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El Fruto del Espíritu es paz
5: 22c

El fruto del Espíritu es paz ESCUDRIÑAR: ¿Qué significa paz? ¿Cómo se relaciona eso con el Mesías Yeshua (Jesús)? ¿Qué dijo Isaías acerca de la paz que sobrepasa todo entendimiento? ¿y del Príncipe de Paz? ¿Cómo nos da Daniel un ejemplo de la paz que sobrepasa todo entendimiento? ¿Cómo Ananías, Azarías y Misael también nos dan un ejemplo de paz perfecta?

REFLEXIONAR: ¿Se siente como Daniel en el foso de los leones? ¿Se siente como Ananías, Azarías y Misael en el horno de fuego? ¿Qué ejemplos nos da esto? ¿A qué problema se enfrenta ahora mismo que necesite la paz que sobrepasa todo entendimiento? ¿Cómo puede obtenerla? ¿Le invade el olor a humo del horno? ¿Por qué? ¿Por qué no está solo?

Cuando Pablo habló de caminar por el Espíritu, no se refería a seguir tras visiones y revelaciones místicas (haga clic en el enlace y vea BvCaminar por el Espíritu, y no por los deseos de la carne). En cambio, él proporcionó una lista de atributos que describen a una persona dirigida por el Espíritu. Así, la evidencia del fruto del Espíritu es una vida cambiada. Pablo presenta ahora el camino correcto según el cual deben andar los fieles a Dios en Su Mesías. El fruto contrasta con las obras de la carne. El fruto del Espíritu simplemente nos muestra las cualidades que caracterizan el Reino de Dios. Pero, en contraste con las obras de la carne, el fruto del Espíritu (singular, como un racimo de uvas) es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y templanza (5:22). Todas estas evidencias deben ser parte de su vida mientras permite que el Espíritu Santo fluya a través de usted.

Si el gozo habla de la alegría del corazón que proviene de estar bien con ADONAI, entonces la paz (griego: eirene, que significa tranquilidad mental) se refiere a la paz que proviene de la relación salvadora con Dios (Salmo 29:11). Alguna forma de esta palabra se encuentra 429 veces en las Escrituras. La forma verbal de eirene significa unir. Así, el Mesías Yeshua (Jesús), a través de Su sangre en la cruz, reconcila lo que fue separado por el pecado, los pecadores quienes pusieron su confianza en YHVH.143 Veamos algunos pasajes sobre la paz.

Isaías dice al remanente creyente: Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera, Porque en ti ha confiado (Isaías 26:3). La frase completa paz no es sólo una duplicación, shalom (completa), shalom (paz). Y debido a que el remanente fiel confió en el Señor, y la mente del remanente se centró en Él a pesar de lo que sucedía a su alrededor, entrarán en la Jerusalén Milenial (vea el comentario sobre Isaías Fe – Tenemos una Ciudad Fuerte; Dios hace la salvación sus muros). Se pueden sacar principios de este versículo y aplicarlos a nosotros hoy, pero el contexto dicta que aquí Isaías tiene en mente al remanente judío creyente al final de la Gran Tribulación (vea el comentario sobre Apocalipsis Ev La base para la Segunda Venida de Jesucristo).

Porque un Niño nos es nacido, Hijo nos es dado; El dominio estará sobre su hombro, Y se llamará su nombre: Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz (Isaías 9:5). Yeshua (Jesús) es el Príncipe de Paz, tanto en el sentido de que Él mismo era supremamente pacífico, como en el sentido de que Él da Su paz a aquellos que son Suyos (vea el comentario sobre Isaías Ck – Él será llamado el Príncipe de Paz).

Paz os dejo, mi paz os doy. Yo os la doy no como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni se acobarde (Juan 14:27). Incluso cuando enfrentó al Adversario cara a cara en el desierto, el Mesías tuvo una paz perfecta, sabiendo que su Padre celestial estaba continuamente con Él y supliría todas Sus necesidades (vea el comentario sobre La vida del Mesías Bj – Jesús es tentado en el desierto).

Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tenéis aflicción, pero confiad, Yo he vencido al mundo (Juan 16:33).

Si es posible, en lo que depende de vosotros, procurad la paz con todos los hombres (Romanos 12:18).

Por nada estéis angustiados, antes bien, por la oración y la súplica, en todo sean conocidas ante Dios vuestras peticiones con acción de gracias, y la paz de Dios, que sobrepuja todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Jesús el Mesías (Filipenses 4:6-7). ¿Cómo se ve eso realmente? ¿Cómo se manifestó esta paz que sobrepasa todo entendimiento en la vida de personas reales en la Biblia?

