepto es tan simple, como profundo.

En el futuro escatológico lejano tanto Simeón como Leví recibirán territorio en el reino mesiánico. Por la gracia de Dios, Junto al límite de Benjamín, desde el lado oriental hasta el lado del mar, Simeón, otra (Ezequiel 48:24). No sólo eso, sino que Juan fue llevado en espíritu a la cima de un monte grande y alto y le mostró la ciudad santa, Jerusalén descendiendo del cielo, de Dios, que tenía la gloria de Dios: su fulgor es semejante a una piedra preciosísima, como piedra jaspe, transparente como el cristal. Tiene un muro grande y alto, el cual tiene doce puertas, y sobre las puertas, doce ángeles, y unos nombres inscritos, que son de las doce tribus de los hijos de Israel (Apocalipsis 21:10-12). Estas son las mismas puertas que se ven en Ezequiel 48:31-34.

De la parte del oriente tiene tres puertas, del norte, tres puertas, el sur, tres puertas, y del poniente, tres puertas (Apocalipsis 21:13).Y en el lado del sur, será la puerta de Simeón. Aquellos que creen en la “Teología de Reemplazo” (la creencia de que todas las promesas de ADONAI a Isra’el han sido perdidas por su rechazo nacional de Cristo y dadas a la Iglesia), tienen dificultades con estos versículos. Las doce puertas no serán nombradas por los doce apóstoles. Ninguna puerta se llamará Mateo, o Marcos, Lucas o Juan. Pero habrá una puerta llamada Simeón (Ezequiel 48:33c), y habrá una puerta llamada Leví (Ezequiel 48:31c). Por toda la eternidad las doce tribus de Israel serán recordadas. Cuando las naciones gentiles entren en la Jerusalem milenial, pasarán a través de las puertas con los nombres de los hijos de Israel.

Y la de los levitas, al lado de los límites de la de los sacerdotes, será de 25.000 cañas de longitud, y de 10.000 de anchura; toda la longitud de 25.000, y la anchura de 10.000. No venderán nada de ello, ni lo permutarán, ni traspasarán las primicias de la tierra; porque es cosa consagrada a YHVH (Ezequiel 49:13-14).

Es también la gracia de Dios que ha transformado a pecadores como usted y yo en un reino de sacerdotes. Todos los creyentes son sacerdotes hoy. Entre ellos se convierten borrachos, prostitutas y asesinos. ¿Cómo ellos se hicieron sacerdotes en el reino de Dios? Así como todos lo hicimos, por la gracia maravillosa de Dios. Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, que vuestros padres os legaron, no con cosas corruptibles, como la plata o el oro; sino con la sangre preciosa del Mesías, como de un cordero sin mancha y sin defecto (1 Pedro 1:18-19). Entonces Pedro dice: Vosotros también, como piedras vivas, estáis siendo edificados como casa espiritual para un sacerdocio santo, a fin de ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesús el Mesías (1 Pedro 2:5). ¿De quién está hablando? ¡De los que han sido redimidos por la preciosa sangre de Cristo!

Rubén perdió el primer lugar, y luego Simeón y Leví también perdieron el primer lugar. El Mesías no vendría de ninguna de esas tribus. También había otro hermano que era pecador. Vamos a ver lo que la gracia de Dios haría por él.768

Ntd : En esta traducción se empleó la BTX 3º edición.

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