En el libro de Daniel había un rey llamado Nabucodonosor. Era un rey malvado e hizo todo tipo de cosas despreciables. Él hizo una estatua de unos 27 metros de su imagen, y declaró que nadie se inclinaría ni adoraría nada más que esa estatua. Pero tres hebreos llamados Ananías, Azarías y Misael (la mayoría de la gente los conoce por sus nombres babilónicos de Sadrac, Mesac y Abed-Nego), continuaron haciendo lo que siempre habían hecho, oraron a su Dios. Y cuando se negaron a inclinarse y adorar a su ídolo, Nabucodonosor entonces, lleno de furia contra Sadrac, Mesac y Abed-nego, y con el rostro desencajado ordenó que el horno fuera calentado siete veces más de lo acostumbrado. Y mandó a algunos de los hombres más fornidos de su ejército que ataran a Sadrac, Mesac y Abed-nego, y los arrojaran al horno en llamas. Así estos varones fueron atados con sus zaragüelles, sus túnicas, sus turbantes y sus vestidos, y fueron echados dentro del horno de fuego abrasador. Y por cuanto la orden del rey era apremiante, y el horno estaba demasiado caliente, las llamas abrasaron a los hombres que habían arrojado a Sadrac, Mesac y Abed-nego mientras los tres varones, Sadrac, Mesac y Abed-nego, caían atados dentro del horno de fuego en llamas. (Daniel 3:19-22).

Cuando Nabucodonosor vio desde la distancia que su decreto se llevaba a cabo, él se asombró y se puso de pie de un salto. Les preguntó a sus ministros: Entonces el rey Nabucodonosor, estupefacto, se levantó de repente, y preguntó a los de su consejo: ¿No fueron tres los varones que cayeron atados dentro del fuego? Ellos respondieron al rey: Es verdad, oh rey. Pero él respondió: ¡Mirad! Estoy viendo a cuatro varones sueltos que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño, y el aspecto del cuarto es semejante a un hijo de los dioses (Daniel 3:24-25).

Más adelante en el libro de Daniel (vea el Capítulo 6) había otro rey cuyo nombre era Darío. No era un rey horrible y en realidad hizo algunas cosas que eran buenas, pero la verdad es que le agradaba mucho Daniel. Sin embargo, los funcionarios y sátrapas buscaron un motivo para acusar a Daniel con respecto a los asuntos del reino (Daniel 6:4a). Ellos sabían que Daniel era un hombre de oración, así que fueron al rey y le pidieron que promulgue un edicto y ponga en vigor el mandato de que cualquiera que en el término de treinta días haga petición a cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones (Daniel 6:7b). Acto seguido, el rey Darío emitió el decreto escrito a causa de su ego. Sus funcionarios le habían tendido una trampa a Daniel porque sabían que Daniel oraba a ADONAI varias veces al día. Finalmente, atraparon” a Daniel orando a ADONAI, lo arrestaron y lo llevaron ante Darío. Cuando el rey oyó el asunto, le pesó en gran manera, y resolvió librar a Daniel, y hasta la puesta del sol se esforzó por librarlo (Daniel 6:14). Pero como había firmado un decreto que no podía ser alterado, entonces el rey dio orden, y trajeron a Daniel y lo echaron en el foso de los leones. Pero el rey dijo a Daniel: ¡Tu Dios, a quien sirves continuamente, Él te libre! Y fue traída una piedra y puesta sobre la puerta del foso, la cual el rey selló con su propio anillo y con el anillo de sus príncipes, para que el acuerdo acerca de Daniel no fuera alterado.

Y se retiró el rey a su palacio y pasó la noche en ayuno, sin hacer venir concubinas a su presencia, y el sueño huyó de él. Al amanecer, se levantó el rey y al rayar el alba fue apresuradamente al foso de los leones. Y acercándose al foso gritó con voz afligida a Daniel, y le dijo: ¡Daniel, siervo del Dios viviente! ¿Ha podido librarte de los leones ese Dios a quien sirves continuamente? Entonces Daniel respondió al rey: ¡Oh rey, vive para siempre! Mi Dios ha enviado a su ángel, el cual cerró la boca de los leones para que no me hicieran daño, porque ante Él fui hallado inocente, como también lo fui ante ti, oh rey, pues no te he causado perjuicio alguno (Daniel 6:16-22).

Como resultado, el rey se alegró en gran manera, y ordenó que sacaran a Daniel del foso. Y Daniel fue sacado del foso, y no se halló ninguna lesión en él, porque había confiado en su Dios (Daniel 6:23). Si no hubiera tenido una conversación con ellos, ni siquiera habría sabido que habían pasado por el fuego. Pero hay quienes pasan por su “horno de fuego” y no pueden vivir sin que se sepa lo duro que lo han pasado. Cómo han sido maltratados y cuantas cosas horribles les han pasado. Van por la vida y el olor a humo está por todas partes. Pero, cuando Ananías, Azarías y Misael salieron de ese horno, el olor a humo ni siquiera estaba en ellos.

Ellos no estaban preocupados por lo que habían pasado, ¡querían que usted supiera Quién los había ayudado a superarlo! Querían que supiera usted que fue Dios quien los rescató.

A veces enfrentamos luchas en la vida y estamos tentados a pensar que Dios se ha olvidado de nosotros. Incluso podemos creer que Él ya no nos ama. Pero el amor del SEÑOR por nosotros es tan grande como los brazos abiertos del Mesías en la cruz. Y la tierna compasión de ADONAI es más confiable y duradera que el amor de una madre por su hijo lactante. Consuélense: Porque YHVH es bueno; Para siempre es su misericordia, Y su fidelidad de generación en generación (Salmo 100:5).

Dios usa una imagen para asegurar a Sión que no se ha olvidado de ella, dice: En mis palmas te he esculpido; Tus muros están siempre delante de mí (Isaías 49:16); vea el comentario sobre Isaías Ip – Sión no es abandonado. Esto es lo contrario de la práctica normal. En lugar de que el nombre del amo esté escrito en las manos del esclavo, el nombre del esclavo está escrito en las manos del Amo. Esta es una forma figurativa de expresar que el SEÑOR nunca se olvidará de Sión. La Ciudad está representada como grabada en Sus manos, de modo que sus muros están perpetuamente a Su vista, y así el pueblo de Dios, que está representado por la Ciudad, se mantiene en una memoria eterna. En la India se usa con frecuencia una forma similar de expresión para expresar el destino de uno. Es común decir, con referencia a hombres o cosas, “ellas están escritas en las palmas de sus manos”. El recuerdo de un ausente se expresa mediante una figura retórica utilizada en este versículo: “¡Ay, amigo mío, hace mucho tiempo que me has olvidado!” ¿Pero te he olvidado? ¡Nunca! Esta imagen también puede aplicarse a nosotros hoy.

Todo un pensamiento ¿no? Su nombre está escrito en las manos de Dios. Su nombre en los labios del SEÑOR. Tal vez haya visto su nombre en algunos lugares especiales. En un premio o un diploma… Pero pensar que su nombre está en las manos del Señor y en sus labios... ¿podría ser? O tal vez nunca usted haya visto honrar su nombre. Y no puede recordar cuándo lo escuchó decir con amabilidad. Si es así, puede ser más difícil para usted creer que ADONAI incluso sabe su nombre, pero Él lo hace. Escrito en Su mano. su nombre es susurrado por Sus labios.

Cuando usted es arrojado al foso de los leones, o al horno de fuego de la vida, es posible que lo haya causado usted, puede que no lo haya causado, puede haber sido provocado por alguna circunstancia que estaba más allá de su control, pero se ha encontrado bajo ataque. Cuando sus enemigos le hayan rodeado: la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús (Filipenses 4:7). El Shalom de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, puede ser suyo al saber que puede confiar en su Dios. Él sabe quién es y conoce las luchas de su vida. Él sabe dónde ha estado, Él sabe dónde está, y Él sabe a dónde va usted. Él lo ha grabado en las palmas de Sus manos. Cuando se encuentre en el horno de fuego o en el foso de los leones, es cuando puede encontrar la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento porque usted no está solo.

Querido Padre, te alabo porque podemos estar en paz cuando pasamos por cualquier prueba, porque has prometido estar siempre a nuestro lado. Porque Dios mismo ha dicho: Nunca te dejaré ni te desampararé (Hebreos 13:5c). Nuestro corazón, descansando en tu poder y fortaleza, confiará y no temerá, de manera que podemos decir osadamente: El Señor es mi ayudador, no temeré. ¿Qué me puede hacer el hombre? (Hebreos 13:6). Incluso cuando alguien nos agravia con rencor, te alabamos porque lo haces para nuestro bien. Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas ayudan para bien, a los que son llamados conforme a su propósito (Romanos 8:28); así como lo hiciste con el rey David, quien confió en Ti, aun cuando el rey lo perseguía con todo su ejército. El amor de David por Ti se hizo más fuerte a medida que pasaba prueba tras prueba y otra vez, y siempre le fuiste fiel con un amor jesed rico, fuerte, profundo y leal.

Te alabo porque podemos tener paz mientras pensamos en entrar al cielo. Sabemos que ninguna cantidad de buenas obras puede ser suficiente para llevarnos a Tu santo cielo (Efesios 2:8-9); porque eres totalmente perfecto y no puedes permitir ningún pecado en santo cielo. enseñaste a Tu hijo primogénito (Éxodo 4:22), los judíos, que la única forma en que podían acercarse a Ti era pagando el precio de la muerte por sus pecados... transfiriendo su culpa al cordero, inmolado en su lugar. Apoyará su mano sobre la cabeza de la víctima, y le será acepta para hacer expiación por él (Levítico 1:4). Esta transferencia del pecado a un chivo expiatorio sacrificado con sangre es el mismo patrón que usas para que todos entren en Tu presencia en Tu santo cielo: Limpiad la vieja levadura, para que seáis masa nueva, como sois, sin levadura, porque el Mesías, nuestra pascua, ya fue sacrificada (Primera Corintios 5:7c).

No tomamos este gran regalo a la ligera; pero nos inclinamos en reverencia ante Ti y buscamos amarte de nuevo con todo nuestro corazón. En nombre de Tu santo Hijo y poder de Su resurrección. Amén.

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